domingo, 7 de octubre de 2012

YA SE ACABARON LAS FIESTAS DE SAN PACHO


Con la procesión del santo patrono, los gozos y los arcos en cada barrio, con concierto en el malecón y un espectáculo de pólvora y fuegos artificiales se dieron por culminadas las fiestas de San Francisco de Asís en Quibdó.

Qué agradable es saber que estos espacios permiten la integración de los vecinos de los barrios en torno a la preparación de las festividades; desde las jornadas de planeación, el diseño de los “cachés” y los disfraces, los arcos, las verbenas, hasta la tradicional invitación a compartir un sancocho en las casa de familia. Es reconocer que hay tradición, que existe un tejido social propicio para mejorar unas fiestas y evitar que ellas caigan en la rutina y en que sean “más de lo mismo”. Me llaman la atención las comparsas que no responden a estrictos esquemas de los desfiles de las grandes ciudades y más bien se acomodan a la geografía de las estrechas calles de Quibdó, pero eso no da lugar a que en medio de ellas se atraviesen peatones y motociclistas y que deslucen el evento.
Vistosidad y armonía

Un sombrero pa'la fiesta
No es fácil para un visitante hacer el balance de lo que son las fiestas, lo más que se puede decir, de acuerdo a los comentarios de buena parte de la opinión, es que las fiestas se repiten cada año con un formato más o menos similar;  en esencia, los disfraces, que son una expresión de inconformidad, pueden ser similares en cualquier año, pues los problemas son los mismos, pero sucede que a quienes tienen que ver con esos problemas, poco o nada les importa la inconformidad del pueblo; más allá de estos emblemas no hay una mínima sanción social para administradores y políticos inoperantes o corruptos.

Quibdó en los últimos años ha tenido un crecimiento desproporcionado, de ahí que los barrios franciscanos ya no representan a la mayoría de sus habitantes, y el resto de la población, en su mayoría proveniente de otros lugares del departamento, se siente excluida; se hace necesario generar procesos de inclusión de las comunidades que habitan los nuevos barrios para generar un mayor sentido de pertenencia con la ciudad.

Las verbenas barriales deberían repensarse para evitar caer en la rutina de recorrer unas calles donde solo se venden licores y comidas rápidas, y los platos típicos cada vez son más escasos. Las tarimas de espectáculos apenas cumplen con un mínimo objetivo de distraer, y son más bien un espacio para promocionar el consumo de licores de otros departamentos.

Quienes participen en los revulús o bundes, deben entender que la policía no es quien debe brindarles seguridad; es la misma población que debe autorregularse, para hacer más agradable y seguro el recorrido, esta es una labor pedagógica que debe hacerse principalmente con los jóvenes que, en un amplio porcentaje, no tienen un claro concepto del significado y naturaleza de las fiestas. Los numerosos grupos de chirimías que son el corazón que hace palpitar las fiestas, deben asumir con mayor compromiso con la interpretación, algunas veces parece que están ahí apenas por cumplir. Naturalmente se entiende que son unas fiestas de dos semanas, que producen un desgaste tanto en los participantes como en el público asistente, que Quibdó es una ciudad donde llueve casi todo el tiempo,  que son una fiestas de carácter popular en donde, afortunadamente, el acceso a lo que ofrece la fiesta lo tiene casi toda una población pobre.
Devoción al santo patrono

San Pacho y sus feligreses
El San pacho sigue siendo una fiesta con sabor negro, de piel, sonidos y sentir afro, así se incremente cada año el número de residentes de otros lugares del país y haya afluencia de algunos turistas extranjeros, esa es su esencia. Hay muchos elementos que tienen que permanecer, pero en una ciudad en crecimiento, las dinámicas cambian, y es necesario adaptar y reorientar el rumbo de una fiesta que no debe intentar parecerse a carnaval alguno, y más bien recobrar autenticidad y ser más incluyente con las nuevas generaciones de pobladores que han llegado a Quibdó para quedarse.

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