SORTILEGIO
PARA SOBREAGUAR EN TIEMPOS DIFÍCILES….
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Qué tal un astrolabio para lunáticos
y argonautas de constelaciones imaginadas en sueños, o una serenata con un coro
de piratas ebrios….
O tal vez un fiscorno dejado en un
antro por Chet Baker, como garantía de pago, después de una de sus
interminables noches de excesos y de jazz…
¿Quién desearía acoger por varias
noches a un gato funámbulo, la seta, la oruga, el conejo y el narguile de
Alicia, o viajar de polizonte al País de Las Maravillas?
¿Será que alguien sucumbe a la idea
de llevar a su refugio el resplandor de mil luciérnagas enamoradas? ¿O al
disfrute de una cena con casabe, pupuñas, quiñapira, guaracús y surucos
moquiados, en la cosmogónica intimidad de la maloca del tío Sabino? O, se me
ocurre, una invitación a pecar en el paraíso terrenal del raudal del Jirijirimo,
con la traviesa complicidad de los payés del Mavecure.
Se contempla la entrega del hechizo de un
talismán elaborado con amonitas de color ámbar o, como premio alternativo, una
clepsidra, un yelmo de cristal, o la Enciclopedia de las cosas que nunca
existieron…
Un ramillete de chontaduros y
zapotes, un espejo de agua, un caleidoscopio que multiplique los ojos
almendrados y tornasolados de la esperanza y la querencia…. Un chinchorro y el
sonido de una gaita, que acompañe a los pescadores cuando en fandangos
tropicales y mulatos sueltan sus atarrayas en madrugadas de ciénagas plateadas.
Un mapa para descifrar la maraña de
meandros por donde Arturo Coba perseguía a su adorada Alicia…. Un parapeto para
prevenir los golpes de la vida o, a lo mejor, un ariete de alfandoque que
vulnere la puerta de la entrada a los placeres.
Un artificio para adivinar los
escondites de la naturaleza, que no figuran en la internet, el catalejo que
usan quienes alcanzan el umbral cuando miran hacia la copa de los árboles, la
línea irrepetible de un dibujo a carboncillo en la galería de nuestra íntima
pinacoteca.
Una caja de resonancia para amplificar la secreta voz de los desolados por la barbarie, así hayan sido perpetradas en Sudán, o en Tacueyó…. O la invitación a participar en la creación colectiva de una dramaturgia, vibrando absortos en una escenografía dialogante de paz, junto un crisol gigante para desaparecer las escorias del exterminio y la violencia…
Me gustaría sortear la ternura del
fantasma de algún idealista masacrado impunemente, o una cajita con mil
sahumerios para alejar los espectros de la guerra.
Todo esto quisiera recibir, una
alforja de ilusiones, la alegría de un despertar tranquilo, la llegada del
chaski trayendo buenas nuevas, la voz del pregonero anunciando la llegada de
las trapecistas y los saltimbanquis, una ancheta con pócimas para mitigar la
alienación, la ignorancia y la desmemoria… un barquito de papel para
devolvernos a la candidez de la niñez, ¡¡¡ una cajita de música que nos
despierte con las notas de nuestra banda sonora!!!
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