Alfonso Córdoba “El Brujo”, excelso músico, compositor entre otros temas de Serenata Chocoana, también orfebre y maestro disfracero, le imprimió una característica particular a los disfraces, acentuando su sentido de protesta y crítica social. El disfraz de cada barrio es un secreto guardado con sigilo por sus habitantes, es también el reflejo de la concertación y apropiación de la fiesta, con ingredientes artísticos, lúdicos, religiosos y de festividad profana.
Para cubrir los costos de elaboración del disfraz, y para la confección de los “cachés”, se organizan bazares, recolectas barriales, fiestas, bingos, y otras actividades que acrecientan la solidaridad y la hermandad barrial. Hay claras diferencias entre barrios muy tradicionales como Yesquita y Yescagrande y otros que reflejan sus limitaciones económicas, y por lo tanto no todos los disfraces tienen la misma calidad, y corren el riesgo de ser repetir los mismos mensajes.
El disfraz evoluciona, pero mantiene intactos sus postulados de denuncia y protesta social, creo que tiene que conservarse y estimularse su apropiación en las comparsas, como el suceso de mayor trascendencia en la festividad, entendiendo que el barrio –que es también para los quibdoseños una extensión de la familia- es el fundamento principal de toda la tradición de las fiestas de San Pacho en Quibdó, y por eso tiene definidos sus conceptos de territorialidad que los hacen rivalizar de manera positiva.
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