martes, 27 de septiembre de 2022

 DOS POEMAS DE PEDRO SALINAS


¿SERÁS, AMOR?

¿Serás, amor

un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo;
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales:
es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.



YO NO PUEDO DARTE MÁS

Yo no puedo darte más.
No soy más que lo que soy.

¡Ay, cómo quisiera ser
arena, sol, en estío!
Que te tendieses
descansada a descansar.
Que me dejaras
tu cuerpo al marcharte, huella
tierna, tibia, inolvidable.
Y que contigo se fuese
sobre ti, mi beso lento:
color,
desde la nuca al talón,
moreno.

¡Ay, cómo quisiera ser
vidrio, o estofa o madera
que conserva su color
aquí, su perfume aquí,
y nació a tres mil kilómetros!
Ser
la materia que te gusta,
que tocas todos los días
y que ves ya sin mirar
a tu alrededor, las cosas
—collar, frasco, seda antigua—
que cuando tú echas de menos
preguntas: “¡Ay!, ¿dónde está?”

¡Y, ay, cómo quisiera ser
una alegría entre todas,
una sola, la alegría
con que te alegraras tú!
Un amor, un amor solo:
el amor del que tú te enamorases.
Pero
no soy más que lo que soy.

jueves, 15 de septiembre de 2022

 

DE GAZAPOS, MALENTENDIDOS Y EQUIVOCACIONES

La importancia de la literatura en el lenguaje hablado

 

Estamos convencido de lo fácil que es hablar y exponer ideas, pensamientos, conceptos. Sin embargo, estamos muy lejos de hacerlo bien, cada día nos enteramos de los múltiples errores, contradicciones y desaciertos que cometen figuras públicas al expresarse. Sí, equivocarse es de humanos… hablar a estas alturas de la Unión Soviética, confundir astronomía con astrología, a Hitler con Einstein, escuchar los desafueros y el maltrato al lenguaje de mandatarios de Venezuela y Colombia, -así lo querí-, no es algo esporádico, hace parte de la forma en que hablamos en la cotidianidad.

Las formas de hablar en la actualidad implican el uso un lenguaje mínimo, que además se complementa con emoticones, asteriscos, palabras básicas y abreviaturas codificadas de acuerdo a los guettos donde deambulan. De ahí que las muletillas “o sea”, “cómo le digo”, “obvio” se hayan normalizado en el hablar. Los canales de comunicación virtual como el Twitter se hacen con mensajes cortos, que en la mayoría de los casos son de reacción inmediata, viscerales, realizados más con la pasión de querer decir algo, que con el juicio y la prudencia que correspondería a enviar mensajes lúcidos y edificantes.

Los medios de comunicación están saturados de informaciones incorrectas; de aclaraciones, de excusas por haber sido malinterpretados, aducir que las palabras fueron sacadas de contexto. Personajes obligados a retractarse, a corregir lo dicho, sencillamente porque no saben construir oraciones para manifestar lo que quieren transmitir y, por supuesto, caen en un lenguaje cantinflesco y chabacano. De alguna manera la oralidad implica un complejo ejercicio mental para moldear el pensamiento, esa magia de la palabra dicha, que se acompaña con gestos, con actitudes, con pausas, tonos de voz, con silencios.

Como lo enuncia Álex Grijelmo en su excelente texto “La seducción de las palabras”, “Nada podrá medir el poder que oculta una palabra”, de ahí que los grandes escritores se han esmerado en buscar el término exacto, la figura gramatical, la precisión en medio de la exuberante riqueza de nuestro lenguaje. No se necesita que hablemos con lenguaje poético, tampoco que nuestra oralidad esté saturada de metáforas, hipérboles, retruécanos, oximorones, o calambures, mucho menos que hayamos aprendido la gramática de memoria. El lenguaje escrito permite precisamente la reflexión, el corregir, el pulir una frase, darse el tiempo necesario para darle el ritmo y el espacio necesario a las palabras.

El léxico y el buen uso del idioma, usualmente, no se transmite en la oralidad. Permanece en el arcano maravilloso de la literatura. Las palabras plasmadas en el papel nos llevan a viajar por universos nunca imaginados, nos invitan a fantasear, a soñar, a recorrer geografías y lugares ignotos o que tal vez nunca han existido, a conocer y desnudar nuestras virtudes y nuestros más recóndita y sórdida naturaleza. Y ese contacto con la buena lectura, generalmente simbolizada en los libros, nos amplía el espectro del conocimiento, pues la literatura es casi la puerta principal a la entrada al reino de la cultura general, de ese conocimiento que tal vez nos puede parecer innecesario, porque no es rentable económicamente y, sin embargo, para nuestro deleite, nos permite navegar en los sinuosos caminos del arte, de la poesía, del buen cine, de la gran música, del trasegar de la historia y el milagro de la naturaleza, o  del fascinante mundo de las artes escénicas.

De una forma casi inconsciente nos familiarizamos con estas formas expresivas y ello se refleja en la forma en que nos expresamos; de ahí que la ausencia o el poco interés por la literatura se vea reflejado en estos personajes que pululan en los escenarios políticos y de una farándula que cree que la fama efímera que les otorgan los medios y la publicidad, es suficiente para trascender. El contacto a la literatura y a los buenos textos es un admirable ingrediente para que de manera inconsciente y espontánea podamos elaborar mejores formas expresivas.

Tal vez como lo decía algún querido personaje cuando se desaparecía por algún tiempo y respondía a nuestra pregunta por su ausencia: “¡Estaba en la cárcel, es que estuve guardado, fue por un malentendido!!”. Hay muchos conflictos y situaciones complejas que se originan precisamente por nuestra ligereza al hablar. Si se quiere avanzar en la construcción de una mejor sociedad, en donde sea posible la convivencia, deberíamos empezar por mejorar el manejo de la expresión oral, y en ello nuestros gobernantes y políticos podrían apoyar dando ejemplo. En alguna candidatura presidencial, una forma de menospreciar al contendor era llamándolo profesor; con este tipo de actitudes queda manifiesto en el imaginario de la sociedad, que el saber y el conocimiento no son trascendentales ni fundamento en la construcción de una mejor ciudadanía. Estamos en el tiempo de dejar atrás estos absurdos postulados, y que la tan ansiada Paz Total venga también con una tregua y unas mejores formas de expresión, esto seguramente enriquecerá los debates y generará espacios dignos para la contradicción y el respeto a la diferencia.



domingo, 4 de septiembre de 2022


 

¿PORQUÉ FRANCIA MÁRQUEZ SÍ?

Se va a cumplir el primer mes de la posesión del presidente Gustavo Petro y su vice presidenta Francia Márquez, gobierno que anuncia profundas transformaciones en la economía, en la política de tierras, en la conformación de las fuerzas Armadas, en las formas de hacer política, en la transición energética y política minera, en las relaciones internacionales y, ante todo en el proceso que se ha denominado de Paz Total, y que ha levantado ampollas en la opinión y en la oposición, que viene afilando sus argumentos y estratagemas para debatir y criticar las acciones que se inician en pro de conseguir este objetivo.

Las sinuosidades que se presentan en estos ajustes de política, seguramente removerán los entresijos de las formas tradicionales con las cuales se venía manejando el país. Son múltiples los caminos que se bifurcan y en donde, seguramente, se van a presentar fricciones y ataques implacables de quienes no quieren ceder sus privilegios, o no quieren aceptar que son posibles otras formas de mirar y estructurar futuros promisorios.

La designación de Francia Márquez como Vice presidenta era una clara premonición de la forma en que se tratarían estos puntos de inflexión. Ser mujer, negra, víctima del conflicto, líder social, nacida en un territorio comunitario que vive de la minería artesanal, en un pueblo del norte del Cauca, son condiciones suficientes para que desde esa orilla se pueda tener una visión de país más incluyente, menos indolente y esperanzador para los sectores más desprotegidos por el Estado y más azotados por la violencia. Simplemente el derecho a exigir los derechos implica unos cambios en las estructuras del Estado, y estas deberían hacerse en el menor tiempo posible.

Francia Márquez nos trae la alegría de los colores, es como si nos visitaran nuevas constelaciones estéticas, trae el sabor de la cocina colombiana, del canto y el baile, trae esa alegría nostálgica de una étnia que ha resistido con dignidad los embates de la exclusión y del racismo estructural y soterrado de una sociedad arrodillada a las formas de vida y de gobierno occidentales. Ahí también está la sonrisa, el derecho a la alegría, a “vivir sabroso”, porque, como alguna vez dijo una señora en un caserío de las riberas del río Atrato, la primera condición que anhelamos los pobres es estar tranquilos, sin miedo, y vivir en paz.

Estas nuevas formas de diálogo que se nos plantean implican desaprender también unos protocolos y adaptar esa representatividad a nuestra idiosincrasia. Tal vez en esos ámbitos se pueden presentar circunstancias no usuales, de pronto incomoden ciertas posturas que puedan parecer altaneras o descorteses, tal vez en sus funciones Francia pueda expresar sus pensamientos de manera inoportuna o “desafortunada”, y entonces sobrevendrá una lluvia de críticas y hasta caricaturizaciones de sus actitudes. Pero lo que importa en este caso es lo fundamental; nuestra vicepresidenta tiene muy claro en su pensamiento lo que la identifica como una lideresa salida de las entrañas de los “nadies” y en cuya figura se representa la Colombia invisible y olvidada.

Confiamos en que pueda rodearse de los y las mejores asesoras, que su voz sea escuchada y que pueda cumplir a cabalidad con la tarea de posibilitar una suma de equidades coherentes, y que al final del periodo se vea el trabajo en mejores condiciones de vida para niños, mujeres y para quienes han depositado su confianza y sus deseos en lo que ella encarna. Creo que lo mejor que podemos hacer es desear que cumpla sus propósitos y enorgullecernos de que por fin los aromas del chontaduro, el ritmo del bullerengue, las hermosas telas de las parumas de las mujeres Embera, las bateas de las barequeras, los tambores, los cantos de las mujeres piangüeras, la literatura afrocolombiana, hagan parte de los escenarios donde se estructura el poder y refuercen nuestra identidad pluriétnica y multicultural. Estos son argumentos más que suficientes para decir: ¿Francia Márquez?, sí!

 

Hay palabras que nos besan

Hay palabras que nos besan
Como si tuvieran boca.
Palabras de amor, de esperanza,
De inmenso amor, de esperanza loca.
 
Palabras desnudas que besas
Cuando la noche pierde la cara;
Palabras que se niegan
A los muros de tu disgusto.
 
De repente coloreadas
Entre palabras sin color,
Esperadas inesperadas
Como la poesía o el amor.
 
(El nombre de quien se ama
Letra a letra revelado
En el mármol distraído
En el papel abandonado)
 
Palabras que nos transportan
Donde la noche es más fuerte,
Al silencio de los amantes
Abrazados contra la muerte.

Poema de Alexandre O'Neill convertido en un hermoso Fado, por Mariza y Cristina Branco