Soliloquio con Ícaro
(Homenaje íntimo a un gran perro - en un trance de ternura y admiración)
Ícaro, me lo has contado en
sueños surreales… dices que hubieras preferido inmolarte al dios Tlaloc, en
tiempos en que los aztecas regían sus destinos según los designios de su
calendario, sumergirte en un cenote o viajar por la bóveda celeste en un ritual
Vudú, tal vez convertirte una estatuilla de oro como Baal, o exhalar suspiros
en brazos de los corazones que más te han amado….
Que hubieras deseado
abandonar la escena terrenal acompañado de una manada de gozques que le
aullaran a la luna en tu partida.
Ícaro: ¿El dios perro
Xólotl te invitará a jugar a la pelota antes de inducirte a cruzar en las
puertas del más allá, o tal vez el cancerbero te ofrecerá suculentos huesos
para que te decidas a olfatear los fantásticos territorios de lo desconocido?
Argos, Barcino y Butrón, a
lo mejor Leoncico, te esperan y te reclaman una trascendencia heroica. Quienes
te hemos querido damos constancia de tu fortaleza y abnegación para sortear los
laberintos que se han interpuesto en la relación con los humanos, ese
interactuar en que has dado lo mejor de tí, en que has tratado de entendernos
en nuestras debilidades e inconsistencias.
Reconozco que te quedo
debiendo mucho amor, reconozco que el tiempo se hace breve, que las despedidas
cuando alguien no quiere irse, -ni queremos que se vaya-, son separaciones que
laceran los intersticios de la intimidad y sentimiento. De nada vale llorar….
Tal vez si Cortázar hubiera despertado al lado tuyo, te hubiera elevado a la
categoría de Cronopio perruno, y no me queda duda de que hubieras podido
acompañar a Malcolm Lowrye en sus delirios, arruncharte a los pies de la
dulcísima Remedios la Bella, o ayudarle a Picasso a ruñir la osamenta de su
Guernica.
Cómo no darte las gracias
por tanto…. tanto…. por ser absenta en soledad, por ser arrullo en la
melancolía, por convertirte en láudano en el éxtasis poético y la meditación
divagante y sosa…. La ventana te espera para dialogar en tardes de sol o de
lluvia… los niños extrañarán los ojos de picardía que convocan al relajo y la
patanería, igual el jardinero, la vendedora de flores, el señor de las
galletas, los gatos furtivos que te miran en las noches, y mis manos…. que
siempre quieren estar en tu pelaje, en las arrugas de tu trompo, o rascándote
el espinazo.
No…. No te vayas todavía….
Quédate un poquito más, espera a que te prepare los manjares que más te
deleitan, a que te cuente historias secretas, a que tiremos las runas y nos den
luces para mitigar el dolor y alimentar la esperanza. Hay gestos de nobleza que
pueden alcanzar lo imposible, hay utopías que nos hacen caminar, hay señales
que nos muestran el camino cuando nos extraviamos en sus meandros… hay gritos
desesperados que claman, que suplican…. Que intentan escalar muros
infranqueables.
Estas palabras, que se
pueden colocar en un calidoscopio, y leerse ya sea con el alma, ya sea con la
insensatez del egoísmo, o a lo mejor con la lucidez que da la reflexión sobre
nuestra idea del bien, intentan decirte en un ruego de liturgia y baraúnda, el
dolor que me hace el pensar en tu partida… como diría Jacques Brel: Ne me
quitte pas…
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