Las ciudades construyen su propia personalidad, van ensamblando su propio mosaico de íconos, esas luminarias con quienes se identifican sus habitantes; ya sea la Barranquilla de Estercita Forero y Joe Arroyo, o el sabor de Cali, un calidoscopio de colores, de despampanantes mujeres, de salsa y de colores vivos.
Bajo ese cielo con aroma de caña de azúcar, de macetas y pandebono, vuelve a tomar vida un personaje más caleño que el Hotel Aristi y Los Turcos, que Riverita o el zapatero de la esquina de mi casa; incluso más que Andrés Caicedo o los gatos de Tejadita, que la Bodega Cubana, Agapito o Condoricosas, que la loma de la Cruz, Pablo Rey o el Bogaloo…. O que una lejana novia patoja que tuve alguna vez. Un personaje que debería habitar a perpetuidad en los salones del Museo la Tertulia, o en la barra de Tin Tin Deo.
Oiga, vea, hoy me acordé de vos, oís? Me acordé de las aventuradas películas y documentales que hiciste como “Cali, cálido, calidoscopio”, “Angelita y Miguel Angel”, “Agarrando Pueblo”, o “El monstruo de los Mangones”, , que cuenta la historia de un decrépito millonario que para sobrevivir necesitaba nutrirse de la sangre de los niños, una historia real, a la cual afortunadamente sobrevivió mi amigo Rosemberg, y quien nos debe un “perfomance” a su manera. Me acordé de vos, cuando llevaste al cine la novela de Alvaro Mutis “La Mansión de Araucaima”, que narra la historia de una muchachita que llega a la mansión y los deja desquiciados a todos con su juventud y su pervertida sensualidad. Me acordé de vos, don Carlos Mayolo, porque en cualquier lugar de la geografía existen mansiones de Araucaimas, ya sean de guadua o incrustadas en estrechos apartamentos de escaleras empinadas.
El Cali del fotógrafo Fernell Franco, de Oscar Muñoz y del Depotivo Cali es el que me gusta, no el estrafalario de “narcos, lavaperros y siliconeras”; el Cali de “Que viva la Música” y el Orietta Lozano. Espérame ciudad que iré a degustar chuletas y avena, a visitar a los amigos y a reburujar libros viejos en la librería Atenas, a buscar baratijas entre el bochinche de los anticuarios del Barrio San Antonio, a comer seviche en La Alameda y a recordar tu cuerpo al ritmo de las músicas del Petronio Alvarez.
Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com
Un lugar para compartir con ustedes experiencias y sentires de mis viajes, de mi oficio. Para mostrar algunas vivencias y el transcurrir de los días; poner en escena las reflexiones, las imágenes y los sonidos que me atraen. Ha sido pensado con el ánimo de afianzar aficiones, ilusiones, los afectos, la amistad, la creatividad y el gusto por lo vital. Es también un motivo para desplegar el apego a la palabra, a la adicción de escribir... Siga Bienvenid@!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario