Los revoltosos Embera Chamí
Nos acostumbramos a verlos en las ciudades, recorriendo calles, sentados en
los andenes, vendiendo baratijas, cantando, bailando o buscando quién les
compre sus collares de chaquiras. Nuestra indolencia con sus mujeres y sus
hijos rompe el mínimo sentido de la solidaridad… a veces pareciera que los
despreciamos, que son un estorbo que afea el paisaje y que su pobreza nos
emputa.
Nos molesta que invadan un parque, que beban chicha y aguardiente, que se
tomen las puertas de un ministerio, o que se quejen porque viven hacinados a
expensas de la precaria caridad de la administración de una ciudad que los
trata como a delincuentes o habitantes de la calle.
Y están en las ciudades porque han sido expulsados de sus tierras, porque
en épocas remotas fueron arrinconados en las cabeceras de los ríos, porque la
colonización antioqueña invadió sus territorios con el argumento de que eran
tierras de nadie…. Porque apareció la
fiebre del oro, porque llegaron muchos grupos armados, porque en los lugares
donde reposan sus voces mayores se construyeron represas, porque les quitaron
la posibilidad de cultivar…. Porque sus Jaibanás han sido impotentes en su
labor espiritual de conservar el equilibrio en sus territorios, porque su dios
Karagabí no ha podido contrarrestar las fuerzas del espíritu del mal de
Tutriaka.
Ni siquiera nos preocupamos por saber algo de ellos, de esa oralidad en una
lengua extraña, que va diluyéndose en el tiempo, de su pensamiento ancestral
que ante todo plantea el equilibrio y la armonía con la naturaleza, sí, la
misma que ahora descubrieron los ambientalistas y los políticos, ellos la
practicaron durante milenios.
Bonitos sus collares y pulseras, en ellos está plasmada toda una filosofía
de vida, un complejo diseño que refleja su mundo, ese pensamiento que resume la
paz como una sincronía entre las personas, la naturaleza y Dios. El sortilegio
de sus colores debería alumbrale a quienes las compran y las lucen el camino de
la fraternidad, del respeto y la admiración por su tenacidad para resistir el
oprobio el desabrigo y el hambre.
Ser indígena en un país excluyente ya es complicado, de ahí el suicidio de
tantos adolescentes que, debido a ese sentimiento de exclusión, no quieren
reconocerse como indígenas, y muy temprano se dan cuenta que el mundo
occidental los rechaza… su belleza no encaja en los cánones de la moda ni de la
sociedad de consumo. Tal vez por eso no conozco de algún indígena que haya
sacado su dinero a paraísos fiscales, que invierta en la bolsa de valores o que
funde compañías en Delaware con pomposos nombres en inglés.
Ya perdieron la tierra, huyeron de sus tambos, ya no siembran maíz ni van a
cazar tatabros, ya no buscan la sombra del árbol de Jenené… no tienen ya el
derecho a no permitir el desequilibrio en la sociedad. La ciudad apabulla, en
los charcos de sus avenidas se refleja la desigualdad; para sobrevivir tienen
que experimentar una transculturidad que evidencia sus carencias, la fragilidad
de una identidad que se desmorona, la inutilidad de muchos de sus saberes.
Pervivir en medio de la barbarie y el abandono implica coraje, ese mismo
que le otorgan sus bastones de mando, los mismos con los que enfrentan a la
fuerza pública cuando les impide expresar su inconformidad en manifestaciones y
protestas airadas; esos uniformados que, para ellos, son la representación de
un Estado que los ha abandonado históricamente. Cuando la impotencia llega a su
límite no queda más que entrar en un trance de locura y desesperanza. Si
lográramos comprender cuánto dolor encierran sus corazones, si apenas
imagináramos cuánto extrañan sus tierras en Risaralda y en el Chocó…. La nostalgia
de las fiestas y de la alegría perdida… creo que hoy nuestro deber es no ser
cómplices de esta masacre a la cultura e identidad de un pueblo que tan solo ha
querido vivir en paz y en armonía y que, como tantos en la historia, es
oprimido, sus líderes aniquilados y sus huellas aplastadas por la modernidad y
el progreso.
Nota: La obra de arte ha sido tomada del libro Comunidad Embera - Chamí "Transculturación". Autora: Erika Tatiana Uribe Sánchez
Mario Espinosa C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario