lunes, 22 de julio de 2024

VENTANA A LA POESÍA -3- SAMUEL JARAMILLO

 

DOBLE NOCHE

Doble noche” se titula el más reciente libro de poemas de Samuel Jaramillo González:

“El libro se abre con la doble presencia de la noche: la noche del día y la noche del desamparo; “noche dentro de la noche”, dice el poeta. En la noche del desamparo cunde la sensación del despojo y el golpe diario de saber que no existe el paraíso. Ni siquiera Dios habita en las sabanas de lloviznas y de heladas. Solo el cielo y las rocas, es decir, el aire, la tierra, el agua y el fuego confirman la existencia de este mundo. El ser humano es tan solo un inquilino. Habla entonces César Vallejo en estos versos. Dios es un pobre Dios, como es el hombre: miserable frente a las cordilleras y sus sabanas, las tormentas, la intensidad del sol y sus voces amenazantes. Hombres y mujeres callamos como invidentes. La impotencia, semejante a lo que fueron las sociedades primitivas, conduce al sueño que solo las ramas movidas por el viento neutralizan. Es que la vida es una herida que no se cierra, dicen estos versos. Y hay un lugar en que se condensan los imaginarios del poeta: Bogotá con los cuerpos que se funden en las noches de tinieblas. Este libro se cierra con una sentencia. “no hay ayer. No hay mañana”.

Fabio Jurado Valencia




HERIDA

No hemos nacido para sufrir, pero

¿cómo no agradecer el don

de reconocer que la vida es una herida?

 

La Sabana sangra y allí camino.

 

Me alumbra un ojo que todo lo ve,

y la blanquecina luz que siempre acusa,

baña lentamente el sendero

por el que transito.

 

Es la hora de sentir por todos.

Sal sobre ardor, carne sin piel:

vivir es arrancarse.

 

La vida es una herida.

Hay algodón manchado en los rincones.

 

Tiembla la córnea. Vacila el aire.

La vida es una herida.

No podría permitirme sanar de ella.

Sería inexcusable.

 

SUEÑO DE LAS CIUDADES

 

Las altivas ciudades del amor

se van apagando una a una.

 

Sus ríos oscuros, como siempre,

buscan sus rutas acostumbradas.

 

Una estrella extraviada

se refugia en tu pecho.

 

El tenue reflejo de tus senos lunares

es la linterna que iluminará

este firmamento vacío.

 

A mi bastón ciego

tendrán que florecerle ojos nocturnos.

 

Las ciudades del amor

se van despidiendo una a una.

no despertarán sino después de siglos.

 

El aire negro que se arremolina para envolverlas

no garantiza que tendrán un sueño tranquilo.

 

EPIGRAMA EN UN ESPEJO

 

En el espejo

empañado por mis suspiros

mi dedo inseguro

ha trazado las palabras:

 

“Te amo”

dice el espejo

por unos segundos más.

 

Y el poeta esgrime sus razones, tantas seguramente, como el gran Cátulo Castillo cuando escribió la letra del tango “La última Curda”: Ya sé... no me digas... Tenés razón/la vida es una herida absurda,/y es todo, todo tan fugaz,/que es una curda /- nada más!-/mi confesión!...





viernes, 5 de julio de 2024

¿OH, QUÉ SERÁ?… LOS OCHENTA AÑOS DE VIDA DEL GRAN CHICO BUARQUE


Palabra prima

Uma palabra so, a crua palabra

Que quer dizer

Tudo

Anterior ao entendimiento, palabra.


Hay escritores que tienen la magia de la fascinación desde que nos adentramos en sus primeras líneas, hay voces que seducen cuando revelan sus canciones, sus palabras. Esas genialidades que nuestra sensibilidad adopta, son las elegidas para acompañarnos en el trasegar por la vida. Desde las épocas de inquieta juventud, han asistido con nosotros a este convulsionado cambio de siglo; junto a ellos labramos la banda sonora de este recorrido existencial y, tal vez, en el íntimo recogimiento e introspección, sus acordes nos han invitado a decidir la senda de caminos inusitados, nos sacuden de incómodos letargos o, a lo mejor, son paliativo para estrellas no alcanzadas y sueños inconclusos.

Ellos (y/o ellas), con sus atributos inteligentes, coherentes, comprometidos, con la generosa entrega de su obra, contribuyeron a moldear nuestra personalidad, abrieron oquedades en los imaginarios, nutrieron de contenidos las conversaciones y noctámbulas tertulias, animaron las horas de ocio, incidieron en nuestros sentires, y dejaron tatuajes en recuerdos y añoralgias.

En la cúspide de nuestras preferencias musicales hemos ido depurando una selección. En este caso no podríamos hablar de ídolos, más bien les podemos otorgar la categoría de maestros, de referentes artísticos, de escultores de notas que, aún hoy, quedan adheridas a nuestras fibras más sensibles.

Reconociéndole ese lugar de privilegio, estas líneas emergen del reconocimiento y admiración hacia Chico Buarque de Holanda, tal vez uno de los más grandes músicos, poetas e intelectuales del Brasil. Chico encarna algo así como la sumatoria del movimiento del Bossa Nova -de Vinicius de Moraes, María Kreuza, Tom Jobim, Joao Gilberto y Gal Costa, de Toquinho, Gilberto Gil y Milton Nascimiento, para solo citar algunos-, y la esencia de las músicas de su Brasil natal; la samba, el forró, la música popular, los sonidos de los músicos ambulantes y las cadencias de las tropicales pieles morenas de las playas y los carnavales.

Sus temas, que suelen transitar por estados de profunda melancolía y sentimientos eufóricos, como en la plenitud de la comparsa de una exuberante escuela de samba, se articulan en las confluencias del surrealismo de las vidas cotidianas que, con delicadeza y picardía, Chico explora con cabeza y corazón. Así, ese alquimista de la palabra “del poeta delirante, del profeta embriagado, de las fantasías de los infelices”, insiste que la belleza no será derrotada y que “los fantasmas seguirán suspirando por las alcobas”. Sostienen quienes se han adentrado en su obra que, uno de sus grandes atributos es “Contar el mundo con audacia, con una forma contundente de escribir, adelantado en el tiempo y con un ingenio e inteligencia visto en muy pocos autores de música popular en el mundo”. Las letras de sus canciones, que nos sorprenden con analogías crípticas y juegos de palabras, describen escenarios comunes, íntimos, se adentran en la esencia de los trovadores, agudizan su observación como el cronista que escudriña los inframundos trasgresores del malandro, se adentran en asuntos políticos para denunciar las injusticias, las duras relaciones entre el capital y los trabajadores, las catástrofes ambientales, y también se explayan en la exquisita y sensual voz de los amantes.

En Chico Buarque se reúne el dramaturgo de Vida y Muerte Severina, el cineasta de Bye Brazil y de Doña Flor y sus dos maridos, el escritor de las novelas Budapest, y El Hermano Alemán, junto al complejo músico, la voz que nos enseñó, al decir de Daniel Viglietti, a hablar en Latinoamericano, pues Chico es uno de los artífices de la comunicación entre las generaciones inquietas por el devenir de los pueblos. Así alimenta esa espiral de múltiples formas culturales que moldean concepciones y aportan a la construcción de constelaciones espaciales y éticas para mejores momentos históricos, para “zonas de despeje” más lúdicas, más fraternas, más humanas.

La primera vez que supe de su existencia fue a raíz de su canción “Construcción”, elaborada con letra muy singular, pues la última palabra de cada verso tiene una acentuación esdrújula. “Construcción” es uno de esos temas dolorosos, incómodos, que hablan de la degradación de las personas obreras en su relación entre el capital y el trabajo, una forma de sincretismo para denunciar los tiempos aciagos de las feroces dictaduras no solo en su país, sino en el continente; no hay que olvidar que junto a Toquinho fue obligado a vivir en el exilio. Su esencia de compromiso social, determina esa voz contestataria en “Cálice”, censurada tiempo después, cuando fue “entendida” por los sables del poder imperante.

Chico Buarque, el poeta admirado por el gran Willie Colón,  quien elaboró las estupendas versiones de Oh, qué será”, “La Noche de los Enmascarados”, “Miel”, “Amor barato”,  es exaltado en el sentir de Silvio Rodríguez, quien le dedica unos versos en su tema “Quién fuera”: “Estoy buscando melodías/Para tener como llamarte/Quién fuera ruiseñor/Quién fuera Lennon y Mc Cartney/Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque/Quién fuera tu trovador….”, es ungido en su panteón  por Fito Páez y las nuevas generaciones de músicos y cantores que han versionado sus canciones en sones de tango, de fado, de jazz o de bolero, es el malabarista que con sus acordes reflexivos nos sugiere imágenes secuenciales, evocadoras y al mismo tiempo premonitorias.

La calidez y la sensualidad del idioma portugués ofrecen el cáliz para beberse sus músicas. Escucharlo es abrir la puerta a los deseos de encontrar y desentrañar esa saudade. Afortunadamente Daniel Viglietti y otros cantautores han hecho buenas versiones en español de sus más reconocidas canciones. Chico es un músico complejo, sinuoso, que obliga a pensar, que desdeña la banalidad y obliga a ir más allá del estribillo, que remueve prejuicios, su gran mérito es la virtud hacernos ver más allá de lo que se puede ver a simpe vista, que nos señala la necesidad de “desorganizar narrativas hegemónicas”.

Hacer este tributo en sus ochenta años a Chico Buarque es sentir profunda admiración por su exquisita y significativa obra, es un reconocimiento a su compromiso y reflexión crítica. Algunas de sus composiciones para “zarpar” hacia el conocimiento y disfrute de esa travesía sonora y vivencial pueden ser: Pedro Pedreiro, A Banda, ¿Oh qué será? A flor de terra, Construcción, Cálice, A pesar de voce, Bye Brazil, Cotidiano, Eu te amo, Uma palabra, Bastidores, Soneto, Fado Tropical, Geni y el Zeppelin…. Después cada uno de ustedes hará su selección. Ojalá Chico Buarque continúe entonando la “Samba do grande amor”, porque como lo expresó Fito Páez: “Chico Buarque tiene puestos los anteojos que dejé sobre un cuaderno con su rostro iluminando el cuarto, entrando en la mañana, carabelas de la nada, carabelas nada.” 



martes, 2 de julio de 2024

VENTANA A LA POESÍA 2 - ORIETTA LOZANO

Orietta Lozano es una de las mejores voces de la poesía colombiana actual, va navegando entre el silencio del olvido y el péndulo implacable del tiempo, dibuja sus íntimos paisajes en oníricos espejos y, al leerla, se siente un temblor que sacude la piel y nos recuerda la absurda necesidad de esquivar los senderos de la desolación y asistir a nuestro propio sacrificio "como dioses frágiles entre los brazos de la tierra". El Brocal del Pozo, su reciente novela, nos sumerge en la fantasía del delirio, cuando la locura es un estado superior de lucidez. 

Estos 5 poemas son ventanas para adentrarse en su obra. 



DESTRUIR EL TIEMPO

"Ay las mujeres que murieron
fingiendo amistad."
Erika Jong

Quién me impide
caer, embriagarme, consumirme.
Nadie detiene el tiempo
y sola puedo andar
por el salvaje azul mundano.
Destruir mi tiempo o salvarlo,
agotarlo en una intensa noche de delirio,
amar al amante de mi amiga y confesarlo.
Estoy deliciosamente borracha, alucinada.
Mi mundo es el torbellino de la danza
y de las sombras.
Nadie reposa mi angustia, yo sola la sostengo
como un hermoso cometa de alquitrán.
Viajero nocturno, intérnate en mi sombra,
dancemos poseídos por la música
condenados por la magia negra.
Después vendrá el grito cegador de la invisible
a ocultarnos sin disfraces
en la oscura y clandestina fiesta
y sobrará el silencio.



LA  AMANTE

Soy la amante
que estrenas
la nueva, la eterna
la de columnas seguras
que se abren perfectamente
para dar paso
a tu mar ancho y espeso.
Soy la de paralelas montañas
por donde han caminado
pájaros heridos de amor.
Soy la amante nocturna
la de noctámbulos besos
(mis ojos túneles profundos
donde se pierde tu soledad)
Soy la de siempre, la eterna
la que te arranca el hastío
de cada costado
la que se tiende plácidamente
la que se para
la que te sorprende
la que se quita las vestiduras 
y se lava en tu río claro.
Soy la que te crucifica
con mis ojos, con mi lengua
la que se pierde
en tu mirada lela
la que infatigable recorre tu cuerpo
la que vibra con devoción
en tu silencioso  mundo.
Soy ella, la eterna,
la antigua, la nueva,
la de siempre
la que se cierra
la que se abre
la de ambivalentes tardes.
Soy la que renace
la que se abre
la que se cierra.




PERDIÉNDOME EN TU CUERPO
(Para él, que tanto la recuerda).

Mi boca de poca risa
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo 
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.


SILENCIO EN LOS JARDINES FANTASMALES DE MI CASA

"... cuando duermes sobre el regazo
de una tierna compañera."
Safo de Lesbos.

Amiga, me parece que hoy estás brillante,
deliciosamente furtiva y misteriosa,
casi pareces pintada como una diosa negra.
Tú viertes la leche en la vasija
y me hablas bajo, susurrándole al silencio,
de Cavafis, de Justine me hablas,
de tu nuevo libro abandonado en una imprenta
y de esa clandestina temporada en el infierno
entre vino seco y yerba fresca.
En tus manos reposa la copa de marfil que te recuerda
aquel amante que tocaba el piano cada noche.
La elocuencia de tu voz me ha intimidado
y tu presencia me exilia de mi propia casa.
Mujer más hermosa que muchacha en flor,
¿has conocido hoy la intimidad de mi silencio?


 PAISAJE

Abajo, la tarde se va ciñendo
a los contornos de los patios, 
flores que estallan como astros,
pájaros flotantes, viajeros fascinantes
que despeñan miradas huidizas,
y la luz de las lámparas va saliendo
del oscuro rincón de las tinieblas.
Nadie canta, solo el choque del agua y de la piedra.
Un cometa se retuerce, gira y cae
en plena vena púrpura del árbol.



Fotografías de la serie Ventanas.. MEC.

viernes, 21 de junio de 2024

LA PAZ TOTAL ¿ES POSIBLE ALCANZARLA?

La PAZ TOTAL y sus pírricos resultados….

Aun así, ¿es posible alcanzarla?

 

“En los excesos de los suplicios se manifiesta toda una economía del poder”

Michel Foucault

 

El logro de un Estado de Paz no avanza como lo pretende el Gobierno del Cambio, sencillamente porque no es un propósito colectivo, porque aún no se han hecho los suficientes, y urgentes, esfuerzos por crear una pedagogía para sensibilizar y propiciar su evolución; en este escenario, es preciso elaborar un “glosario” de símbolos y actitudes para desarmar; ellas tienen que nutrir los diálogos… y los mensajes emitidos desde la institucionalidad (que deberían vincular activamente a medios comunicativos de las comunidades y de los sectores que trabajan por la Paz)  deben reflejar hechos que den cuenta, que las tan esperadas transformaciones en los territorios de comunidades enteras arruinadas por el conflicto y por la ausencia de Estado y gobernanza, son posibles y se están cristalizando.



En esa perspectiva, la Paz no se materializa porque aún somos incapaces de avizorar paisajes de concordia, tanto en lo privado como en la esfera de lo público; no se materializa porque no tenemos la capacidad de imaginar futuros. En el entramado de la abundancia de dioses contemporáneos que hemos creado, la violencia adquiere una categoría ceremonial en donde pululan el miedo, el rencor, las venganzas que impiden el surgimiento de imaginarios posibles o proyectos colectivos de nación. Para avanzar en estos propósitos necesitamos de la presencia de un Estado (un andamiaje institucional) que garantice conversar, que permita escuchar la voz de los disidentes, e interactuar sin mencionar las palabras victoria o rendición.

La esencia del actual gobierno, como dice su lema institucional: Colombia, Potencia Mundial de la Vida, es hacer una política para la vida, en todas sus expresiones, es la permanencia de lo esencial, y la Paz es uno de los atributos fundamentales para darle valor a la vida. Las instancias encargadas de gestionar y buscar la Paz tienen la responsabilidad y el compromiso de reconocer los diversos conflictos armados que existen en el país, y establecer las pautas requeridas en cada caso para gestionarlos, sin trampas, sin fragmentaciones; a estas alturas, tanto los adversarios como la sociedad, de alguna manera coexisten en un “collage” en donde reclaman respeto, reconocimiento y opciones dignificantes para des escalar los conflictos.

No se puede desconocer el poder que ejercen el ELN, las FARC y sus disidencias (Estado mayor Central – Segunda Marquetalia) los llamados GAOs (grupos Armados Organizados) las AUC….  en los territorios y su influencia sobre sus pobladores. Las confrontaciones entre ellos por el control y la supremacía provocan una serie de conflictos “irregulares” y la balcanización de violencias propiciadas, además por las dinámicas de las economías ilegalizadas. Cada proceso de Paz exige alternativas novedosas, acordes con las épocas y el conocimiento de las dinámicas y economías regionales. No hay fórmulas exitosas, lo que funcionó hace treinta años correspondió a contextos sociales y políticos de ese entonces; ningún grupo o fracción de la insurgencia está dispuesto a someterse, cada uno de ellos surgió por unas causas y en unos contextos específicos; así gran parte de la sociedad no lo vea así, han recorrido un camino. Este es el país real. Ni negar, ni desconocer los asuntos estructurales, ni dividir, es sano ni eficaz para la Paz.

 


Mientras persistan los actuales niveles actuales impunidad y corrupción se complejizan aún más las posibilidades para generar entornos de Paz, pues quienes se benefician de los negocios y dádivas de las fragmentaciones que producen el desgobierno y la debilidad de la justicia, son quienes promueven y estimulan la exacerbación de los conflictos. Solo así continuarán manipulando el poder y engrosando sus arcas, pues la guerra y el suplicio resonante son evidentes ejercicios de irregular soberanía.

El reclamo de nueve millones de víctimas de un intrincado conflicto, aún con la aplicación de la Ley de Víctimas, no alcanza a quebrar la indolencia de una sociedad, a quien, como a la historia oficial, no le importan los hechos cotidianos de violencia, porque estos no son trascendentales, ni dignos de narrar. Es como si se quisiera engañar al olvido, como si bajo el influjo insospechado de versiones elaboradas por las maquinarias del poder se invisibilizaran las voces del dolor.

No bastan los clamores de la Sociedad Civil si ellos no alcanzan a permear los nichos de protección en donde se parapetan la indiferencia y la comodidad de amplios sectores de pobladores aferrados al bienestar individual y a la noción de éxito pregonada por medios masivos e influencers. Somos culturalmente heterogéneos, con múltiples concepciones sobre el bien común, la identidad, la igualdad o la equidad, por ejemplo… La pregunta es: ¿de esa yuxtaposición de ideas y de la amalgama de pluralidades es posible elaborar un concepto de Paz que seduzca a la mayoría de la población colombiana? ¿Una noción que, necesariamente vaya más allá de los tan esperados ceses de fuego y hostilidades por parte de los diversos grupos armados, y que nos permita avanzar en la comprensión de poder resolver (o manejar) los conflictos sin necesidad de emplear la violencia?

La Paz y las diversas interpretaciones de los “sentimientos de amor y solidaridad” pueden ser una aleación demencial si desde cada orilla jalan para su lado o conveniencia; su incomprensión íntima, integral y ética destruyen cualquier propósito de armonía y de respeto hacia las demás personas. Eso lo saben muy bien, y nos lo enseñan culturas tan ancestrales y sabias como los Koguis…. La palabra en su dimensión más acendrada, debería ser ese espejo que refleje coherencia entre la realidad y el deseo, y esto, precisamente es lo que no se vislumbra en los acercamientos y conversaciones entre los interlocutores y fracciones beligerantes del conflicto que vivimos. Si la desconfianza es recíproca, la extrañeza y el fracaso son inevitables, y la esperanza se diluye en un tinglado de protagonismos perversos o ingenuos.

Sin embargo, hay lecciones que no se quieren aprender, que, con insistencia, los enemigos de los procesos de paz se empeñan en desconocer, ahí están, entre otros, los procesos que avanzan en la Justicia Especial para la Paz, los hallazgos de la Comisión de la Verdad, las iniciativas para implementar las Justicias Restaurativas, los ingentes esfuerzos de pueblos que claman por hacer aportes propios en la búsqueda de su supervivencia y permanencia tranquila en sus territorios.  El libreto conceptualizado y fundamentado inicialmente por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, en donde se privilegia la participación de las comunidades, el respeto a lo pactado y, ante todo, la perspectiva de desentrañar y eliminar los motivos estructurales de quienes han optado por recurrir a las armas como alternativa de subsistencia y reconocimiento, es un aporte sustancial en la retícula de este diseño. Mientras los niños jueguen a la guerra, la vida no tendrá el sentido ni la trascendencia necesaria para la consolidación de la tan mentada Paz Estable y Duradera.



Los aportes que se hacen desde sectores intelectuales hacia un pensamiento social y crítico, con frecuencia se enredan, o son interpretados como refinadas confabulaciones para exacerbar los apasionamientos y la polarización. En otros casos, son poco entendibles o accesibles para amplios sectores de la población. Es allí, precisamente en donde la cultura tiene que entrar a jugar un papel vital en la construcción de nuevos imaginarios, en la consolidación de una “Estética para la paz y la reconciliación”, de unos lenguajes incluyentes que hagan parte del diario vivir, de la canasta familiar. Esas “empatías estéticas” seguramente no saldrán de la inteligencia artificial, son la apuesta colectiva que tendrían que emprender los soñadores y los artistas en procesos locales y territoriales de inclusión y difusión... en la escuela, en la calle, en los medios.  La Paz que queremos no es la impuesta por los vencedores, no es la que se obliga, es la que, en un estado democrático, deciden hacer a voluntad y por convicción sus ciudadanos, provocar ese despertar ciudadano, en una manifestación para que el mandato de la paz sea real. En nuestro caso, este propósito demanda una verdadera revolución cultural, ¿Difícil? Sí, pero, como decía Eduardo Galeano: La Utopía está en el horizonte… nos sirve para caminar…. 

VENTANA A LA POESÍA -1- MARIO RIVERO

 VENTANA A LA POESÍA - 1- 



Un hermoso poema de Mario Rivero

Verde era el valle donde nos conocimos, 

y unimos las manos, amantes enamorados.

Allí nos regocijamos, yo el indómito esposo,

y la muchacha embriagada.

Sorbimos la vida de gusto azucarado.


Húmedo de sombras el bosque

en donde perdimos el camino,

aunque todavía aún volvimos a encontrarnos,

a salir al paso señalado,

y a emprender el ilusionado regreso.


Aquí y allá emergen dulces las islas,

en donde me dijiste: "quedémonos".

Debo decir que fue un lindo trayecto,

pero yo tengo que dejarme arrastrar todavía

a aguas desconocidas,

y tú regresar a salvo, a tierra firme.


miércoles, 30 de noviembre de 2022

 

El Sistema de Conocimiento Ancestral de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad –UNESCO-

 

LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA NOS HABLAN DESDE EL CORAZÓN DEL MUNDO



“cada pájaro y cada animal tiene su espíritu, tiene su canto, exactamente como la lluvia, el viento y el llanto”.


Y primero estaba el mar….. Aluna era el mar, Aluna era un espejo de agua…. brotó luego el resplandor de la sabiduría, y en ese destello se inventaron las palabras…. Y dentro del espejo de agua se veía ya la Sierra Nevada. Hicieron entonces música de viento y tambor y cantaron como aves. Formando una montaña quedaron las nueve hijas de Aluna, las mismas que estaban dibujadas entre la espuma de la mar….

Ahí están, ahí permanecen, en una resistencia pacífica han sobrevivido al exterminio, al sojuzgamiento y a la destrucción de los conquistadores, de los colonos, de los grupos armados, de los narcotraficantes, de los terratenientes, de los misioneros capuchinos, de los pastores de las nuevas religiones, de los mineros, de políticos mañosos, y hasta de los empresarios del turismo que apetecen su fascinante territorio. Kakuseránkua, la Sierra Nevada, esa privilegiada montaña que besa el mar y llega a tocar el cielo en sus más altas cumbres, es la morada ancestral de cuatro pueblos milenarios, que se consideran descendientes de los Taironas: Los Kogui, Wiwa, Arhuaco y Kankuamo. Ellos, según su Ley de Origen, tienen como misión cuidar la naturaleza y el universo.

Desde su prodigioso conocimiento ancestral, los Mamus, han tejido un pensamiento que trasciende, que se eleva y convive con la Madre Tierra, nuestro lugar, generadora de vida, de la cual procedemos, de la cual dependemos, y adonde retornaremos en el ciclo cumplido con la muerte”. Ellos, los Mamus, y ellas, Sakas, saben de las estrellas, de los antepasados, de las piedras, del fluir de las aguas, de sus lugares sagrados y sus pagamentos, de los mandatos que sustentan la existencia y convivencia en armonía tanto físico como espiritual de sus pueblos, el legado invaluable que ha sido transmitido de generación en generación, y que permite el diálogo entre los seres humanos y la naturaleza.

Los mayores, las mujeres y los niños han entendido cuál es su misión en el mundo, ellos saben del universo y sus fuerzas vitales, de sus dimensiones como seres humanos y la de los otros seres. Han tomado conciencia de sus conductas prohibidas y acatan sus principios de la justicia y del derecho propios, han establecido unos códigos de autoridad y de permanencia en el territorio, que definen su identidad, su memoria y su cultura.

Así la representan en su vestuario, en sus músicas de flautas, tambores, caracolas y maracas… en sus cantos y sus danzas; en los tejidos de sus mochilas y en preciosos diseños que significan senderos, caminos de herradura, rayos, hojas, y que identifican a quien las usa, ya sea hombre, ya sea mujer, sea autoridad o guía espiritual.

En sus Kankurúas o templos ceremoniales, los adultos, con su inseparable poporo, al compartir las hojas de la coca, esa planta que les ha sido otorgada por los dioses, orientan el espacio de sus pensamientos y sus acciones en procura de defender sus derechos y permanecer en ese territorio que les pertenece ancestralmente y  han delimitado con la llamada “línea negra”.

Los jaguares y colibrís de color verde esmeralda, van mostrando los senderos que llevan a Nabusimake o a Teyuna; van con sus ovejas, sus perros y su asnos, las mujeres hilan la lana, los hombres tejen mantas, muelen caña, y por su sabiduría y su hermanamiento con la naturaleza en una relación espiritual, histórica y trascendental, se consideran nuestros “hermanos Mayores”

Por esto, y mucho más, hoy 29 de noviembre la UNESCO ha declarado como Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad el Sistema de Conocimiento Ancestral de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Es muy complejo para la sociedad occidental entender en su dimensión un pensamiento coherente y lúcido que trasciende el bienestar determinado por el éxito, el progreso y la estabilidad económica, aún a costa de pisotear la permanencia de las demás especies, (inclusive de la nuestra) de propiciar su extinción o la desaparición de su hábitat. Tal vez, en un futuro no muy lejano, y ojalá no sea demasiado tarde, logremos entender esa concepción de vida que, siendo diferente y profunda, nos puede dar pautas para lograr una armonía y un equilibrio como colectividad, esa que se ha ido perdiendo al exacerbarse las brechas de la desigualdad y la exclusión. Aún es tiempo de escuchar la voz de Seizánkua… Estas notas son tan solo una invitación a las personas lectoras, a adentrarse en el fascinante mundo de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta, y reflexionar sobre un pensamiento que cautiva con la poesía, la fantasía, el simbolismo y una filosofía ancestral, como un faro no convencional para la comprensión de la razón de ser de nuestra limitada y efímera existencia.

 

martes, 22 de noviembre de 2022

A Pablo Milanés In memoriam… Quisiera fuera una declaración de amor….

 

De qué callada manera

Se me adentra usted sonriendo

Como si fuera la primavera

Yo muriendo

Yo muriendo….

 

La Nueva Trova Cubana está de duelo…. ha trascendido el gran Pablo Milanés. El cantor, el cantautor que con su guitarra caminó de la mano de la revolución; de esta revolución de la que pregonaba: “No vivo en una sociedad perfecta”, que la entendió y amó, que fue consciente de los muchísimos aspectos que habrían de mejorarse, de las nefastas consecuencias de un bloqueo y de la poca solidaridad de muchos pueblos con su adorada isla.

En los laberintos del compromiso, en las formas de las nubes en el horizonte, en las callecitas del más puro sentimiento, en sus proposiciones de encuentros entre espíritus y Orishas para inventar bellas apariciones, en medio de la consciencia plena del camino andado… ahí se nos mostró íntegro y con sideral lucidez, queriendo “Celebrar la primavera en el hermoso letargo de tu cuerpo”

Sus canciones de compromiso social y político “Si el poeta eres tú”, Pobre del cantor, Todos los ojos te miran, Amo esta isla”, se conjugan y complementan en las bellísimas estrofas de “Yolanda, Ya ves (sigo pensando en ti), De qué callada manera, Yo no te pido, El primer amor, El breve espacio en que no estás”, o en obras existenciales como Para Vivir, Recuento, o En Paz. En su oceánica inquietud,  de manera simultánea y contemporánea escarbó en las raíces de su identidad, y se adentró en el son, en el bolero Filin, en los homenajes a los grandes boleros mexicanos, en el reconocimiento a la música tradicional y a sus cultores.  

Pablo Milanés, es uno de los músicos más grandes que prodigó la vida a nuestra generación idealista, contestataria, profundamente crítica de anacrónicos sistemas de dominación… Pablo, una voz del inconformismo, de la rebeldía, y también de testimonio del triunfo y el sacudón de una isla tratada como lupanar del imperio. Cada obra suya es un poema, tiene la exquisitez del lenguaje bien tratado, de la pulcritud y la belleza de la palabra, del inmenso respeto hacia una audiencia que lo seguirá queriendo y disfrutando. Esa es la huella, el reconocimiento de quienes te admiramos y hoy te hacemos homenajes en múltiples rincones de las atribuladas geografías de la inequidad y la injusticia.  Junto con una simbólica flor en tu tumba, va el agradecimiento por mostrar la posibilidad de la belleza, el sentimiento, y la permanencia del amor, aún en los más intrincados y conflictivos momentos de la existencia.

Las letras de sus canciones no dan  importancia alguna a los bienes materiales, son una demostración de  los atributos y valores que nos corresponden cuando van más allá de las mercancías y la ostentación; el erotismo tuvo en él, el tratamiento exquisito que merecen los excesos con amor. Su apego por el Mar Caribe, por las noches cubanas, por su Habana secreta, es una invitación al ensueño y a los encuentros con nosotros mismos, esos que a veces olvidamos por estar inmersos en trivialidades y absurdas pretensiones. Su música, querido Pablo, que nos ha acompañado desde las épocas de inquietos estudiantes, en noches de peñas, vino y cigarrillos, en extenuantes tertulias, acompañadas por tocadiscos y grabadoras con tu música de fondo, en amaneceres de trasnocho, en los antros de juvenilias pobres al compás de la guitarra de algún aficionado cantautor,  tu música y la herencia de una existencia coherente, son la huella indeleble con que nos has tatuado, y “Si ella me faltara alguna vez, si ella me dejara de querer, si ella se olvidara de cantar, si ella no inundara esta ciudad, Yo no escribiría esta canción”.

Pablito Milanés: Que tu viaje hacia las constelaciones sea plácido y sereno; que tu luz siempre sea una guía para los soñadores y poetas que creemos aún en la utopía de concebir y vivir en una sociedad mejor y mucho más humana. Hasta pronto…. Hasta siempre!!!! 



miércoles, 16 de noviembre de 2022

 

ALGORITMOS DE CIUDAD

Acodado en montes que ayer fueron ciudades

Polifemo bosteza.

 

Octavio Paz, “Himno entre las ruinas”.

 

La ciudad, ese maravilloso invento de la humanidad, magia que nos permite interactuar y establecer códigos para regularnos, es una concepción mental para que sin conocerse, (o saber de su existencia, eso creemos)  los “Homo Sapiens” hayan  erigido centros urbanos en los cinco continentes. Cuzco, Machu Picchu, Petén, Uxmal, Oxkintok, Teotihuacán, Teyuna, Bacatá, Babel, Ur, Babilonia, Petra, Luxor, Alejandría, Zanzíbar, Mombasa,  Damasco, Sidón, Samarkanda….. Tebas, Mitilene, Qubala….. son tan solo algunas de las ciudades más antiguas y evocadoras del planeta; su fascinante historia nos puede llevar a hacer viajes maravillosos en el tiempo. Las huellas de su arquitectura, la reconstrucción de la vida cotidiana de sus pobladores, su simbolismo político, religioso, cultural nos invita a admirar la inspiración de sus gestores, de quienes adoptaron esa concepción de sedentarismo que propició el que los hombres se agruparan para convivir y concebir la noción de futuro.

Vivir en comunidad, establecer sociedades, crear vínculos, espacios públicos, vías y corredores, escenarios culturales, de recreación e intercambios, mercados, normas sociales, escalas de poder, autoridad y gobierno, acceso al agua, entre otros, implicó la aceptación de normas, derechos y deberes; a partir de ahí se erige la categoría que se sintetiza en una palabra magistral: CIUDADANO.

Tal vez uno de los más bellos libros que ha llegado a mis manos se titula “La Enciclopedia de las cosas que nunca existieron”. Este recorrido maravilloso por la fantasía nos lleva a soñar con las ciudades de las Mil y Una Noches, viajar hacia la Atlántida, intentar escalar la ciudad amurallada de Camelot, pasear por la calle principal de la ciudad matriarcal de Kor, embriagarnos hasta la hilaridad en Vinolandia, hacer expediciones en busca de las ciudades de El Dorado, o las desconocidas que en sus viajes visitó Marco Polo, o como Tomas Moro, imaginar la capital de Utopía, en donde habitaba una sociedad ideal, pero imaginaria.

El cine, las artes y la literatura están repletos de referentes y obras que miran a la ciudad como un animal de mil ojos, como si cada calle, habitante o bombilla fuera una estrella indescriptible y única de esa gran galaxia que se refleja en la noche, en la bóveda celeste de una dimensión que apenas intuimos en su fase más incipiente. Cada uno de nosotros podría hacer una antología de sus mejores lecturas y referentes sobre las ciudades, ya sea imaginadas o reales, de paisajes urbanos, de ciudades de viajeros, de míticos lugares, de evocadores y abigarrados bazares, o de cicatrices  que deja el tiempo en las preciosas ruinas de palacetes y olvidados recovecos. O, porqué, no, viajar a las ciudades de los superhéroes:  Ciudad Gótica, Metrópolis, o Springfield.

Italo Calvino, en su libro “Las Ciudades Invisibles” que son sus ciudades inventadas nos hace una poética reflexión sobre la ciudad y la memoria, la ciudad y el deseo, las ciudades y sus nombres, las ciudades y los muertos, las ciudades y el cielo, las ciudades escondidas…. Estas ciudades, todas con nombre de mujer, como Diomira, ciudad con setenta cúpulas, Anastasia, una ciudad bañada por canales concéntricos, Octavia, la ciudad telaraña, Eudoxia, ciudad de callejones sin salida, Moriana, con sus puertas de alabastro, transparentes a la luz del sol, Clarisa, con su historia atormentada.

Este amor a la historia de las ciudades lleva inevitablemente a la pregunta: ¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Este interrogante abre un amplio abanico de inquietudes sobre la complejidad de las  megalópolis, sobre las transformaciones e incongruencias entre la cuidad soñada, la ciudad planeada y la ciudad real; los inframundos y los suburbios, sobre la migración y las identidades. Cuáles son las travesías e imaginarios urbanos para viajar por los vericuetos y las playas de concreto. Cuáles y cómo enfrentamos los miedos en esquinas desconocidas,  el peligro que acecha con las sombras, o paranoia que producen la velocidad, la muchedumbre  y el delito.

Néstor García Canclini nos habla de automovilistas y peatones como “dos bandos enemigos” de los territorios que trascienden los entornos habituales y en donde se experimenta “que la urbe sigue más allá” donde se evidencia el desconcierto ante lo inabarcable e incomprensible. Por lo menos las ciudades latinoamericanas, entre ellas las colombianas libran una feroz contraposición entre la promoción de sus “imágenes amigables”, frente a los imaginarios soportados en recurrentes hechos traumáticos de violencias, exclusión, polarización, pobreza y miedo, de congestión, desorden y tumultos. De ahí que atravesar las ciudades pueda ser considerada casi una proeza.

Bueno, ¿y las ciudades sostenibles? Es evidente la percepción de la ciudad como una trampa en la que muchos de sus habitantes marginales intentan sobrevivir; Bogotá es una de ellas. Hay impactos ambientales que se suman a todos los factores de riesgo y salud de sus habitantes; aún con la calidad del aire que respiramos, nos oponemos a los esfuerzos por disminuir la huella del carbono, a entender que el cambio climático es una realidad que se evidencia en las catástrofes que vivimos en las prolongadas épocas de sequía o lluvias. En una ciudad donde ni siquiera sabemos el nombre de nuestros vecinos, se hace necesaria con urgencia transformar los hábitos de vivir, de volver a humanizar la ciudad, descentralizar la cotidianidad, para evitar los extenuantes viajes en procura de trabajo o servicios, algo así como el principio de Blas Pascal, en donde “el centro esté en todas partes y la circunferencia no exista”.

Con las evidencias contundentes que se nos presentan debemos asumir que la transición minero energética es nuestra obligación con el futuro de nuestra especie, que el cambio climático sí es una amenaza real para provocar la extinción de la humanidad, que las energías alternativas son el camino, así sean en principio, financiadas con recursos de las explotaciones del petróleo. Se podría avanzar con sensatez y prudencia buscando transiciones ordenadas y planeadas para hacer mejores hábitats. Sin embargo, ello solo será posible si cada uno de nosotros, como ciudadanos y pasajeros urbanos, ejercemos la ciudadanía de manera consciente y coherente, Solo así podríamos enfrentar la incertidumbre del caos que avanza y de una gobernabilidad en crisis, pues, aunque el urbanismo puede hacer las ciudades más amables y acogedoras, la ciudad es la gente y sus actitudes y amor (o indolencia) hacia ella.

De ahí la importancia de las políticas y acciones artísticas, culturales, pedagógicas en la formación de ciudadanos y ciudadanas, con pleno conocimiento de sus derechos y deberes… tal como ocurría en Atenas o en las ciudades imperiales de la China, o como sucede en algunas ciudades del viejo continente.

Porque como decía el poeta Constatin Kavafis:

“No encontrarás otro país ni otras playas

Adonde vayas la ciudad te seguirá

En las mismas calles vagarás

Y en los mismos barrios y suburbios envejecerás”.

martes, 1 de noviembre de 2022

 

Los revoltosos Embera Chamí

Nos acostumbramos a verlos en las ciudades, recorriendo calles, sentados en los andenes, vendiendo baratijas, cantando, bailando o buscando quién les compre sus collares de chaquiras. Nuestra indolencia con sus mujeres y sus hijos rompe el mínimo sentido de la solidaridad… a veces pareciera que los despreciamos, que son un estorbo que afea el paisaje y que su pobreza nos emputa.

Nos molesta que invadan un parque, que beban chicha y aguardiente, que se tomen las puertas de un ministerio, o que se quejen porque viven hacinados a expensas de la precaria caridad de la administración de una ciudad que los trata como a delincuentes o habitantes de la calle.

Y están en las ciudades porque han sido expulsados de sus tierras, porque en épocas remotas fueron arrinconados en las cabeceras de los ríos, porque la colonización antioqueña invadió sus territorios con el argumento de que eran tierras de nadie….  Porque apareció la fiebre del oro, porque llegaron muchos grupos armados, porque en los lugares donde reposan sus voces mayores se construyeron represas, porque les quitaron la posibilidad de cultivar…. Porque sus Jaibanás han sido impotentes en su labor espiritual de conservar el equilibrio en sus territorios, porque su dios Karagabí no ha podido contrarrestar las fuerzas del espíritu del mal de Tutriaka.

Han llegado a las ciudades donde no tiene cabida el espíritu del bosque, donde no hay lugar para hacer rituales de limpieza espiritual, donde sus cerbatanas resultan inútiles y en donde es imposible conseguir fibras para hacer su cestería, barro para cocinar sus ollas, o jagua para pintar sus cuerpos. Ya no hay lugar para la ombligada, y sus espíritus perdieron la tranquilidad.

Ni siquiera nos preocupamos por saber algo de ellos, de esa oralidad en una lengua extraña, que va diluyéndose en el tiempo, de su pensamiento ancestral que ante todo plantea el equilibrio y la armonía con la naturaleza, sí, la misma que ahora descubrieron los ambientalistas y los políticos, ellos la practicaron durante milenios.

Bonitos sus collares y pulseras, en ellos está plasmada toda una filosofía de vida, un complejo diseño que refleja su mundo, ese pensamiento que resume la paz como una sincronía entre las personas, la naturaleza y Dios. El sortilegio de sus colores debería alumbrale a quienes las compran y las lucen el camino de la fraternidad, del respeto y la admiración por su tenacidad para resistir el oprobio el desabrigo y el hambre.

Ser indígena en un país excluyente ya es complicado, de ahí el suicidio de tantos adolescentes que, debido a ese sentimiento de exclusión, no quieren reconocerse como indígenas, y muy temprano se dan cuenta que el mundo occidental los rechaza… su belleza no encaja en los cánones de la moda ni de la sociedad de consumo. Tal vez por eso no conozco de algún indígena que haya sacado su dinero a paraísos fiscales, que invierta en la bolsa de valores o que funde compañías en Delaware con pomposos nombres en inglés.

Ya perdieron la tierra, huyeron de sus tambos, ya no siembran maíz ni van a cazar tatabros, ya no buscan la sombra del árbol de Jenené… no tienen ya el derecho a no permitir el desequilibrio en la sociedad. La ciudad apabulla, en los charcos de sus avenidas se refleja la desigualdad; para sobrevivir tienen que experimentar una transculturidad que evidencia sus carencias, la fragilidad de una identidad que se desmorona, la inutilidad de muchos de sus saberes.

Pervivir en medio de la barbarie y el abandono implica coraje, ese mismo que le otorgan sus bastones de mando, los mismos con los que enfrentan a la fuerza pública cuando les impide expresar su inconformidad en manifestaciones y protestas airadas; esos uniformados que, para ellos, son la representación de un Estado que los ha abandonado históricamente. Cuando la impotencia llega a su límite no queda más que entrar en un trance de locura y desesperanza. Si lográramos comprender cuánto dolor encierran sus corazones, si apenas imagináramos cuánto extrañan sus tierras en Risaralda y en el Chocó…. La nostalgia de las fiestas y de la alegría perdida… creo que hoy nuestro deber es no ser cómplices de esta masacre a la cultura e identidad de un pueblo que tan solo ha querido vivir en paz y en armonía y que, como tantos en la historia, es oprimido, sus líderes aniquilados y sus huellas aplastadas por la modernidad y el progreso.

Nota: La obra de arte ha sido tomada del libro Comunidad Embera - Chamí "Transculturación". Autora: Erika Tatiana Uribe Sánchez

 

Mario Espinosa C.


SE BUSCA UN AMIGO - VINICIUS DE MORAES



 

lunes, 10 de octubre de 2022

 ROSEMBERG SANDOVAL 

EL COMPROMISO DE UNA OBRA ABSOLUTAMENTE SINGULAR

En un país de masacres, de permanentes violaciones a los derechos humanos, de despojos y exclusiones, la obra de Rosemberg Sandoval adquiere la profunda validez de la denuncia. Es una insurgencia lúcida, brillante y consecuente. Cada obra, performance o manifestación, obedece ante todo a un profundo ejercicio de reflexión, a la concepción de atmósferas que contagian, que, incluso molestan y cuestionan al espectador, derrotan lo anodino, levantan vendas y mordazas y quieren impedir la amnesia y el olvido. La anarquía consecuente de sus intervenciones es también una autoflagelación y una inmersión en la soledad y la desilusión. La frase inicial, es determinante y contundente… Si hay algo que ha marcado la existencia de las últimas generaciones de nuestro país es el miedo, y el gran fracaso del Estado es haberlo propiciado, incrementado y tolerado.



Rosemberg Sandoval es un artista que ha elaborado un pensamiento coherente y consecuente.
Con valor y profunda honestidad construyó su propia identidad plástica, l – “Produzco arte para nadie en un país sin Estado y con mucho miedo” para dejar su huella y demarcar su camino. En su búsqueda va elaborando símbolos, que, pueden ser artificios con los cuales define las categorías de sus mensajes, en los que expresa su cruda y certera visión de una época en la que se deterioran aún más unos entornos físicos y se erigen como pilares de dominación unas catastróficas premisas de pensamiento. Definir su estilo es de por sí complejo por las características de su obra, aunque pudiéramos hablar de lo que él mismo reconoce como sus influencias, lo evidente es que aflora una concepción de acciones corporales irreverente, subversiva, al margen de cánones estéticos que han construido un imaginario del “buen gusto”, que aleja de la crítica, de la reflexión y de la posibilidad de ver el arte con ojos que atraviesen los telones de la banalidad. Sus perfomances golpean desde el silencio de una voz única y sus corporalidades expresan de alguna manera el poder de lo marginal.

Su conmovedora obra tiene la inusual característica de no utilizar los elementos convencionales de los artistas plásticos. Despojos, restos de atentados terroristas, botas militares, cabellos, sangre, alambres de púas, cadáveres, morgues, desechos quirúrgicos, cartografías del conflicto, envases, efluvios, son instrumentos con los que expresa su desencanto e inconformidad sobre la fatalidad del destino de los desposeídos y las víctimas de una sociedad enferma. Es una obra que huele a guerras, que quiere sacudir al espectador, que evidencia las profundas fracturas sociales y contradice la paradoja oficial de unos mensajes de inclusión que en la práctica no se vislumbran.

Rosemberg se manifiesta desde la carencia, desde la limitación incluso. La precariedad se convierte en un atributo que incrementa la significatividad de sus acciones, cuando construye un “Childen´s room” (Ver página 66) con alambres de púas pintados de rosado, una hamaca con envases plásticos desechados, o escribe un mensaje utilizando como lienzo una tela que se empleó en el techo de un cambuche de personas desplazadas por el conflicto, o cuando en el perfomance “Baby Street” (Ver página 77), desde su impecable traje blanco asume la limpieza de un indigente como gesto de perdón y de rechazo a su exclusión y maltrato. El mugre, la mancha y los residuos, se convierten así en elementos inherentes en su actitud artística.

Y sin embargo en todo ello existe la ternura, es algo así como una intimidad que plantea que hasta en las situaciones más trágicas, las acciones humanas encierran poesía y permiten soñar con una desgarradora esperanza, que evidencie la posibilidad de confrontar estigmas para contener a la barbarie. 

Él arranca costras con delicadeza de verdugo enamorado, penetra en submundos donde habita la sordidez y el olor de la muerte está latente y se percibe en cada uno de sus resquicios. Rosemberg asume que este país se construye–destruye– construye, teniendo como principal referente la violencia, es algo así como un Uróboro, o la serpiente que se devora así misma y vive renaciendo, en una espiral de muerte y vida, y que esta violencia ante todo ha sido alimentada por la lucha por la tenencia de la tierra, por el dominio de territorios en donde el miedo, propiciado de una manera brutal y compulsiva, es la principal arma para doblegar a una inmensa e inerme población, víctima de las ansias de poder de quienes controlan sus destinos. La suya es una obra política que escarba ante todo territorialidades, que procura que el espectador haga una introspección sobre este país de excluidos, de marginales, de despojados, que recurra a la memoria que duele.

La cartografía del conflicto colombiano es un tema recurrente que avisa… esos mapas tallados a cuchillo (Ver páginas 116-118), las sábanas y las copias heliográficas intervenidas, las huellas del paso del tiempo recogidas con esmero, paciencia y primorosa ternura, en zonas y suburbios donde habitan los desterrados y los residuos humanos que van dejando las ciudades y el éxodo de los campos, hablan por sí solos de tragedias cotidianas, de intervenciones abusivas, de rupturas y masacres.

El Cauca, Chocó, Caquetá, el sector de Aguablanca en Cali, son referentes geográficos de la barbarie, de la reconfiguración de los mapas del poder, de la lumpenización y el aniquilamiento. La importancia y trascendentalidad de su obra radica en su audacia y originalidad para evidenciar lo políticamente incorrecto, las marcas de botas, fusiles y atentados, la crudeza y la indolencia de los victimarios, el sincretismo en el imaginario del conflicto, la inocencia desflorada.

Además de desplegar una actividad de docente y formador de jóvenes artistas con una visión crítica y contemporánea, Rosemberg Sandoval es una figura solitaria en el arte colombiano, que ha sido coherente y consecuente con su actitud provocadora, de disgusto frente a la infamia, de dolor y desaprobación ante el arte primordialmente comercial y avalado por el sistema, es un artífice que se mueve con absoluta libertad pisando vidrios, que avanza sobre campos minados, eludiendo el bienestar y la comodidad de acomodarse.

Estas características lo hacen así irrepetible desde su singularidad y también, quizás, inimitable, de ahí el lugar destacado que se ha ganado a pulso y con dignidad profunda en el escenario del arte colombiano actual. 

Mario Espinosa Cobaleda

 


Texto publicado originalmente en el libro: Rosemberg Sandoval, Obra 1980-2015, publicado por la Universidad del Valle. Cali, Colombia.