Creo que el 1 de Noviembre, o día de los muertos, cuando se celebra esa trascendental tradición mexicana, que viene de tiempos milenarios, de Aztecas y de Mayas, y que ha tenido sincretismo con los cultos católicos es una festividad mucho más pertinente, más apropiada a nuestro entorno cultural. Ese día los muertos salen de sus tumbas y quieren saber cómo están sus parientes que dejaron vivos, quieren visitarlos y para ello en las casas de los vivos se preparan viandas, dulces y bebidas, se adornan con guirnaldas y flores, se elaboran panecillos en forma de calaveras y se alista todo para el encuentro; es un festejo alegre que nos recuerda la fragilidad de nuestro paso por el mundo y la profunda conexión que, creemos que existe, entre el más allá y la vida terrenal. De ahí que nuestra híbrida celebración denote la ausencia casi total de elementos propios y se convierta en un mercadillo o un día más para divertirnos. Bueno, todo sea porque los niños, o como llaman aquí, el día de los angelitos, se diviertan!!!!
Sin embargo, quedan algunas postales que dan una idea de la celebración.
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