Por: Helcías Martán Góngora
Las algas marineras y los peces,
testigos son de que escribí en la arena
tu bien amando nombre muchas veces.
Testigos, las palmeras litorales,
porque en sus verdes troncos melodiosos
grabó mi amor tus claras iniciales.
Testigos la luna y los luceros
que me enseñaron a escribir tu nombre
sobre la proa azul de los veleros.
Sabe mi amor la página de altura
de la gaviota en cuyas blancas alas
definí con suspiros tu hermosura.
Y los cielos del sur que fueron míos,
y las islas del sur, cuando a buscarte
arribaba mi voz en los navíos.
Y la diestra fatal del vendaval,
y todas las criaturas del océano ...
y el paisaje total del litoral ...
Tu, solo de la mar, niña a quien amo;
ola para el naufragio de los besos,
puerto del amor, no sabes que te amo.
Para que lo sepas, te lo digo
y pongo al mar inmenso por testigo.
Mirando la noche |
Leí por primera vez este poema en Cali, en la Sevichería Guapi, el lugar donde se puede degustar un guiso de camarones que parece preparado por sirenas crespas y morenas. Allí estaba escrito al reverso de la carta de pedidos. Y quedé fascinado con su musicalidad; su desolada intimidad tiene el tono febril de un enamorado a la orilla de la mar. Suena a marimba de chonta, sabe a piangua, tiene aromas de brisa salada...
Para los adictos a la poesía ahí está la magia de Jorge Artel, con sus tambores de la Noche, la poesía de Candelario Obeso, los íntimos poemas de Rojas Herazo, los de Hernán Arias.... es la poesía negra que nos invita a conocer de sus raíces, de sus gritos de rebelión, de su alegría melancólica y de esa sensualidad desbordada que le adorna.
Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com
...Con pasión, rabia, dolor
ResponderEliminarquiero devorarte en mi cama
hasta el último de tus suspiros
para que no quede un rastro tuyo
que luego pueda torturarme...