martes, 28 de julio de 2009

Quibdó, una ciudad difícil de querer….

Hoy eres la ciudad que me habita y ahora te veo con otros ojos, es como atreverme a levantar tus faldas. Esta es la mirada de un visitante, desde afuera, trata de reflejar seguramente las percepciones de multitud de visitantes que por diversos motivos la frecuentan. Qué ofrece Quibdó a quienes llegan?
Quibdó es una ciudad pequeña, no tiene la historia o la tradición de las grandes metrópolis del país o del Caribe y por lo tanto no se le puede comparar con ellas. Descansa a orillas del Atrato, en la mitad de una selva húmeda y casi sin vías de comunicación terrestre con el resto del país. Cuentan las crónicas que en la primera mitad del siglo pasado, antes de que el Chocó fuera declarado departamento, mantuvo un activo intercambio con las ciudades del Caribe, no solo comercial sino también cultural y político. La explotación del oro y la madera fueron actividades que generaron altos ingresos a un sector de sus pobladores que vivieron el esplendor de la buena vida, del aburguesamiento de sus costumbres, cuando existía el Teatro César Conto, hoy en deplorables condiciones de abandono.
Fue la época de los sirios y libaneses, de los chocoanos cultos como Diego Luis Córdoba y Rogerio Velásquez, de Caicedo Mena, días en que floreció la arquitectura, la tertulia, las manifestaciones literarias, el periodismo, el culto al conocimiento.

Después vinieron los incendios que arrasaron con más de la mitad de una ciudad de madera. Y la nueva ciudad se levantó aparatosamente, sin planeación, al capricho de todos… creció improvisadamente y ha sido saqueada por cuanto filibustero accede a algún cargo de su administración.

Por este motivo cuando llega un visitante no es mucho lo que puede ofrecerle la ciudad. Un malecón para mirar las tardes, unos pequeños monumentos, en pésimo estado de conservación, unas calles donde el espacio público no existe y un desorden al cual sus habitantes están, al parecer, resignados. En la noche estruendosos lugares con música a todo volumen y miles de motocicletas que vagan a altas velocidades, incrementando la zozobra, el escape del aburrimiento, la bulla y el acelere hacia la pasión noctámbula .

Como ciudad afro esto tiene su encanto, el desorden y el caos son como la válvula de una olla a presión que permite que no explotemos de desesperación. El baile y el desenfreno de un puerto pirata, de un islote del deseo , de un cruce de caminos….
Hay ciudades pequeñas que tienen eventos culturales reconocidos, como el Festival del Bolero de Riohacha, el Festival de Bandas de Paipa, el Festival del Retorno, en Acacías, para citar solo algunos. Aquí están las fiestas de San Pacho, un carnaval que dura como 20 días, que tiene carrozas, comparsas, reinados, pero que tiende a ser desdibujado en sus manifestaciones culturales por el desorden del revulú, o relajo de los exitados frenéticos y alterados seguidores.

Quibdó adolesce de monumentos dignos de su historia, carece de una arquitectura contemporánea con identidad que enriquezca su patrimonio, no existe un teatro con programación permanente, ni siquiera se puede encontrar una librería decente o un buen almacén de música de estas tierras, de artesanías, a pesar del alto número de ”educadores” que lo habitan, y de la larga lista de escritores y poetas que han publicado sus obras. El Banco de la República posee una buena biblioteca, pero su programación cultural es paupérrima, en sus periódicos las notas culturales no pasan de ser una breve reseña mucho menos importante que la crónica roja del momento. Hay algunas actividades que son insuficientes y esporádicas, como la retreta de la banda en el malecón, o la orquesta de batuta. La Universidad no tiene, o por o menos no hace visible su rol de promotor cultural.
Creo que a Quibdó ni a quienes lo conducen les importa mejorar los niveles de apreciación, de gusto o de identidad con la ciudad, no creo que exista presupuesto para ello. La cultura no es solo organizar eventos, conciertos como el del 20 de Julio. Es un concepto más mucho más amplio; dónde hay monumentos o reconocimientos a Barule, a Benkos Biohó, a los gestores de la Ley 70, por ejemplo? Dónde un museo de la afrochocoanidad? , una exposición sobre la minería en el departamento? Dónde una exposición itinerante sobre territorios colectivos (para citar una posibilidad)?, dónde una sala de cine con proyección regular? Se necesitan salas de música, lugares de encuentro y de tertulia, un papel más activo de los gestores culturales, un mayor y mejor compromiso con la ciudad. Qué ofrece Quibdó al visitante? Si San Pacho es tradición y el río es naturaleza: ¿cuál es el hito cultural que identifica a Quibdo?

Aún no se inician procesos sobre lo que tanto pregona la administración de “Quibdó, ciudad de oportunidades”, cuando la mayoría de sus pobladores no tienen conciencia de qué significa tener una cultura ciudadana, de construcción de símbolos, de apropiación y buen uso del espacio público. El acceso a la cultura es indispensable para mejorar condiciones de vida, no podemos excusarnos en el clima lluvioso, o en la pobreza de la mayoría de habitantes de Quibdó.

Simplemente al no haber procesos de reflexión de las gentes, la clase dirigente se perpetúa o se rotan entre ellos el poder, por eso Quibdó, ese moreno anfibio y triste seguirá contoneando sus caderas al ritmo del reguetón e irá olvidando la herencia y las raíces de las que muchos de sus pobladores quieren desprenderse violenta o silenciosamente.
No es mucho lo que nos ofrece la ciudad y sin embargo su corazón de ébano es entrañable, su piel es diferente y su grito nos sorprende!!!

miércoles, 22 de julio de 2009

La bulla de la independencia!!!!

Como en todas las ciudades y pueblos del país en Quibdó se festejó el 20 de Julio con un concierto que “exaltaba los valores patrios y llamaba a la paz”. Notable idea del gobierno para presentarnos un país diverso en expresiones artísticas, y una institucionalidad tratando de convencer de que, por lo menos en el Chocó, la paz es posible así continúen creciendo los niveles de “corrompición”, y que no haya respuesta digna y efectiva para las necesidades básicas de las gentes más pobres.

Se inició la celebración con despligue de desfiles militares y bandas de guerra, que por acá les encantan. Será posible una fiesta por la paz y la reconciliación al son de notas militares? El concierto estuvo enmarcado por una agradable tarde, homenajes, aires folclóricos, no podía faltar el homenaje a Michel Jackson, con coreografía y todo. Sonó la chirimía, la marimba, el reguetón, la salsa y el vallenato. Miles de afrochocoanos se congregaron en un escenario que desconoció e invisibilizó la presencia de indígenas en la ciudad. Es cierto que los Wounaan y Emberas se encuentran en procesos de resistencia y que no participan de este tipo de actos, a su modo de ver con algo de circo y que no aportan a la solución de sus problemas, más cuando en este año han sufrido varios desplazamientos masivos de sus territorios, pero no hubo mención alguna a estas minorías, tan nacionales como cualquiera de nosotros.


Un escenario que, para ser la capital del departamento, en cuanto a su montaje escénico dejó mucho que desear, más aún cuando con todas sus deficiencias fue motivo de congregación y fiesta. A medida que avanzaba el día la tradición dio paso a nuevas expresiones musicales, de calidad artística irregular, bastante malita y rayando en el mal gusto. Estos escenarios se vuelven como fiestas de barrio en donde sin mayores criterios de selección aparecen cantantes de rancheras, bailarines, raperos, que contrastan con la calidad de algunos virtuosos que sí aportan a la construcción de identidad y gusto.

En horas de la noche el concierto se le salió de las manos a los organizadores, hubo guerra de botellas, (afortunadamente plásticas), carreras hacia todos los lados, y para rematar pasó una vieja motocicleta haciendo estallar su exhosto, los asistentes pensaron que eran petardos o bala y ahí se armó la estampida final.

Queda la sensación que en el malecón a orillas del Atrato la noción de país sigue siendo frágil, que el Chocó anda bastante desconectada de la realidad nacional y a pesar de los circos de los consejos comunitarios, su presupuesto y su manejo es cada vez es más precario, la gobernabilidad se enreda, los reinados de belleza se negocian, las tierras comunitarias se usurpan, y para la mayoría de los chocoanos la independencia fue una historia que sucedió hace 199 años, pero que no ha mejorado sus condiciones de vida, pues siguen como en el siglo XIX, sin autonomía, escondiéndose de los barbudos que quieren sacarlos de sus tierras. El compromiso con los cimarrones, pioneros no de la independencia, sino de la libertad de los afros, aún no se ha hecho realidad!!!











viernes, 17 de julio de 2009

Por si acaso…. Maten al hipopótamo!!! Por qué mataron a Pepe?

No tuve la oportunidad de conocerlo, ni siquiera sabía de su existencia, sin embargo no pude ser indiferente a la noticia de que mataron a Pepe, un hipopótamo que tuvo la desgracia de tener que huir de la finca en donde vivía con dos docenas más de semejantes. Huyó por problemas de celos, por malentendidos con otro macho más fuerte, como sucede con los seres humanos. Se vió abocado a andar río arriba y río abajo con la hembra que le acompañó en su fuga. Desde hace dos años este gigantón herbívoro retozaba con su hembra y su hijo en las aguas del Magdalena, cerca de Puerto Berrío, compartía con los pescadores, se dejaba ver poco y cuando lo hacia, según cuentan, era amistoso. Hasta que los del Ministerio del Medio Ambiente lo declararon peligroso, sí, seguramente mas que la minería de las multinacionales, o que las grandes plantaciones de palma, o que los impactos de los agroquímicos en los ecosistemas, por ejemplo.

Pepe, que llegó del África, fue tratado como tratan a la mayoría de afro colombianos pobres, que cuando han tenido que salir de sus lugares son una amenaza para la estabilidad de los lugares a donde llegan; y entonces acudieron a formularle varios cargos como que podía atacar a la población, que como especie exógena alteraba el ecosistema, (como si los caballos, los mastines pitbull, las gallinas, las vacas, los búfalos, las truchas, no hubieran llegado de otras tierras), que portaba enfermedades… y le declararon la guerra preventiva, ordenando su muerte a como diera lugar. No tuvo quien lo defendiera, lo mataron a mansalva, “le dieron piso”. Dicen que los del ejército no le dispararon, entonces para qué diablos se tomaron una foto con el cadáver de Pepe?, para qué mostraban caras de satisfacción y alegría, como lo registraron los medios?, el mensaje es claro y grotesco: “el bandido hipopótamo, la amenaza publica ha sido dado de baja.” La foto es elocuente:
Ahora hablan de salvar a la viuda y el crío, están pensando en la reparación a víctimas? Pues como siempre, primero causan el estrago y después, piden perdón e intentan, arreglar el problema, y aunque no se sabe si en realidad mataron al hipopótamo que buscaban, el caso es que el método utilizado es repudiable.

Fue una serie de sucesos desafortunados, desatinados e imprudentes los que determinaron que cegaran la vida de Pepe, seguramente aquí si hubo coordinación entre quienes lo ultimaron, también para el festejo y para impartir el parte de victoria. Son muchas las manifestaciones de protesta por su muerte, seguramente si hubieran utilizado otros métodos para cazarlo y reducirlo, lo hubieran podido llevar a un lugar donde pudiera permanecer tranquilo. Hubiera sido el procedimiento lógico y civilizado para salvar al animal.

Era un animal, son justas y humanas las protestas y movimientos que se han generado. Y la solidaridad, y manifestaciones en contra de los atropellos contra las personas?, ahora en nombre de la salud pública se han declarado nuevas normas preventivas, como impedir los asentamientos de población desplazada en el Parque Tercer Milenio en Bogotá, por causa del virus de la gripa ah1n1. Será un pretexto para disolver o invisibilizar protestas?, no nos podemos acostumbrar a que todo lo que parezca una amenaza contra la sociedad sea eliminado, pues de ser así, seguramente habría que dar de baja a medio Congreso, mínimo. Una cosa son los delincuentes, los victimarios, los que trasgreden el orden establecido y otra las víctimas, pues recordemos que para ser víctima hay que ser inocente, y en este caso Pepe lo era, como presumimos que son la gran mayoría de los cuatro millones de desplazados que sufren en este país.

Nota: las fotografias del hipopotamo y de los soldados fueron tomadas de la Revista Semana.


miércoles, 1 de julio de 2009

Cuando paso la yema de mis dedos por tu lomo me dan ganas de abrirte y con mis ojos saber qué delicias guardas para mí!!

A propósito de las tantas especulaciones sobre la muerte del libro, existen dos grandes especies devoradoras de libros: los lectores voraces y los gorgojos. En estos días he encontrado en la estantería de una escuela rural uno que me llamó la atención, el pobre viene sufriendo de muerte lenta…, sí, está perforado por cientos de orificios que le ha causado un ejército de gorgojos. Los laberintos que estos elaboran atraviesan caprichosamente las páginas, de forma que no existe ninguna igual, uno puede divertirse siguiendo la ruta de la colonia de minúsculos invasores, y tratando de completar o adivinar las palabras que se han comido, las fotografías que han penetrado, los dibujos que han complementado. Así, de esta forma las polillas y otros bichos habrán comido biblias, diccionarios, odas, novelas, biografías, textos escolares en desuso, poemarios olvidados, con todo de dedicatorias diluidas, mariposas y laminitas en su interior. Esa es una forma en que los libros mueren, se van desdibujando en el tiempo, al faltar sus progenitores caen en manos del olvido, de la desidia y el polvo. Esos son sus virus. Algunos libros murieron fumados, como esos de papel cebolla que llegaban de la China Comunista con los escritos de Mao y que fueron consumidos porque eran muy buenos para armar “varetos”. Cada biblioteca es personal, única e irrepetible, como nuestras vidas. Es muy doloroso empacar los libros en cajas de cartón cada vez que viajamos o nos mudamos de casa, ellos son compañía y parte de nuestro sufrimiento. No me resigno a estar en un espacio sin libros. Es una forma de conocer, de disfrutar, de crear, de plasmar opiniones, vivencias o de fantasear. Al libro se le doblan las páginas, lo podemos marcar, lo llevamos a donde quiera que vayamos y nos sentimos acompañados, les colocamos música, les ofrecemos una copa, los rayamos, los insultamos o hablamos con ellos. En muchas ocasiones una frase hace que se nos escurran las lágrimas; el placer de la lectura está ligado a un buen libro y a un apropiado entorno para hacerlo, a la soledad y también al disfrute de agradables compañías. A veces cuando terminamos la última página de un libro pensamos en una persona que quisiéramos, disfrutara también de su lectura. En el transcurso de mi vida me he rodeado de grandes amantes –de los libros-, empezando por mi padre, quien me llevó por primera vez a una Feria del Libro y me regaló un diccionario Larousse, me he rodeado de excelentes lectores -mis preferidos, porque además de serlo son exquisitos conversadores-, de editores, libreros empedernidos, diseñadores, encuadernadores, ilustradores, bibliófilos, a todos ellos les doy gracias por haber alimentado mi adicción a los libros; y a pesar de que la lectura mantiene una permanente rivalidad con la televisión, los videojuegos, los lectores electrónicos el Internet, el Chat, el “sexting”… es algo así como el ajedrez; ya no la practican usualmente las grandes mayorías, pero estas sienten respeto por quien lo hace. Los buenos libros serán como Maria Félix, Marilyn Monroe o Remedios la Bella: en cualquier momento de la historia donde los ubiquemos se destacarán por su belleza. Naturalmente el tiempo y el conocimiento nos proveen de nuevos inventos para escribir. Marco Polo escribió las memorias de sus viajes con pluma de ganso, Pedro Salinas sus más bellos poemas a lápiz y después de las revisiones y enmiendas hizo sus versiones finales en máquina de escribir, hoy el ordenador es la herramienta. No concebimos al escritor sin este aparato. Es otra forma. Ahora escribimos y enviamos los mensajes por Internet, divulgamos información a través de la Pagina WEB, de los periódicos virtuales, utilizamos los blogs para expresar opiniones, para establecer formas de contacto. Todo esto es virtual, depende de generadores de energía; gracias a las nuevas tecnologías leemos más, recibimos mayor información, de alguna manera intentamos mantener vínculos y pertenecemos a comunidades virtuales. Si alguien extravía su USB no siente mayor pena, pues sabe que la vuelve a bajar de la red, igual pasa si se daña el ordenador. Hay copias de seguridad y todo eso. Pero que pasaría si se extraviaran nuestros libros mas queridos?, con ellos también se van recuerdos, se van objetos que adornan nuestras aficiones. El libro es símbolo del conocimiento, del buen gusto, del paso del tiempo, de la creación y el pensamiento de los hombres. Seguramente hay muchas personas a las que la falta de libros no les afectará mayor cosa, además creo que nuestro planeta se beneficiaría si no se talaran tantos bosques y selvas para producir papel. Hemos publicado mucha información que perfectamente podría tener otra base tecnológica para su divulgación, pero no me imagino a Gargantua y Pantagruel “última Generación”, a Shakespeare con “troyanos”, a Julio Verne en red, o poder eliminar haciendo doble clik toda la obra poética de Pessoa o Raúl Gómez Jattin. Yo si creo que el libro va a morir, pero de viejo, de muerte natural, cuando se le venga en gana, va a ser en un lecho con sábanas de letras, rodeado de todos sus hijos, los encuadernadores y los cibernautas, los bibliotecólogos y los lectores empedernidos. No lo podrá eliminar la censura, seguramente cuando, como lo estamos viendo, aparezca de nuevo el control sobre los contenidos de los medios comunicativos y el Internet, -recordemos Fahrengheit 451 de Truffaut- o cuando nos sorprenda la crisis energética, desde la clandestinidad el libro seguirá vigente. Será como el capitán del navío quien es el último en abandonarlo. Para terminar les voy a contar una anécdota: Alguna vez en que me cambié de casa, fuí a la plaza de mercado del barrio Las Cruces y conseguí un camioncito para que me hiciera el trasteo, mi más preciada posesión eran algunas cajas que contenían libros, lo que sucede es que los libros pesan mucho, y por más que traté de embalarlos en cajas pequeñas, estas quedaron pesadas. El ayudante del camión, un joven de unos 25 años, casi se herniaba del esfuerzo que hacía y sudaba a chorros levantando las cajas y acomodándolas. Ahí fue cuando escuché la voz del conductor quien para darle ánimo le gritó: -Ya que no quiso leerlos, por lo menos cárguelos!!!