Por supuesto que sí hay colombianos dignos de
admirar, personajes que han dejado huellas imborrables y que ameritan les sean dedicadas
páginas, capítulos, películas… protagonistas de la construcción de este país,
que claman desde donde estén que sea revisitado su legado… y no son propiamente
los políticos o avivatos del poder que por generaciones hemos tenido que
soportar, esos que durante siglos han consolidado en el poder a una sociedad
acaudalada, clasista, racista, excluyente, que no ha sido generosa ni
medianamente justa con el país, esa sociedad que sigue definiendo el poder a
puerta cerrada y que le cierra el paso a quienes desde ámbitos extraños a ella
han soñado con un mejor país. Los próceres, los “patilludos”, esos paladines,
ante todo defendieron intereses partidistas y causas personales o bañaron la
tierra con sangre de campesinos que “defendían” aún sin entender sus soberbios
postulados. Muy a pesar de lo que opinen los historiadores, y aún siendo
protagonistas de unas épocas, no son en el mejor sentido personas que merezcan
admiración. En el mausoleo de colombianos ilustres no son todos los que están,
muchos llegaron allí por “palanca”.
Otros, en cambio han aportado a la
construcción de ideas, a forjar una identidad colectiva, y aunque a ellos, con
muy pocas excepciones, no les hayan erigido grandes bronces, han dejado una
obra coherente y edificante.
El sabio Caldas, La Pola, Baldomero Sanín
Cano, Estanislao Zuleta, Diego Umaña Luna, Orlando Fals Borda, pueden ser la cúspide
de un buen número de ilustres que han pregonado –y aplicado en sus vidas- ante
todo principios humanísticos que se han antepuesto a sus intereses meramente
individuales. Otros generan admiración por su talento creativo: los músicos
Luis A.Calvo y Lucho Bermudez, pintores como Gregorio Vásquez Arce y Ceballos… Marco
Ospina, Luis caballero, Darío Morales, y más allá de los Parnasos, José Eustasio Rivera, Aurelio Arturo, Mario Rivero…. Delia
Zapata.
Honores a la bandera |
De quienes viven, y dejando a un lado
farandulezcos personajes, reconozco en García Márquez la magnitud de su obra, me
inclino ante el prodigio de “Cien Años de Soledad”, reconozco la íntima
sabiduría de los mamos de la Sierra nevada de Santa Marta, la constante
creatividad y los principios éticos y estéticos del maestro Santiago García, la
genialidad del científico Rodolfo Llinás, la tauromaquia del maestro César
Rincón… las obras de Fernando Botero, Doris Salcedo, Alvaro Mutis, Alfredo
Molano, la entereza de Manuel Cepeda, las gambetas Falcao y el Pibe Valderrama,
la fuerza y disciplina de Maria Isabel Urrutia, (la deportista, no la
política), el coraje y la grandeza de Lucho Herrera, la constancia de la “Chechi” Baena
para llegar a ser la mejor…
Hay muchos que merecen que la historia sea
más benevolente con ellos, que reclaman el lugar que les corresponde. Hoy la
fama es transitoria, cada uno lucha por su “cuarto de hora” en donde lo
efímero, lo superficial, el artificio, la espectacularidad y el “éxito” son los
referentes para sobresalir. Lo que no registra en los medios masivos de
comunicación no juega, no es reconocido… y en pos de esto se difumina la
búsqueda de autenticidad y se evita profundizar en el la razón de ser, de
pensar en el sentido de la vida, del arte, de la especie….
Nota: No se han incluido deslumbrantes
personalidades que no nacieron en Colombia, como Simón Bolívar, Benkos Biohó,
Alejandro Obregón… a quienes naturalmente, rindo tributo.
Pueden enviar sus comentarios a megaspar@hotmail.com