
Una compraventa en Quibdó anunciaba una rifa de “castellanos”, cuando pregunté me dijeron que es una medida antigua que equivale como a cuatro y medio gramos, y que era muy utilizada cuando el oro se sacaba de los ríos por el sistema de baharequeo o mazamorreo, que es la minería prehispánica, ancestral, tradicional, donde hombres y mujeres con el agua a la rodilla, en una batea de madera van espulgando la tierra de los ríos, para buscar pepitas que brillan, y asi sacar de grano en grano hasta obtener algunos gramos que puedan vender o intercambiar.
Sí, estas tierras son auríferas, basta ver como cada vez que se abren huecos para hacer obras en las calles de Quibdó, las gentes humildes lavan el barro en busca de granitos de oro. En las calles existen compraventas del oro que traen los indígenas, los habitantes de las riberas de los ríos, los mineros de toda la vida, los que se ganan el diario baharequeando. Ese no es el problema, ellos no se enriquecen, a duras penas subsisten. Este negocio es rentable para los intermediarios, quienes compran a bajo precio, muchas veces con medidas adulteradas, establecen los quilates, depuran el mineral, y lo envían a las grandes ciudades.

Según del Ministerio de Minas y Energía –que por lo general se queda corto en estas cifras- en el año 400 hectáreas de bosque son taladas para el desarrollo de esa actividad, 3.7 toneladas de mercurio son vertidos en suelos y ríos afectando la salud y el medio ambiente, 250 mil toneladas de sedimento son aportadas por efectos del proceso erosivo y 35 mil galones de aceites y de combustibles son usados por estos esperpentos.
Creo que ninguna de las dragas es de las comunidades negras, sus dueños son “paisas”, o extranjeros, hasta aventureros brasileños pululan por estos lares, algunos dicen que son negocios utilizados por los narcos para lavar dinero, otros que están amparadas por grupos armados, sostienen además que hay complicidad de algunos funcionarios para que puedan operar, pues para ellos el negocio es lucrativo ya que el oro aquí se extrae por arrobas.
El asunto es que luego de algunos meses de presión por parte de las comunidades, la Fiscalía incautó las dragas, paro su producción, se inició un proceso de extinción de dominio, y ahora con la Ley de Minas algún congresista vivo incluyó un “mico” donde -en nombre del progreso- se legaliza la actividad de las dragas. Será esto posible?, seguramente este es el caso del Chocó, pero puede pasar en otras partes donde, como en la conquista, aparezca oro y entonces se arrase con todo lo que hay alrededor, como el caso de la mina a campo abierto de Cajamarca. Debemos entender de no parar su explotacion, este oro servirá para aumentar con el saq

Ya lo cantaron los pelaos de ChocQuibTown en “Pescao Envenenao”: “Yo no me como ese pescao así sea del Chocó / ese pescao envenenao, ese no lo como yo… denunciando la catástrofe ambiental y humana que se vive en estas tierras. Mas allá de la extracción del oro están las consecuencias nefastas de la explotación irracional del oro, pero siempre será así, recordemos que don Cristóbal Colón dijo que con oro se abren hasta las puertas del cielo!!! Así lo cuento, muchas veces no sabemos de dónde viene lo que nos cuelga del pescuezo, lo que exhibimos pa'chicaniar, pa'tirar visaje, y si lo sabemos, no nos importa. Se nos olvida la historia, somos indolentes. Ni siquiera quiero crucifijos de oro. Prefiero el color oro en los libros sobre Eldorado, en un traje de luces, en la piel dorada con los abrazos del sol, en los cabellos de las mujeres, o en las envolturas de las chocolatinas.
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