domingo, 15 de diciembre de 2024

VENTANA A LA POESÍA 4 - MARIO ESPINOSA COBALEDA

 

SORTILEGIO PARA SOBREAGUAR EN TIEMPOS DIFÍCILES…. 


Qué tal un astrolabio para lunáticos y argonautas de constelaciones imaginadas en sueños, o una serenata con un coro de piratas ebrios….

O tal vez un fiscorno dejado en un antro por Chet Baker, como garantía de pago, después de una de sus interminables noches de excesos y de jazz…

¿Quién desearía acoger por varias noches a un gato funámbulo, la seta, la oruga, el conejo y el narguile de Alicia, o viajar de polizonte al País de Las Maravillas?

¿Será que alguien sucumbe a la idea de llevar a su refugio el resplandor de mil luciérnagas enamoradas? ¿O al disfrute de una cena con casabe, pupuñas, quiñapira, guaracús y surucos moquiados, en la cosmogónica intimidad de la maloca del tío Sabino? O, se me ocurre, una invitación a pecar en el paraíso terrenal del raudal del Jirijirimo, con la traviesa complicidad de los payés del Mavecure.

 Se contempla la entrega del hechizo de un talismán elaborado con amonitas de color ámbar o, como premio alternativo, una clepsidra, un yelmo de cristal, o la Enciclopedia de las cosas que nunca existieron…

Un ramillete de chontaduros y zapotes, un espejo de agua, un caleidoscopio que multiplique los ojos almendrados y tornasolados de la esperanza y la querencia…. Un chinchorro y el sonido de una gaita, que acompañe a los pescadores cuando en fandangos tropicales y mulatos sueltan sus atarrayas en madrugadas de ciénagas plateadas.

Un mapa para descifrar la maraña de meandros por donde Arturo Coba perseguía a su adorada Alicia…. Un parapeto para prevenir los golpes de la vida o, a lo mejor, un ariete de alfandoque que vulnere la puerta de la entrada a los placeres.

Un artificio para adivinar los escondites de la naturaleza, que no figuran en la internet, el catalejo que usan quienes alcanzan el umbral cuando miran hacia la copa de los árboles, la línea irrepetible de un dibujo a carboncillo en la galería de nuestra íntima pinacoteca.

Una caja de resonancia para amplificar la secreta voz de los desolados por la barbarie, así hayan sido perpetradas en Sudán, o en Tacueyó…. O la invitación a participar en la creación colectiva de una dramaturgia, vibrando absortos en una escenografía dialogante de paz, junto un crisol gigante para desaparecer las escorias del exterminio y la violencia…


Me gustaría sortear la ternura del fantasma de algún idealista masacrado impunemente, o una cajita con mil sahumerios para alejar los espectros de la guerra.

Todo esto quisiera recibir, una alforja de ilusiones, la alegría de un despertar tranquilo, la llegada del chaski trayendo buenas nuevas, la voz del pregonero anunciando la llegada de las trapecistas y los saltimbanquis, una ancheta con pócimas para mitigar la alienación, la ignorancia y la desmemoria… un barquito de papel para devolvernos a la candidez de la niñez, ¡¡¡ una cajita de música que nos despierte con las notas de nuestra banda sonora!!!

ESPIRITUALIDAD Y NATURALEZA EN EL PACÍFICO COLOMBIANO

 

LA CONCEPCIÓN Y LA FUNCIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA RELACIÓN DE LOS HABITANTES DEL PACIFICO COLOMBIANO CON LA NATURALEZA – SABERES Y RECORRIDOS

“No podemos obtener impulsos sociales sino en la medida que recibamos conocimiento espiritual de la naturaleza que nos rodea… La vida del alma de la humanidad depende de la espiritualización de nuestro saber de la naturaleza”.

Rudolf Steiner

Una introducción:

La exuberancia de la naturaleza y el paisaje del Pacífico colombiano, esa imbricada confabulación de selvas, manglares, caudalosos ríos, arenas y el inmenso océano, puede dar fe del inmenso vínculo espiritual entre sus pobladores y su territorio.


Muchos siglos antes de la llegada de la espada y de la cruz, esta tierra era el paraíso tropical de varios pueblos ancestrales. A ese mágico espacio donde resuenan los sonidos de coloridos seres vivientes, los vientos y la percusión, llegó también el sincretismo de quienes fueron llevados desde el otro lado del mundo y allí encontraron tierra fértil para ombligarse y venerar a sus deidades. En ese crisol se fundieron costumbres, pensamientos y sentires.

Geografías sagradas – Geografías profanadas: En medio de un territorio asolado por los conflictos y la desmesurada ambición de expoliadores y saqueadores[1], territorio también fecundo para el surgimiento de economías ilegalizadas, de minería, narcotráfico, grupos armados, explotación indiscriminada de recursos naturales, hay una tenaz resistencia de sus pobladores naturales para conservar sus territorios, sus recursos, su organización, su pensamiento y su tradición. Ahí están los territorios colectivos de los pueblos afrocolombianos y los resguardos de los pueblos indígenas. Tal vez es en estos escenarios en donde se conserva y se materializa su espiritualidad en íntima convergencia con su entorno y la naturaleza[2].

Los científicos han definido el Antropoceno[3] como esa era actual que estamos atravesando, era que se caracteriza por el conflicto entre la noción de producir para la vida, y producir para el mercado. Las severas consecuencias de este enfrentamiento se reflejan en la ruptura de la coexistencia armónica con la naturaleza. Por este motivo se hace fundamental acercarnos a la médula del pensamiento de quienes, con su sabiduría, desde tiempos inmemoriales han respetado y venerado la generosidad de un planeta donde, supuestamente, debemos caber todos los seres humanos en coexistencia pacífica con las demás especies, algo así como la búsqueda del bien común. Cada uno de nosotros necesita una “área ecológica” para existir, en esa trascendentalidad esa huella debe ir más allá de lo eminentemente práctico y debe erigirse sobre los pilares de la ética, de la espiritualidad.

De ahí que volteemos la mirada hacia el Pacífico, hacia los habitantes de sus territorios colectivos, para escudriñar los hilos de su conexión ancestral con la Madre Tierra y las maneras en que desde sus sentires han procurado incrementar su calidad de vida y hacerla para sus comunidades, conservando de forma sostenible sus entornos y sus paisajes. Tal vez para los habitantes de las ciudades es muy complejo cuantificar la contribución que los ecosistemas le hacen a la calidad de vida en términos estéticos y espirituales. Esta es una oportunidad para detenernos y reorientar la brújula, frente a la necesidad de establecer nuevos diálogos entre la naturaleza y la cultura, para concebir formas de pensar y de habitar más amigables, más entrañables y más en armonía con las energías superiores del cosmos[4].

Resumiendo: No es intentar “salvar el planeta”, que sobrevivirá hagamos lo que hagamos.[5] El propósito común debe ser preservar, y de ser posible, mejorar un modo  de vida en coherencia entre lo que pensamos y la forma en que actuamos frente a la vida. Los hábitos y las rutinas cotidianas de las urbes son obstáculos, que solo se superarán cuando entendamos que los riesgos son reales y apremiantes. La mejor forma de avanzar en este propósito es cualificar nuestra relación espiritual con la naturaleza y la Madre Tierra… y de eso sí saben los pueblos ancestrales, a quienes, con frecuencia, -en una actitud prepotente- evitamos entenderlos, reconocer y valorar su pensamiento biocéntrico.


El conocimiento de la naturaleza elaborado por las comunidades negras e indígenas del Pacífico –y de muchas otras regiones del país- contiene elementos políticos y éticos que reflejan formas diferenciadas de ver y entender el mundo (cosmovisiones[6]), que hace que pueda ser contemplado como una alternativa posible al antropocentrismo, y que va más allá de la noción peyorativa que se pueda tener desde el pensamiento occidental, como algo “exótico”, primario o descontextualizado del mundo moderno.

MARIO ESPINOSA COBALEDA - 2024

 

 



[1] Ante todo, la desigualdad ambiental es una manifestación contundente de la desigualdad social.

[2] En los territorios colectivos, -por lo menos así lo establecen los principios organizativos y culturales- por encima del individuo en el momento de tomar alguna determinación, ejercer alguna actividad productiva o sociocultural, está el bienestar de las comunidades. 

[3] Época en que los seres humanos, más que las fuerzas naturales, somos la causa principal del cambio planetario, que amenaza la vida en la tierra.

[4] Romper el círculo de un mundo en que la vida es un simple acto de compra y venta mercantil; la naturaleza no es, no puede ser, no debe ser, mercancía…. Es un derecho humano inter-generacional.

[5] Para los escépticos, la tierra es fuerte, y probablemente nada de lo que hagamos tendrá un impacto importante sobre ella. Oros consideran a nuestro planeta frágil y susceptible de muchos cambios, y hay quienes creen que el planeta está preparado para reaccionar violenta y súbitamente si se le provoca lo suficiente… y parece que ya varias veces lo ha hecho.

[6] La “cosmovisión", puede ser entendida como las suposiciones básicas sobre la realidad y su significado, así como la naturaleza del conocimiento.

LA CADENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD AFRO…. LA OTRA SELVA POSIBLE… ESA UNIDAD SAGRADA DE LA VIDA

 

Los secretos son unas palabras que aprenden los que saben curar. Ellos tienen sus palabras que van derechas sin extraviarse pa’ ningún lado. Ni una más adelante ni otra más atrás y eso es protección. Es como hacer una oración la misma cosa que como uno está rezando el padre nuestro, el credo”…[1]

“La naturaleza que vemos es solo la representación de seres invisibles que tomaron forma. Todos venimos de un mundo espiritual para tener representación en este mundo”.

Un propósito fundamental de este escrito es contribuir a recabar en lo íntimo de las concepciones espirituales, de los pueblos, pues ellas están ligadas al sentir de la trascendencia, de la relación sobre el sentido de la creación y la razón de ser de la existencia y misión de los seres humanos en su corto periplo por la tierra. Su comprensión es esencial para re(pensar)esta profunda relación entre la sociedad y la naturaleza.

La espiritualidad del pueblo afrocolombiano trasciende los límites de lo folklórico, de lo exótico, de la mera “fantasía”; podemos decir que son complejas elaboraciones de un pensamiento biosófico, ligado a su concepción del más allá y de la relación cuerpo-alma.

“La concepción espiritual afro concibe el universo como una interacción constante entre seres materiales -naturales y sobrenaturales-, humanos y no humanos, vivos y no vivos que habitan la naturaleza, los cuales encuentran su lugar en la cotidianidad, donde se reproduce todo un sistema de significados sobre los cuales construyen su especial conexión con su ambiente, la selva húmeda tropical, donde se inserta su territorio colectivo, el cual representa su espacio de vida.”

“La tierra… nuestra única madre…. Pertenecemos a ella, todo el suelo es un bien común, es una alegría, una gran fiesta cuyo propósito es unirnos, la sangre de la tierra es el agua, sin agua no hay vida y por el aire viajan nuestros espíritus protectores. La selva es el espíritu, origen y camino que gobierna los territorios del Pacífico; Mantiene el equilibrio entre el mundo físico y el mundo espiritual. Los animales y las plantas no existen antes que nosotros, sino que conviven en el territorio y en nuestro pensamiento. Tenemos muchos relatos y canciones que cuentan la manera en que conocemos y entendemos el nuestro universo".

El vigoroso sentido de la espiritualidad de las comunidades negras está ligado a un conjunto de creencias desde las cuales interpretan el mundo. Para ellas, los seres humanos y la naturaleza forman una unidad en las que están presentes diversas fuerzas sobrenaturales. Ese todo está pleno de energías divinas y humanas que son “cosa de Dios” o “cosa del diablo”, y todo está interrelacionado. La relectura o “refuncionalización” de las dinámicas de los santos es una de las principales características que identifican la espiritualidad y religiosidad de las comunidades negras del litoral Pacífico.


La labor evangelizadora de la Iglesia, y el sincretismo de la espiritualidad heredada de los ancestros africanos[2] se puede reflejar en la  estructura de jerarquías y corresponsabilidades, (ver gráfica) que se ha interiorizado en la espiritualidad y el fervor de quienes profesan la religión católica, que –aun cuando en tiempos recientes ha surgido la influencia de nuevas iglesias- sigue siendo mayoritaria. La catequización, al mezclarse con la ancestralidad religiosa portada por los primeros grupos de esclavizados tendió un puente de comunicación intercultural entre el cristianismo y las religiones africanas, en la cual emergieron algunos elementos simbólicos que permitieron establecer contacto entre los dos mundos: el africano y el occidental. Hay una simbología recóndita que recubre y colma de sentido las imágenes sagradas de la iglesia católica.

San Francisco de Asís, patrono de los habitantes del Chocó, y quien fuera proclamado por Juan Pablo II como Patrono de la Ecología, por su amor a la naturaleza y a todas las “criaturas” es el referente de ese encuentro y coincidencias entre dos formas de espiritualidad para interactuar con la naturaleza. San Francisco[3] llamaba a los animales, al fuego y al agua, hermanos y hermanas, pues todos ellos provienen de la misma fuente y, por tanto, en cierto sentido, todos son miembros de una familia; pensamiento que está muy identificado con el principio fundamental de la naturaleza de los pueblos afros, en la noción del respeto auténtico y pleno por la integridad de la naturaleza.

Este encuentro de espiritualidades concibe un mundo conformado por tres niveles:  el mundo de lo alto (del cielo o de lo divino); el del centro (terrenal), donde se ubican los seres humanos; y el de lo bajo, de la maldad y de la oscuridad, donde se ubica el infierno, donde van los espíritus condenados, donde habita el demonio. Cada uno de estos mundos cumple con una tarea en particular, pero no se encuentran aislados sino interconectados e interrelacionados entre sí. En la vida cotidiana, en el manejo y las relaciones con la naturaleza, su espiritualidad se refleja en el vínculo que se entrelaza con su territorio de vida, en donde lo sagrado y lo profano, su mundo y otros mundos, forman parte de una integralidad en la que el hombre y la mujer afro se encuentran inmersos en correlación y dependencia con el ambiente y con el mundo de lo divino o sagrado, es decir, una espiritualidad que se constituye en el eje fundamental sobre el cual se entretejen todos los actos de su vida, en el bosque cuando van a cortar madera o a cazar, en la playa del río cuando van a pescar o a trabajar en las minas, en la finca cuando van a sembrar o a cosechar. Cada actividad requiere de un permiso y un ritual, y de un agradecimiento a la Madre Tierra por ofrecer y otorgar los bienes para la vida.



Las relaciones entre la naturaleza, la sociedad y el espíritu (ser), se configuran desde una perspectiva étnica propia manifestada como sentipensamiento y esencia de vida. Desde esta perspectiva existe una compleja, pero a la vez estrecha, relación entre la espiritualidad, el territorio y sus conocimientos, como pueden ser, por ejemplo, sistemas de manejo del bosque, las explicaciones e interpretaciones de los fenómenos naturales, las prácticas medicinales, sus fiestas y celebraciones religiosas ligadas a épocas de siembra y cosecha, de subienda, de recolección…

La importancia que tienen los seres vivos, no como organismos aislados entre sí, sino en conexiones y relacionamientos complejos y simbólicos, orientan su forma de relacionarse con la naturaleza. El espíritu de los bosques, el espíritu de las aguas, el espíritu del jaguar, son símbolos de una ética de la vida, del cuidado expresado en actitudes, valores y prácticas respetuosas, responsables que buscan preservar la esencia de la selva húmeda tropical, la armonía con sus territorios de vida.

“Nuestro planeta es un ser vivo, sensible, es nuestra casa, es un cuerpo celeste que viaja y vive en el cosmos, que son todas las estrellas que vemos en las noches despejadas. La tierra es hija del sol y da vueltas a su alrededor. El sol tiene otros hijos que son los hermanos de la tierra, y allá en ese espacio infinito están las almas de nuestros ancestros y nuestros dioses, que nos protegen siempre y cuando les demostremos lealtad y les hagamos ofrendas de agradecimiento”

La espiritualidad Afro de los pueblos del pacífico colombiano, se ha construido desde una opción de reafirmación cultural y/o respuesta a episodios históricos de sometimiento, esclavización, adoctrinamiento, evangelización, exclusión y satanización de ritos y rituales heredados de las culturas africanas y reproducidas en América en condición de esclavitud. Es un proceso de resistencia para dignificar y resignificarse como identidades propias de alto valor y representación en los pueblos afro del Pacífico Colombiano.

La tradición oral, donde los poseedores del conocimiento, los dueños de la palabra, generalmente los mayores, en ámbitos rituales como en noches de luna, transmiten sus saberes, con humor e imaginación, los avisos, los secretos o rezos, que son para establecer o asegurar armonía con la naturaleza y controlar las energías humanas y divinas del entorno. Estos saberes son el patrimonio que permite que la esencia de la espiritualidad permanezca, ahí están las huellas de la africanía como parte de los hábitos sumergidos en el subconsciente e inconsciente que fortalecen la identidad, la cohesión y la pertenencia de la colectividad. En las balsadas, las comparsas, los gualíes, las fiestas patronales, las cumbanchas y las chirimías se refleja la identidad y la espiritualidad con carácter de melancólica festividad.

El Código de Régimen Interno de una comunidad negra y su territorio colectivo reafirma la importancia de los espacios físicos y simbólicos de la vida y ancestralidad en el territorio, y respecto a las autoridades tradicionales en el territorio expresa: “Reconocemos, validamos y colectivamente recuperamos los conocimientos ancestrales que en nuestro territorio nos han permitido, con base en nuestros recursos espirituales y ambientales, sanar las enfermedades de nuestros cuerpos y nuestras almas”.

El cumplimiento de las normas está íntimamente ligado con el respeto a la naturaleza, por ejemplo, con el manejo de la tierra para cultivar: “La tierra se calienta, cuando la tierra está cansada tenemos diferentes lotes y los rotamos para el trabajo. Después de un tiempo notamos que la tierra ha construido unas hojarasquitas, que se producen cuando los árboles se van degradando. Entonces es que la tierra se abonó y ya está lista para volver a cosechar”

 



[1] Los secretos son invocaciones que reflejan el poder del legado africano en la medida que por medio de estas invocaciones los afrodescendientes se comunican con sus deidades sin intermediarios.

[2] Aun cuando han pasado siglos desde su llegada a América, los principios culturales de génesis africana han sido (re)desarrollados y (re)interpretados en el nuevo mundo, en confluencia con conocimientos asimilados en coexistencia con otros grupos sociales (Emberas y colonizadores españoles). 

[3] San Francisco de Asís expresa poéticamente su visión de la creación en su “Cántico al Hermano Sol”, escrito en 1226.

MARIO ESPINOSA COBALEDA - 2024

LA ESPIRITUALIDAD EN LOS PUEBLOS ANCESTRALES INDÍGENAS Y SU INDISOLUBLE VÍNCULO EN SU RELACIONAMIENTO CON LA NATURALEZA EN SUS TERRITORIOS.

 


“Desde cuando Pacoré transmitió el conocimiento sobre el manejo y el uso del bosque, aconsejó a su primer alumno Jaibaná yerbatero para que le ayudara a la gente, hiciera el bien y enseñara dicho conocimiento a la gente que tuviera buen corazón y voluntad para servir a su pueblo… Los Embera aprendieron cosas de los animales, los árboles, las plantas, los cogollos, los animales, tienen muchas funciones y destinos, por ello el espacio donde se desarrolla nuestra espiritualidad y nuestro conocimiento es el territorio, en su articulación permanente con todo lo que hay en él”.

Alberto Achito

En el pensamiento de los pueblos ancestrales todo lo contenido en el universo -tierra, astros, fenómenos atmosféricos, animales, plantas y minerales- tienen un origen común y son parte de una misma familia. No hay línea divisoria entre el hombre y los demás elementos de la naturaleza; sin embargo, estos últimos están sujetos al hombre con la condición de que este cumpla su parte de compromiso: hacerles ofrendas, pedirles permiso y respetar sus derechos.

Para los pueblos ancestrales el territorio es la fuente de la vida, lo constituye el espacio de origen de la vida, de la gente, de las plantas, de los animales, el agua, el viento, el día y la noche. Es el espacio vital, parte de su historia y el espacio donde se unen la cultura y el conocimiento.

 

El “Canto del Jai”

El agua y la tierra son una unidad esencial, el barro es la unidad entre la tierra y el agua. El Jaibaná encarna la condición de pleno equilibrio entre el agua, la selva y el hombre, y a ella debe su poder. De ahí su importancia en la armonización de la espiritualidad con la naturaleza y sus designios en la orientación de los principios que rigen la relación de los pueblos ancestrales con la selva y los ríos. Esa autoridad espiritual es la que puede mantener el orden para el manejo de los territorios, en sus relatos están cifrados los elementos de cohesión y de estructuración del pensamiento, pues, como ejemplo, según sus relatos, “la gran culebra se transforma en arco iris cubriéndose con una corona de plumas de pájaros de colores.”

La espiritualidad de los Jaibanás, hombres de conocimiento, que abarcaba los dominios que llegaban hasta el nivel cósmico, el poder sobre los fenómenos naturales, los animales, la curación de la tierra, actividad propiciatoria de la agricultura, era el soporte principal de un pensamiento del profundo respeto sobre el entorno, pues los Jaibanás “son las almas de los muertos que han encarnado de nuevo en animales de diversa especie”. El Jai es la esencia de las cosas, considerada como algo vital, es el dueño de los espíritus de los animales relacionados con la enfermedad y la muerte, espíritus del aire, el agua y el monte, es la máxima autoridad espiritual y reafirma su papel definitivo en el control y manejo del medio ambiente, en la regulación de los ciclos de cacería y de pesca, en el tamaño de la población humana, para asegurar la continuidad de las especies animales…

Los lugares principales del diario acontecer, selva (tierra) y río, así como el mundo subterráneo y el cielo, aparecen diferenciados y caracterizados, pero el movimiento que los une en su diferencia, los hace parte de una unidad de lo múltiple, como unidad de lo diverso.

“Si aceptamos que ese territorio es parte nuestra, y nosotros parte de la selva, hay abundancia, salud, fortaleza espiritual. Podemos convivir en armonía entre los dos mundos. La selva alimenta nuestro espíritu, el cuerpo físico y el territorio que habitamos”.

Diana Quigua


Para los grupos los pueblos indígenas del Pacífico los saberes ancestrales[1] constituyen un sistema de prácticas, costumbres, informaciones, usos y tradiciones de vida que determinan su existencia. Su cosmovisión es la fuente principal inspiradora de principios y valores éticos que pueden asegurar prácticas sostenibles y convivencia armónica con la naturaleza.  Los saberes ancestrales ambientales se entienden como un "sistema complejo de conocimiento-práctica-creencia". En el caso de los Eperara K’Inisia waibua (pensamiento grande), es el que lleva a la fusión de todas las fuerzas y energías de la comunidad, la defensa de la vida, de todas las formas de vida, del respeto,

Los Embera, Katío, Chamí, Wounaan y Tule han habitado las selvas del Pacífico durante milenios, sus referentes de la espiritualidad, principios y sentires, con seguridad, también están presentes en el alma de otros pueblos, como los Eperara Siapidara, que habitan esta franja selvática del país. Los Emberá son “gente de río” y “gente de montaña”, en los tambos ombligan su espiritualidad como soporte para hacer mención a la vida, a la cultura y a su relación con la naturaleza, a través de todos y cada uno de los elementos que conforman la selva. Existe una asociación fundamental entre la flora y la fauna, desde el pensamiento mítico, como una forma de entender el funcionamiento de los ecosistemas, y también desde la geografía mítica representada en algunos lugares por la fauna sobrenatural, íntimamente ligada con las especies naturales, aporta elementos importantes para el conocimiento y comprensión de sus territorios como Espacios de Vida.

Aunque su proceso de aculturación no es uniforme, sus habitantes y sus territorios han sido golpeados por la ignominia, el saqueo de los bosques y el abandono, sus elementos culturales han sufrido grandes transformaciones, especialmente en el vestido y aspecto personal, en los rituales, la cosecha y la recolección, en la transmisión del conocimiento médico y botánico, en la autoridad y el rol de los Jaibanás. Aun cuando llegan cambios sustanciales en el gobierno de las territorialidades, como los cabildos, hay un orden preexistente y unos sistemas de regulación propios de los pueblos: Todo cambio es un pacto de permanencia, tiene que identificar lo que va a permanecer, porque, de lo contrario, solo genera resistencia.

 “Si bien el impacto ambiental del nuevo uso que se hace de la selva húmeda en los territorios indígenas, constituye en una verdadera hecatombe, no lo es menos en lo que sucede en el orden social y cultural. A los sistemas de producción que generaban seguridad alimentaria, les sucede el modelo dependiente de mercados externos, al ideal de ordenamiento del territorio desde la propia visión cultural, le sucede la imposición ejercida por actores externos. La colonización y la utilización de los territorios para cultivos ilícitos ha generado un espectro amplio de prácticas ilegales, al igual que la economía extractiva y los agro negocios como el establecimiento de cultivos de palma aceitera.

La llegada de la religión católica acentuada por la valoración del dios católico como el único, ha limitado la concepción y la función de los Jaibanás al de la condición de curanderos. Este cambio de concepción religiosa también limita el conocimiento y la relación de espiritualidad con el territorio y con el uso y manejo de los recursos naturales. La transformación acelerada del pensamiento indígena sobre su territorio, no ha impedido, sin embargo, que se sostenga aún sobre elementos que la tradición y sus mitos revalúan y evolucionan. Desde tiempos ancestrales hasta el presente, los fundamentos espirituales son orientados por los mayores y líderes religiosos que son hombres o mujeres de edad avanzada, de buen corazón, que enseñan mediante consejos para vivir en armonía y la práctica de las rogativas, que son rituales con cantos y danzas para librar a las comunidades de males o acciones dañinas en sus territorios.

Es evidente que la valoración del paisaje regional por parte de la sociedad occidental no es compartida plenamente por las culturas afro indígenas y es, principalmente por la noción de espiritualidad, de memoria y herencia que pervive en su pensamiento y en su concepción de territorio colectivo para la vida. Estas apreciaciones ameritan que cada acción que incida en los ecosistemas, deba contemplar necesariamente la espiritualidad de sus pueblos como valor y principio. Alguien me decía que los mapas primero se elaboran en la mente, antes de dibujarlos en el papel. El desarrollo va más allá de la infraestructura, el desarrollo humano implica una revolución del pensamiento (volver la vista atrás, reforestar la ética ambiental) para entender que el futuro debe estar cimentado sobre el cuidado de la casa común, pues como sostuvo el Padre Stephen Rist: “Un “desarrollo orientado al contorno exterior, y sin relación con el mundo interior, de tipo espiritual, a fin de cuentas, carece no más de sentido…”

Entre las dos vertientes de pensamiento, la del pueblo negro y los pueblos indígenas existen vasos comunicantes, principios que se superponen y coinciden. Hay axiomas definitorios del pensamiento como pueden ser: “Todo lo que existe en el universo está conectado por un hilo espiritual, la fuerza vital no existiría sin esa conexión con la naturaleza”.

Coinciden también al expresar que “Todos somos naturaleza, no importan nuestras creencias”. Así, van tejiendo el pensamiento, en el sentido en que disponen del tiempo y la voluntad para sentarse a pensar, pues nuestros cuerpos son simplemente un caparazón material, que sustenta la esencia del espíritu y de la misión a cumplir en el paso por la vida. Siendo así, el cuidado de la naturaleza es un acto de amor propio.

Todo conocimiento debe reflejarse y aportar a la realización de acciones concretas; en esa valoración de sentimientos y relaciones, la Paz Total es lograr la armonía y el equilibrio, y esto implica necesariamente, “entender otras formas de entender”. La espiritualidad en el relacionamiento con la naturaleza se convierte así en un EJERCICIO DE RESISTENCIA.

 

“CADA VISIÓN DEL MUNDO QUE SE EXTINGUE, CADA CULTURA QUE DESAPARECE, DISMINUYE NUESTRAS PROBABILIDADES DE VIDA”

Octavio Paz

 

MARIO ESPINOSA COBALEDA –  2024



[1] La denominación de ancestral obedece a su origen y carácter hereditario, sus profundas raíces milenarias, las cuales han sido creadas, transformadas y desarrolladas de manera colectiva por parte de los pobladores, en una relación responsable y respetuosa tanto con el territorio como con la naturaleza circundante, lo cual hace que pertenezca al total de las etnias.

 

lunes, 22 de julio de 2024

VENTANA A LA POESÍA -3- SAMUEL JARAMILLO

 

DOBLE NOCHE

Doble noche” se titula el más reciente libro de poemas de Samuel Jaramillo González:

“El libro se abre con la doble presencia de la noche: la noche del día y la noche del desamparo; “noche dentro de la noche”, dice el poeta. En la noche del desamparo cunde la sensación del despojo y el golpe diario de saber que no existe el paraíso. Ni siquiera Dios habita en las sabanas de lloviznas y de heladas. Solo el cielo y las rocas, es decir, el aire, la tierra, el agua y el fuego confirman la existencia de este mundo. El ser humano es tan solo un inquilino. Habla entonces César Vallejo en estos versos. Dios es un pobre Dios, como es el hombre: miserable frente a las cordilleras y sus sabanas, las tormentas, la intensidad del sol y sus voces amenazantes. Hombres y mujeres callamos como invidentes. La impotencia, semejante a lo que fueron las sociedades primitivas, conduce al sueño que solo las ramas movidas por el viento neutralizan. Es que la vida es una herida que no se cierra, dicen estos versos. Y hay un lugar en que se condensan los imaginarios del poeta: Bogotá con los cuerpos que se funden en las noches de tinieblas. Este libro se cierra con una sentencia. “no hay ayer. No hay mañana”.

Fabio Jurado Valencia




HERIDA

No hemos nacido para sufrir, pero

¿cómo no agradecer el don

de reconocer que la vida es una herida?

 

La Sabana sangra y allí camino.

 

Me alumbra un ojo que todo lo ve,

y la blanquecina luz que siempre acusa,

baña lentamente el sendero

por el que transito.

 

Es la hora de sentir por todos.

Sal sobre ardor, carne sin piel:

vivir es arrancarse.

 

La vida es una herida.

Hay algodón manchado en los rincones.

 

Tiembla la córnea. Vacila el aire.

La vida es una herida.

No podría permitirme sanar de ella.

Sería inexcusable.

 

SUEÑO DE LAS CIUDADES

 

Las altivas ciudades del amor

se van apagando una a una.

 

Sus ríos oscuros, como siempre,

buscan sus rutas acostumbradas.

 

Una estrella extraviada

se refugia en tu pecho.

 

El tenue reflejo de tus senos lunares

es la linterna que iluminará

este firmamento vacío.

 

A mi bastón ciego

tendrán que florecerle ojos nocturnos.

 

Las ciudades del amor

se van despidiendo una a una.

no despertarán sino después de siglos.

 

El aire negro que se arremolina para envolverlas

no garantiza que tendrán un sueño tranquilo.

 

EPIGRAMA EN UN ESPEJO

 

En el espejo

empañado por mis suspiros

mi dedo inseguro

ha trazado las palabras:

 

“Te amo”

dice el espejo

por unos segundos más.

 

Y el poeta esgrime sus razones, tantas seguramente, como el gran Cátulo Castillo cuando escribió la letra del tango “La última Curda”: Ya sé... no me digas... Tenés razón/la vida es una herida absurda,/y es todo, todo tan fugaz,/que es una curda /- nada más!-/mi confesión!...





viernes, 5 de julio de 2024

¿OH, QUÉ SERÁ?… LOS OCHENTA AÑOS DE VIDA DEL GRAN CHICO BUARQUE


Palabra prima

Uma palabra so, a crua palabra

Que quer dizer

Tudo

Anterior ao entendimiento, palabra.


Hay escritores que tienen la magia de la fascinación desde que nos adentramos en sus primeras líneas, hay voces que seducen cuando revelan sus canciones, sus palabras. Esas genialidades que nuestra sensibilidad adopta, son las elegidas para acompañarnos en el trasegar por la vida. Desde las épocas de inquieta juventud, han asistido con nosotros a este convulsionado cambio de siglo; junto a ellos labramos la banda sonora de este recorrido existencial y, tal vez, en el íntimo recogimiento e introspección, sus acordes nos han invitado a decidir la senda de caminos inusitados, nos sacuden de incómodos letargos o, a lo mejor, son paliativo para estrellas no alcanzadas y sueños inconclusos.

Ellos (y/o ellas), con sus atributos inteligentes, coherentes, comprometidos, con la generosa entrega de su obra, contribuyeron a moldear nuestra personalidad, abrieron oquedades en los imaginarios, nutrieron de contenidos las conversaciones y noctámbulas tertulias, animaron las horas de ocio, incidieron en nuestros sentires, y dejaron tatuajes en recuerdos y añoralgias.

En la cúspide de nuestras preferencias musicales hemos ido depurando una selección. En este caso no podríamos hablar de ídolos, más bien les podemos otorgar la categoría de maestros, de referentes artísticos, de escultores de notas que, aún hoy, quedan adheridas a nuestras fibras más sensibles.

Reconociéndole ese lugar de privilegio, estas líneas emergen del reconocimiento y admiración hacia Chico Buarque de Holanda, tal vez uno de los más grandes músicos, poetas e intelectuales del Brasil. Chico encarna algo así como la sumatoria del movimiento del Bossa Nova -de Vinicius de Moraes, María Kreuza, Tom Jobim, Joao Gilberto y Gal Costa, de Toquinho, Gilberto Gil y Milton Nascimiento, para solo citar algunos-, y la esencia de las músicas de su Brasil natal; la samba, el forró, la música popular, los sonidos de los músicos ambulantes y las cadencias de las tropicales pieles morenas de las playas y los carnavales.

Sus temas, que suelen transitar por estados de profunda melancolía y sentimientos eufóricos, como en la plenitud de la comparsa de una exuberante escuela de samba, se articulan en las confluencias del surrealismo de las vidas cotidianas que, con delicadeza y picardía, Chico explora con cabeza y corazón. Así, ese alquimista de la palabra “del poeta delirante, del profeta embriagado, de las fantasías de los infelices”, insiste que la belleza no será derrotada y que “los fantasmas seguirán suspirando por las alcobas”. Sostienen quienes se han adentrado en su obra que, uno de sus grandes atributos es “Contar el mundo con audacia, con una forma contundente de escribir, adelantado en el tiempo y con un ingenio e inteligencia visto en muy pocos autores de música popular en el mundo”. Las letras de sus canciones, que nos sorprenden con analogías crípticas y juegos de palabras, describen escenarios comunes, íntimos, se adentran en la esencia de los trovadores, agudizan su observación como el cronista que escudriña los inframundos trasgresores del malandro, se adentran en asuntos políticos para denunciar las injusticias, las duras relaciones entre el capital y los trabajadores, las catástrofes ambientales, y también se explayan en la exquisita y sensual voz de los amantes.

En Chico Buarque se reúne el dramaturgo de Vida y Muerte Severina, el cineasta de Bye Brazil y de Doña Flor y sus dos maridos, el escritor de las novelas Budapest, y El Hermano Alemán, junto al complejo músico, la voz que nos enseñó, al decir de Daniel Viglietti, a hablar en Latinoamericano, pues Chico es uno de los artífices de la comunicación entre las generaciones inquietas por el devenir de los pueblos. Así alimenta esa espiral de múltiples formas culturales que moldean concepciones y aportan a la construcción de constelaciones espaciales y éticas para mejores momentos históricos, para “zonas de despeje” más lúdicas, más fraternas, más humanas.

La primera vez que supe de su existencia fue a raíz de su canción “Construcción”, elaborada con letra muy singular, pues la última palabra de cada verso tiene una acentuación esdrújula. “Construcción” es uno de esos temas dolorosos, incómodos, que hablan de la degradación de las personas obreras en su relación entre el capital y el trabajo, una forma de sincretismo para denunciar los tiempos aciagos de las feroces dictaduras no solo en su país, sino en el continente; no hay que olvidar que junto a Toquinho fue obligado a vivir en el exilio. Su esencia de compromiso social, determina esa voz contestataria en “Cálice”, censurada tiempo después, cuando fue “entendida” por los sables del poder imperante.

Chico Buarque, el poeta admirado por el gran Willie Colón,  quien elaboró las estupendas versiones de Oh, qué será”, “La Noche de los Enmascarados”, “Miel”, “Amor barato”,  es exaltado en el sentir de Silvio Rodríguez, quien le dedica unos versos en su tema “Quién fuera”: “Estoy buscando melodías/Para tener como llamarte/Quién fuera ruiseñor/Quién fuera Lennon y Mc Cartney/Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque/Quién fuera tu trovador….”, es ungido en su panteón  por Fito Páez y las nuevas generaciones de músicos y cantores que han versionado sus canciones en sones de tango, de fado, de jazz o de bolero, es el malabarista que con sus acordes reflexivos nos sugiere imágenes secuenciales, evocadoras y al mismo tiempo premonitorias.

La calidez y la sensualidad del idioma portugués ofrecen el cáliz para beberse sus músicas. Escucharlo es abrir la puerta a los deseos de encontrar y desentrañar esa saudade. Afortunadamente Daniel Viglietti y otros cantautores han hecho buenas versiones en español de sus más reconocidas canciones. Chico es un músico complejo, sinuoso, que obliga a pensar, que desdeña la banalidad y obliga a ir más allá del estribillo, que remueve prejuicios, su gran mérito es la virtud hacernos ver más allá de lo que se puede ver a simpe vista, que nos señala la necesidad de “desorganizar narrativas hegemónicas”.

Hacer este tributo en sus ochenta años a Chico Buarque es sentir profunda admiración por su exquisita y significativa obra, es un reconocimiento a su compromiso y reflexión crítica. Algunas de sus composiciones para “zarpar” hacia el conocimiento y disfrute de esa travesía sonora y vivencial pueden ser: Pedro Pedreiro, A Banda, ¿Oh qué será? A flor de terra, Construcción, Cálice, A pesar de voce, Bye Brazil, Cotidiano, Eu te amo, Uma palabra, Bastidores, Soneto, Fado Tropical, Geni y el Zeppelin…. Después cada uno de ustedes hará su selección. Ojalá Chico Buarque continúe entonando la “Samba do grande amor”, porque como lo expresó Fito Páez: “Chico Buarque tiene puestos los anteojos que dejé sobre un cuaderno con su rostro iluminando el cuarto, entrando en la mañana, carabelas de la nada, carabelas nada.” 



martes, 2 de julio de 2024

VENTANA A LA POESÍA 2 - ORIETTA LOZANO

Orietta Lozano es una de las mejores voces de la poesía colombiana actual, va navegando entre el silencio del olvido y el péndulo implacable del tiempo, dibuja sus íntimos paisajes en oníricos espejos y, al leerla, se siente un temblor que sacude la piel y nos recuerda la absurda necesidad de esquivar los senderos de la desolación y asistir a nuestro propio sacrificio "como dioses frágiles entre los brazos de la tierra". El Brocal del Pozo, su reciente novela, nos sumerge en la fantasía del delirio, cuando la locura es un estado superior de lucidez. 

Estos 5 poemas son ventanas para adentrarse en su obra. 



DESTRUIR EL TIEMPO

"Ay las mujeres que murieron
fingiendo amistad."
Erika Jong

Quién me impide
caer, embriagarme, consumirme.
Nadie detiene el tiempo
y sola puedo andar
por el salvaje azul mundano.
Destruir mi tiempo o salvarlo,
agotarlo en una intensa noche de delirio,
amar al amante de mi amiga y confesarlo.
Estoy deliciosamente borracha, alucinada.
Mi mundo es el torbellino de la danza
y de las sombras.
Nadie reposa mi angustia, yo sola la sostengo
como un hermoso cometa de alquitrán.
Viajero nocturno, intérnate en mi sombra,
dancemos poseídos por la música
condenados por la magia negra.
Después vendrá el grito cegador de la invisible
a ocultarnos sin disfraces
en la oscura y clandestina fiesta
y sobrará el silencio.



LA  AMANTE

Soy la amante
que estrenas
la nueva, la eterna
la de columnas seguras
que se abren perfectamente
para dar paso
a tu mar ancho y espeso.
Soy la de paralelas montañas
por donde han caminado
pájaros heridos de amor.
Soy la amante nocturna
la de noctámbulos besos
(mis ojos túneles profundos
donde se pierde tu soledad)
Soy la de siempre, la eterna
la que te arranca el hastío
de cada costado
la que se tiende plácidamente
la que se para
la que te sorprende
la que se quita las vestiduras 
y se lava en tu río claro.
Soy la que te crucifica
con mis ojos, con mi lengua
la que se pierde
en tu mirada lela
la que infatigable recorre tu cuerpo
la que vibra con devoción
en tu silencioso  mundo.
Soy ella, la eterna,
la antigua, la nueva,
la de siempre
la que se cierra
la que se abre
la de ambivalentes tardes.
Soy la que renace
la que se abre
la que se cierra.




PERDIÉNDOME EN TU CUERPO
(Para él, que tanto la recuerda).

Mi boca de poca risa
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo 
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.


SILENCIO EN LOS JARDINES FANTASMALES DE MI CASA

"... cuando duermes sobre el regazo
de una tierna compañera."
Safo de Lesbos.

Amiga, me parece que hoy estás brillante,
deliciosamente furtiva y misteriosa,
casi pareces pintada como una diosa negra.
Tú viertes la leche en la vasija
y me hablas bajo, susurrándole al silencio,
de Cavafis, de Justine me hablas,
de tu nuevo libro abandonado en una imprenta
y de esa clandestina temporada en el infierno
entre vino seco y yerba fresca.
En tus manos reposa la copa de marfil que te recuerda
aquel amante que tocaba el piano cada noche.
La elocuencia de tu voz me ha intimidado
y tu presencia me exilia de mi propia casa.
Mujer más hermosa que muchacha en flor,
¿has conocido hoy la intimidad de mi silencio?


 PAISAJE

Abajo, la tarde se va ciñendo
a los contornos de los patios, 
flores que estallan como astros,
pájaros flotantes, viajeros fascinantes
que despeñan miradas huidizas,
y la luz de las lámparas va saliendo
del oscuro rincón de las tinieblas.
Nadie canta, solo el choque del agua y de la piedra.
Un cometa se retuerce, gira y cae
en plena vena púrpura del árbol.



Fotografías de la serie Ventanas.. MEC.