Todo
Está dicho
No tengo nada que decir
sobre el tiempo y el espacio que se nos
vino encima.
Todo está dicho.
Que hablen los ríos desde su agonía
que hablen las serpientes que se arrastran
por ciudades y pueblos,
que algo digan las palomas desde sus
ensangrentados nidos.
Yo,
hijo de tierras ancestrales,
no tengo nada que decir.
Todo está dicho.
Esos soles transcurridos
también algo tendrán en su memoria,
aquellas lunas que lloran con la lluvia
algo tendrán en sus recuerdos de amargura,
los árboles, los peces,
el último arco iris venerado
tendrán algo entre sus quejas;
Yo,
hijo de dolores y esperanzas,
nada tengo que decir.
Todo está dicho.
Paisaje de Tierradentro |
Mujeres indígenas de Tierradentro |
Puñado de tierra
Me entregaron un puñado de tierra para que ahí viviera
“Toma lombriz de tierra” me dijeron,
“Ahí cultivarás, ahí criarás a tus hijos,
ahí masticarás tu bendito maíz”.
Entonces tomé ese puñado de tierra,
lo cerqué de piedras para que el agua
no me lo desvaneciera,
lo guardé en el cuenco de mi mano, lo calenté,
lo acaricié y empecé a labrarlo…
Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra;
entonces vino la hormiga, el grillo, el pájaro de la
noche,
la serpiente de los pajonales,
y ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra.
Quité el cerco y a cada uno le di su parte.
Me quedé nuevamente solo
con el cuenco de mi mano vacío;
cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear
por aquellos que otros nos arrebataron...
Aún tenemos vida en
esta tierra
Mientras ellas muelen el maíz amarillo sobre la piedra
nosotros cantamos con flautas y tambores de venado
reímos y nos embriagamos sin prisa.
despedimos al sol que huye entre las montañas.
Reímos y danzamos con flautas entre las manos
nos vamos metiendo hasta el fondo de la tierra,
por ese ombligo tibio que arrastra y nos lleva
a la memoria
a ese espacio donde habitan nuestros muertos,
que nos reciben con alegría:
“Bebamos!” dice taita Manuel “ y que viva el maíz”.
“Bebamos!” dice mama Rosario “y que viva la tierrita que
nos
calienta”.
Y mientras danzamos sobre los surcos,
reímos y cantamos con nuestros muertos,
con flautas ahuyentamos las penas
y con chicha endulzamos las noches.
“Bebamos sin pena!”,
gritan,
“que aún tenemos vida en esta tierra”.
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