domingo, 13 de febrero de 2011

AQUELLOS QUE SE FUERON PERO ESTÁN...

En estos tiempos de conflicto y de reacomodamiento del país y sus regiones se ha vuelto usual que un grupo cada vez más grande de personas con vocación de nómadas recorramos territorios asumiendo retos personales y compromisos humanos, a la vez que nos inscribimos en un mercado laboral que nos exige alejarnos de los lugares donde están nuestros afectos y nuestras familias. Un día estamos en Arauca, otro día puede ser en el Chocó o en el sur de Bolívar, vamos a lugares que el común de la gente no identifica como parte de nuestra geografía, como son la Serranía de San Lucas, el río Apaporis, Puerto Caicedo, Tutunendo o Coconuco…., por citar tan solo unos pocos. Nos inscribimos en una amplia gama de actividades que van desde la protección del Medio Ambiente, el Desarrollo sostenible, la asistencia humanitaria, los proyectos con comunidades, la investigación cultural y no sé qué más cosas; algunas iniciativas de estas responden a programas del Estado, otras a organismos de cooperación, a las organizaciones sociales y comunitarias, al mundillo de las Ong’s, a las universidades, a entidades internacionales, en fín. Pero esa tribu de nómadas es inestable, algunos llegan por una breve temporada, otros asisten a actividades puntuales, algunos se asoman por unos pocos días y terminan con más raíces que un boabab, otros llegan despistados, no alcanzan a aterrizar y ni siquiera a lograr comprender en dónde diablos fue que estuvieron. Aparecen también sabelotodos que se creen poseedores de la razón y el conocimiento. Llegan los recién graduados, también los curtidos de muchas otras regiones, los extranjeros “que vienen a ayudar al tercer mundo”, los antropólogos, los sociólogos, los politólogos, los violentólogos, los geógrafos, los ambientalistas, los indigenistas, los gestores culturales, los sicólogos, los literatos y los periodistas, los voluntarios, los asesores y los tecnólogos. Así hay teatros donde vamos coincidiendo, hay lugares que se privilegian para encaminar acciones e implementar proyectos, unas veces puede ser Mitú, otras Turbo o Apartadó, Quibdó, Barranca o Florencia…. Y ahí estamos; provenientes de muchos otros lugares del mapa, llegamos solos y buscamos encontrarnos con otros semejantes que se encuentren en situaciones parecidas y ellos uno a uno van apareciendo. Empezamos por compartir el tiempo libre, las mutuas soledades, las esperanzas y las expectativas; algunas veces estrechamos vínculos con las personas nativas de los lugares a donde llegamos, depende del trabajo y de las condiciones en que estemos. Cuando creemos que tenemos un grupo para sobrellevar y hacer más amena la cotidianidad resulta que llegan remezones, unos cuantos se baten en retirada por motivos personales, algunos obedecen a las directrices de sus instituciones, otros dan por terminado su trabajo y se van… quedamos con una cantidad de amigos a quienes seguramente no volveremos a ver sino en el Facebook, al principio se les extraña, pero como me decía Miguelito, un bacán y líder de por aquí, en la última despedida: “A mí ya no me extraña ni me pongo triste, he visto pasar a tanta gente por estas tierras, lo único que sé es que todos se van y yo sigo aquí”. No sé porqué pero esta vez sentí un poco de nostalgia por los buenos amigos con quienes he compartido muchas experiencias de trabajo, también unas buenas dosis de tertulia, de complicidades y jarana, de quienes he aprendido y a quienes recuerdo con profundo afecto. De alguna manera cuando compartimos, nos acercamos mutuamente porque éramos indefensos y vivíamos con nada, disfrutábamos el momento y estirábamos el tiempo, no es cierto don Raúl y don Mauricio, Fernandito, Ricardo, Miguelito, Gabrielín, Matt, Jose, Camilo, Cristian, don Samuel, amigos que están en la otra orilla, pero que dejaron huellas y tatuajes en el alma. Porqué hablo solo de los hombres? Es que nunca hubo mujeres en estos grupos? Naturalmente que sí, las colegas, las bonitas, las “irresistibles”, las disociadoras, las incondicionales, las parceras, las tiernas, las curiosas y las andariegas. Siempre me encantará saber que se encuentran buenecitas y las admiro por su valentía para salir a realizar sus sueños y afrontar la vida en condiciones hostiles, por su desprendimiento y su capacidad de adapatación. Cómo me gustaría volver a reencontrarles; seguramente bajo nuevas condiciones tendrán otra piel y otra mirada y tal vez nos veamos distantes y formales, simplemente es el gusto de saber que en el camino andado hemos hecho buenas migas y tenido excelentes acompañantes en los intrincados trechos de este viaje. Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com

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