miércoles, 24 de junio de 2009

Yo no me como ese pescao así sea del Chocó!!!

En mis tiempos de escolar, siempre veía en los mapas de Colombia que el Chocó era una región que producía oro. Desde hace miles de años se ha asociado el oro con la opulencia; si uno tiene cadenas de oro tiene billete, si quiere demostrar solvencia muestra relojes de oro, anillos, aretes, y cosas con baños de oro. Entonces uno se pregunta: si aquí hay tanto oro, porqué la gente es tan pobre? Es que el oro de los negros no vale?, o en que se tiran la plata?

Una compraventa en Quibdó anunciaba una rifa de “castellanos”, cuando pregunté me dijeron que es una medida antigua que equivale como a cuatro y medio gramos, y que era muy utilizada cuando el oro se sacaba de los ríos por el sistema de baharequeo o mazamorreo, que es la minería prehispánica, ancestral, tradicional, donde hombres y mujeres con el agua a la rodilla, en una batea de madera van espulgando la tierra de los ríos, para buscar pepitas que brillan, y asi sacar de grano en grano hasta obtener algunos gramos que puedan vender o intercambiar.

Sí, estas tierras son auríferas, basta ver como cada vez que se abren huecos para hacer obras en las calles de Quibdó, las gentes humildes lavan el barro en busca de granitos de oro. En las calles existen compraventas del oro que traen los indígenas, los habitantes de las riberas de los ríos, los mineros de toda la vida, los que se ganan el diario baharequeando. Ese no es el problema, ellos no se enriquecen, a duras penas subsisten. Este negocio es rentable para los intermediarios, quienes compran a bajo precio, muchas veces con medidas adulteradas, establecen los quilates, depuran el mineral, y lo envían a las grandes ciudades. Ven estas naos?, no son carabelas, no son galeones, pero igual, vienen por el oro!!! De un tiempo para acá llegaron a los ríos del Chocó unas embarcaciones estrafalarias llamadas dragas, -las que vemos en las fotografías- estos aparatos chupan la tierra de los lechos de los ríos, la cuelan y la vuelven a colar y utilizan el mercurio para hacer que las pepitas de oro se junten. El sedimento lo devuelven al río alterando su cauce normal, el mercurio usado también va para el agua, el acpm y los residuos de sus combustibles, también… La contaminación provocada por estos residuos provoca cambios y deformaciones genéticas en los peces, en los animales, altera la flora y afecta la salud de los nativos, quienes utilizan el agua y sus recursos para vivir.

Según del Ministerio de Minas y Energía –que por lo general se queda corto en estas cifras- en el año 400 hectáreas de bosque son taladas para el desarrollo de esa actividad, 3.7 toneladas de mercurio son vertidos en suelos y ríos afectando la salud y el medio ambiente, 250 mil toneladas de sedimento son aportadas por efectos del proceso erosivo y 35 mil galones de aceites y de combustibles son usados por estos esperpentos.

Creo que ninguna de las dragas es de las comunidades negras, sus dueños son “paisas”, o extranjeros, hasta aventureros brasileños pululan por estos lares, algunos dicen que son negocios utilizados por los narcos para lavar dinero, otros que están amparadas por grupos armados, sostienen además que hay complicidad de algunos funcionarios para que puedan operar, pues para ellos el negocio es lucrativo ya que el oro aquí se extrae por arrobas.

El asunto es que luego de algunos meses de presión por parte de las comunidades, la Fiscalía incautó las dragas, paro su producción, se inició un proceso de extinción de dominio, y ahora con la Ley de Minas algún congresista vivo incluyó un “mico” donde -en nombre del progreso- se legaliza la actividad de las dragas. Será esto posible?, seguramente este es el caso del Chocó, pero puede pasar en otras partes donde, como en la conquista, aparezca oro y entonces se arrase con todo lo que hay alrededor, como el caso de la mina a campo abierto de Cajamarca. Debemos entender de no parar su explotacion, este oro servirá para aumentar con el saqueo las arcas de las multinacionales, que ellos no pagan impuestos a los municipios, que nadie controla su producción, y que a los habitantes de la región no les queda sino la pobreza, la deculturacion, la aniquilación de sus procesos organizativos, el éxodo, el desplazamiento y el arrasamiento de sus territorios.

Ya lo cantaron los pelaos de ChocQuibTown en “Pescao Envenenao”: “Yo no me como ese pescao así sea del Chocó / ese pescao envenenao, ese no lo como yo… denunciando la catástrofe ambiental y humana que se vive en estas tierras. Mas allá de la extracción del oro están las consecuencias nefastas de la explotación irracional del oro, pero siempre será así, recordemos que don Cristóbal Colón dijo que con oro se abren hasta las puertas del cielo!!! Así lo cuento, muchas veces no sabemos de dónde viene lo que nos cuelga del pescuezo, lo que exhibimos pa'chicaniar, pa'tirar visaje, y si lo sabemos, no nos importa. Se nos olvida la historia, somos indolentes. Ni siquiera quiero crucifijos de oro. Prefiero el color oro en los libros sobre Eldorado, en un traje de luces, en la piel dorada con los abrazos del sol, en los cabellos de las mujeres, o en las envolturas de las chocolatinas.

miércoles, 17 de junio de 2009

Gentes de río y selva llegan a Quibdó

Quienes habitamos en las grandes ciudades, lo poco que sabemos de los indígenas del Chocó, es gracias a las pocas noticias que salen en televisión, por la indígena que antes aparecía en algunos billetes, por las postales exóticas para turistas bobos donde una india tiene sus pechos al aire, por las historias esas sobre niños desnutridos y piojosos de allá de los tambos del las selvas del Pacífico. Tal vez muy pocas personas nos pueden explicar quien es un Jaibaná, o nos podrán contar la historia de la creación de Dachizeze, Genzera o Caragabi y la nación Embera. Sin embargo sabemos que diablos pasa con Ronaldo y Paris Milton, el Factor X, o el cumpleaños de Laura Acuña.

Es frecuente verlos alrededor de la plaza de mercado, en el malecón y en las calles de Quibdó. Se les reconoce por su forma de vestir, las mujeres utilizan parumas, que son unas faldas de llamativos colores, y sus collares de chaquiras, los hombres visten camisetas y pantalonetas de fútbol, algunos traen la cara y el cuerpo primorosamente pintados con jagua, y aunque la mayoría va descalza, también se ven chicos y chicas muy bien vestidos a la usanza occidental.

Muchos han llegado a quedarse aquí, traen su lengua, sus costumbres, sus creencias, sus valores y sus símbolos, e inician el camino para adaptarse a la cotidianidad de la ciudad. Naturalmente no todos han sido desplazados por la violencia, aunque si por la dificultad para tener acceso a buenas condiciones de salud, a una mejor vivienda, a servicios públicos, a la educación, pues algunos jóvenes llegan a estudiar, otros son directivos de las organizaciones indígenas del departamento y algunos –sobre todo los y las muchachas- piensan que es mejor estar en la ciudad, pues hay mejores oportunidades de recreación, de ampliar su horizonte del mundo, de progresar, de vivir.

Del medio millón de pobladores del departamento se estima que unos 40.000 son indígenas, de las étnias Embera y Wounaan, que viven a lo largo de los caños y ríos, principalmente en las partes altas de sus cauces. Viven en pequeños asentamientos dispersos y bajan a los centros poblados como Riosucio, Itsmina o Condoto a vender sus productos y artesanías -de guéguerre, sus canastos de bejuco, sus tallas en balso y cocobolo y sus collares de chaquiras-, a distraerse, a emborracharse, a hacer diligencias que tienen que ver con las administraciones de sus Cabildos y resguardos, y al mismo tiempo a denunciar los atropellos de los que son victimas, a denunciar las difíciles condiciones de salud en que viven, la ausencia de políticas del Estado para con sus mujeres, sus niños, sus mayores y sabedores.

Estas comunidades junto con los afrocolombianos han mantenido ancestralmente una buena, respetuosa y cordial relación, han compartido el territorio de una forma pacifica, ininterrumpida y transmitida de generación en generación; sin embargo también han sido amenazados y han tenido que salir de sus tierras por las múltiples amenazas que les han hecho, entre otros, los mineros que amparados en el poder de las armas de grupos así como rastrojos, los obligan a retirarse para poder explotar el oro a gran escala, por cultivadores de coca, o por terratenientes generalmente llegados de Antioquia o de Córdoba, no podemos olvidar que en esto también hay responsabilidad de las multinacionales de la minería o de las explotaciones de madera y palma africana, con complicidad de funcionarios de las corporaciones ambientales, de políticos, de la fuerza pública y del gobierno, con sus megaproyectos, canales, carreteras y represas.

Las gentes Emberas y Wounaan llegan a Quibdó, en sus lanchas por el río, caminan la ciudad, algunas veces intuyo que la disfrutan, se ven las familias enteras comprando “cacharro e blanco”, los hombres con una libreta y papeles debajo del brazo, andando de oficina en oficina, tratando muchas veces de que les entiendan su forma de hablar español, hacen sus gestiones, visitan su organizacion OREWA, y compran los insumos que llevarán en el viaje de regreso a sus comunidades: sal, cerveza, gaseosas, cigarrillos, jabón, gasolina, mercado de abarrotes, y sus mujeres e hijos marchando unos pasos atrás.

Estos guardianes de la selva y del río son también hermanos nuestros, son parte de la diferencia que nos identifica, con su forma de concebir el mundo de permanecer en él, con sus principios colectivos, tienen derecho a un mejor futuro, tienen el derecho a decidir de manera autónoma lo que quieren hacer en sus territorios y a participar en la toma de decisiones que los afecten. Seguramente el progreso tanto para ellos como para nosotros tiene elementos inmensamente atractivos y seductores, pero aún teniendo certeza del costo que tenemos que pagar por ello, sería más justo si utilizáramos el derecho a decidir y no que otros nos lo impongan por la fuerza.
Ojalá que ellos pudieran caminar por las calles de Quibdo, en son de paseo, o de sus actividades naturales, y que no los veamos deambular, desarraigados, “desombligados” desnutridos y alejados contra su voluntad de sus Wandras y Antumiás.

jueves, 11 de junio de 2009

POSTALES DE QUIBDO 2

Estas son tan solo algunas estampas que nos pueden dar una idea de como transcurre la cotidianidad en estos parajes. Paisajes de primorosa factura, sones de viento, arrullos de agua y como diria el poeta Mazo: "Te hablo de aqui, de la ciudad banada por tu espesa corriente aletargada en la quietud profunda de un remanso..." escenas de tierra caliente, de afrocolombianidad, de olvido si se quiere y de lamento.












































































































miércoles, 10 de junio de 2009

Si ves negro de lo que te salvaste por estar en Quibdo?

Uno de los méritos del Internet, el celular y la televisión es que puedes enterarte de lo que esta ocurriendo en otras partes del país y del mundo; te mantienes conectado, recibes correos, ves TV por cable y, naturalmente deseas tener el don de la ubicuidad para disfrutar de las cosas agradables que pueden estar ocurriendo en otros lugares de la geografía.

Por ejemplo, siento un poco de nostalgia de no ver al Grupo de teatro Varasanta y su obra Kilele, en Bogotá; de no poder visitar las librerías o los bares que me gustan, o de no asistir a los conciertos de la orquesta Filarmónica, de los abrazos tiernos, de ver a mis amigos, a la familia e incluso a mi añorado Gaspar, pero me considero afortunado porque me he librado de la tentación de visitar los grandes centros comerciales, que parecen todos igualitos, con los mismos almacenes de marca, con sus empleaditas que se creen dos estratos mas arriba que los compradores, con sus bancas y faroles horrorosos que imitan las antiguas alamedas, esquinas o parquecillos.

Esos centros comerciales a donde no permiten que entren perros porque se orinan en los arbolitos de plástico o de vivero, que a la larga es lo mismo, donde solo los guachimanes tienen unos mastines que huelen todo porque todo les parece sospechoso, todos esos sitios que terminan en “Plaza”, en donde no se puede levantar la voz ni admiten indigentes y mucho menos gente pobre o personas en overol y casco porque afean el lugar. Aquí en Quibdó no hay escaleras eléctricas ni colas para comprar helados, y no he visto el primer almacén con Oulet o parqueadero subterráneo. Me he librado de las requisas al entrar en los sitios, de los detectores de armas, de las zonas libres de humo. Me he librado de no poder hablar con el conductor de la buseta y de las tarjetas plastificadas y de puntos. Me he librado de los autoservicios que por ahorrar uno o dos empleados nos ponen a cargar con la bandeja todo el negocio, me he librado de comer en platos de icopor, de las cucharitas de plástico, de las porciones adicionales y de la música ambiental.

Me he librado de las grandes superficies, los grandes almacenes que le pagan el mínimo a sus trabajadores y que se ahorran los empacadores inventándoles figuras de Fundaciones y no se que más. Me he librado de las góndolas atiborradas de productos, con chicas impulsadoras de mermeladas y sopas al instante que con cara de ansiedad esperan que uno compre lo que ellas promocionan. Me he librado de entregar recibos a la salida y de que si el puto paquete suena por algún código de barras mal jalado, corra uno el riesgo de que lo empeloten y reseñen. Me he librado de las promociones, de comprar chucherias inútiles, de las ofertas de aparatos de última tecnología.

Me he librado de las obras del alcalde en Bogotá, de ver puentes en construcción, de los trancones del Trasmilenio, de la paranoia y del afán; me he librado de los combos, de los kits, de las promociones puerta a puerta y de los predicadores.

Me he librado de encontrar tanta gente que defienda a Uribe. Qué lo van a defender, o a querer que lo reelijan, unos chocoafros que no tienen carreteras, que tienen los más altos niveles de desnutrición, mortalidad infantil, líneas de pobreza, corrupción y abandono? Qué lo van a defender si aquí no opera ni su tal seguridad democrática y permanentemente se vive la angustia de los petardos, los desplazamientos y la presión sobre las tierras ejercida por los señores de la palma?

Me he librado del lenguaje gomelo, de los niños bien, que siempre están inconformes con lo que tienen y que miran de reojo a los que ellos consideran que no son “gente bonita”. Me he librado de escuchar a toda hora las malas palabras e insultos que se volvieron normales en nuestra diaria forma de hablar.

Uff!!! Y también me he librado de los semáforos, los abusos de los taxistas, las zonas T, las zonas G, del despreciable “derecho de admisión”, de los edificios inteligentes, de los brutos que los cuidan, de la ciclovía y los aeróbicos…. De que le digan a uno “tipo”, de los Juan Valdés y de los Oma, de los almuerzos con payaso, de los vecinos a quienes incomoda la música, de las maquinitas dispensadoras de comida, de ver a las mujeres usando botas puntudas y diciendo marica…. me he librado de las cobijas cuatro tigres, de las encuestas y de las recolectadas de firmas….

Aún falta librarme del vallenato y de la tal balada pop, del periódico del Polo, de los huecos en las calles. No deseo librarme de las tentaciones aunque tenga que asumir las consecuencias, y sucumbir en sus brazos, y tampoco deseo librarme del cordón que me ombliga a Bogotá, aunque disfrute la placidez de las tardes cuando miro al río Atrato.

jueves, 4 de junio de 2009

En el Chocó se habla así, se dice así:

Esta es una pequeña muestra de algunas de las expresiones que tengo “de oídas”, y a las cuales me voy familiarizando… Hay palabras que me llaman mucho la atención, como como Kilele, que significa fiesta y emancipación, bambasú, que son los malestares del embarazo, o una danza chocoana, o cumbasá, que es como los indígenas llaman a los negros. Con el tiempo iremos enriqueciendo este Manual para visitantes al Chocó.

Niños de Villa España
 Los chocoanos no te corrigen; te critican y dan harta lengua.
Los chocoanos no son alegres; son cambamberos.
Los chocoanos no dicen: es bonito (a); dicen: tiene lo suyo.
El chocoano no dice: voy hacer el amor; dice: voy ah echarme un tibio.
El chocoano no dice: esa vagina tan grande; dice eso totote o panzote.
El chocoano no dice: esa mujer está bonita; dice: esa vieja aguanta.
El chocoano no dice: ese(a) no levanta; dice: esta pitao(a).
El chocoano no toma viagra; toma balsánica.
El chocoano no dice patio; dice: paliadera.
El chocoano no dice balde; dice: ponchera.
El chocoano no dice: a esta me la gocé; dice: me la borondié.
El chocoano no dice: estas fea(o); dice: estas reventao(a).
Los chocoanos no dicen: niña deje eso ahí........dicen: esta pelaaa vos que es lo que estás cogiendo?
Los chocoanos no dicen: no es así......dicen: no mia morrrrrrrr!!
Los chocoanos no dicen: espérame..... Dicen: perate pué.
Los chocoanos no dicen: me aceptas?.... dicen: como es... rema o no rema.
El chocoano no fracasa..... La embarra.
El chocoano no sale corriendo..... Sale en pura...hijueputa.
El chocoano no se monta..... Se trepa.
El chocoano no es creído..... Se cree una chimba.
El chocoano no echa los perros... el chocoano retaca.
El chocoano no hace rumbas... el chocoano tumba la casa.
El hombre chocoano no compra pastillas para el pipí... el chocoano come chontaduro con jugo de borojo o simplemente se manda a hacer su pipilongo.
La mujer chocoana no se viste... la chocoana se empercha.
El chocoano no es mujeriego... se mantiene enviejao.
El chocoano no dice trasero... dice nalga.
El chocoano no dice caderas… dice promontorio o tumbao.
El chocoano no utiliza quereme…. Utiliza maranguango.
El chocoano no dice: véndame un betún..... Dice: véndame una sinola.
Los chocoanos no se enamoran: se enculan....
El chocoano no desayuna, almuerza o cena: el chocoano tanquea, llena el medio campo o se mete una melona.
El chocoano no toma agua: el chocoano se embucha.
El chocoano no dice: te voy a pegar una patada; el chocoano dice: seguí y te mundeo.
Para el chocoano no existen levantadas: el chocoano habla de patihinchadas o patirrajadas.
El chocoano no dice un pedacito: dice un ñingri.
El chocoano no dice: está lloviendo: dice; está cayendo una picha de agua.
El chocoano no dice: esa vagina es grande; dice: ese es mucho porronchote o ese es mucho gallote o mucho sapote.
El chocoano no tiene un hambre impresionante: ta` rusio del hambre!!!
Los chocoanos no nos tusamos la cabeza; nos cocopelamos.
Los chocoanos no decimos zunga; decimos arrecha.
Los chocoanos no nos enamoramos; nos enfrascamos – enchochopuercamos.
Los chocoanos no nos despeinamos; nos descapurusamos.
Los chocoanos no tenemos hijos; tenemos la pinta.
El chocoano no dice: le hice el amor; dice: la partí, me la piche, le di una guevisa.
El chocoano no dice trenzas; dice sucedidos o gusanillos.
El chocoano no dice chismoso; dice prende puedlo.
El chocoano no dice: estas bonita(o); dice: estas nítida.
Los chocoanos no decimos: te voy a pegar; decimos: hoy te zampo un estropeo.
Los chocoanos no decimos: !hoy voy a hacer el amor! Decimos: !hoy levanto un toto a munda!
Los chocoanos no decimos colada; decimos virimbí.
El chocoano no dice: te queda apretado; dice: te queda cuní.
Las chocoanas no dicen: voy pal salón de belleza; dicen: me voy a repellar.
Los chocoanos no decimos: !Ave María pues! Decimos: ! Ay Dio mío!
Los chocoanos no decimos: niña por favor quédese en su casa; decimos: !veve eta muchacha busca la virgen del reposo oí?