miércoles, 23 de septiembre de 2009

ME ESTREMECIÓ LA MUJER....

Cuando no es posible tener en carne viva a las mujeres que forjamos en nuestros sueños, entonces las creamos, así damos comienzo a ese fantástico viaje de la imaginación, y a través de los meandros de las leyendas y los mitos, de las artes, de la literatura, del cine y la poesía, nacen ya no desde una costilla, sino desde las entrañas del deseo, las más encantadoras criaturas que quisiéramos nos acompañasen en las expediciones del ensueño.
Entonces aparece Sherezada, hermosísima mujer que durante mil y una noches, con sus cuentos y sortilegios deslumbra al príncipe Xariar para que le permita vivir siquiera un día más. Es creada en el febril delirio de don Alonso Quijano la sin igual Dulcinea del Toboso, la de los lunares como soles y lunas resplandecientes. Y la fantasía nos entrega otras damas para que las disfrutemos; Laurence Durrell nos deleita con Justine y a Clea, únicas, soberbias y lúcidas mujeres, Novokov es víctima como todos nosotros lo hemos sido alguna vez, de la perversa e inocente atracción de su Lolita. Anitra entrega sus encantos a Peer Gynt, la maga de Cortazar despliega su fragilidad entre tangos y músicas de jazz. Y asì se suceden entre una galaxia de páginas, pinceles y películas, la desbordante pasión de Afrodita, la de Louys, las Penélopes, las Marías, las Lunas, las Flores y sus maridos, Bárbaras, Larissas, Eugenias, Elenas, las que son capaces de enloquecer pianistas de jazz en Lisboa, la casta Susana que debería ser despampanante para ser oteada por una manada de viejos voyeristas… tantas y tantas mujeres soñadas y creadas para que las recreemos, las acomodemos a lo que queremos de ellas, las usemos en nuestros íntimos regocijos. Naturalmente las hay para niños traviesos o para iniciados como Alicia la que se aventuró en el país de las maravillas. Entre nosotros está “Rosa de Bolombolo, la de pupilas estrábicas/de muslos pluscuamperfectos/y de senos como cráteras de corindón/cuyos vinos antes queman/que no embriagan". Y Alicia, que obsesionó a Arturo Coba para que se perdiera en la Vorágine. Ilona que viaja por el mundo, y en sus súbitas e intermitentes apariciones desquicia a quien se aparezca por ahí, la despampanante pecadora de la Inés de Hinojosa. Macondo es la patria chiquita de Amaranta y también de la más bella, del ser más espléndido, más sublime, la mujer más fascinante que haya pisado la faz de la tierra: REMEDIOS LA BELLA, muchísimo más bonita que la virgen María cuando estaba volantona, más sensual y más cercana a las estrellas que todas las divas que han osado opacarle su belleza.
Hay otras que son semidiosas, inalcanzables, inspiradoras de quimeras, magia que huele a piel de ángel femenino. Así quisiera que aparecieran en mis sueños, recién bañadas, con los cabellos al viento, con la sonrisa, la exquisita palabra y el encanto envolvente de una geisha imperial, de una odalisca turca: Nefertiti, Hypatia de Alejandría que además de saber de matemáticas y astronomía desorbitaba a sus admiradores, la valerosa Juana de Arco, Dabeyba, Juana la que enloqueció de amor, María Félix, Marilyn, Brigitte Bardot, Sofía Loren, Adriana Varela, o las que sedujeron conquistadores como La Malinche o Anayancy…
A las mortales “con todo respeto” también las quiero, son las causantes de los mejores boleros, de las más tiernas canciones de amor, de tragedias e intrincados líos pasionales, de guerras y guerritas. Han sido las que nos ha puesto al alcance el destino cuando los cuerpos celestes e inalcanzables de las sublimadas y ennoblecidas andan por las nubes. Por fortuna han brindado su compañía, el ensueño, las tardes de amor, las escenas de lecturas, los apasionamientos repentinos, la lujuria, los desencantos, y en el juego de la vida han aportado lo que quieren y lo que pueden. Cada una de ellas es la mitad de lo que es y la otra mitad nos la hemos inventado nosotros, hasta hemos tocado las puertas de sus cielos “con pérfida pasión y con loco frenesí”, porque, al fin y al cabo, como decía Shakespeare, “estamos hechos del mismo material de nuestros sueños”.
En lo más íntimo del deseo, si estuviera listo el paredón para nuestro fusilamiento y llegara el verdugo a informarnos que se nos ha sido concedido el último deseo, y ese fuera pasar el cuarto de hora final abrazado a esa mujer –de carne y hueso- que nos hizo vibrar en nuestro periplo por el mundo, también en una ráfaga de pensamiento, en un santiamén, nuestros labios pronunciarían sin dudarlo su nombre…. Y ella lo sabe!!!
Nota: Las fotografìas y reproducciones han sido bajadas del internet. La foto de la chica es de Reuters en el concierto en la Habana.

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