miércoles, 16 de septiembre de 2009

QUIBDÓ, ESENCIA VIVA DEL BARRIO

Si hiciéramos un inventario de su patrimonio, en la herencia viva de los habitantes de Quibdó también les pertenece su derecho al barrio. Esos estrechos pasadizos en madera que es sus inicios les permitían llegar a sus casas palafito, levantadas en madera y que poco a poco cedieron su lugar a las calles, a las casas de bloque y cemento, a los postes de la luz, a la maraña de carros y motocicletas.

Un barrio lo hacen sus gentes, el barrio es el territorio de la vida cotidiana, de las gentes en los andenes jugando cartas o dominó, de los jóvenes en las esquinas, de los gritos de solar a solar, de los miles de niños corriendo en las calles tras una pelota, de las puertas abiertas y las tiendas donde casi todos tienen cuenta.

Los barrios son lo que la gente ha podido hacer que sean, gracias a sus formas de organización y de gestión, gracias a su solidaridad y a sus grados de integración han ido consiguiendo que se les mejoren en algo sus condiciones de vida, cada logro es un parto, sea una escuela, un comedor comunitario, una acometida de agua, un puente o un farol; de ahí los estrechos vínculos de sus líderes con su clase política dirigente, que a pesar de todo lo que pueda suceder, encuentra respaldo, o por lo menos un silencio cómplice, pues en medio de la “corrrompición” algo reparte para los demás.
La calle, la esquina, el parque y los frentes de las casas son lugares públicos, no hay condominios ni conjuntos cerrados, la calle es parte también del espacio social de la casa, lugar de trabajo y de vida familiar. A la identidad afro, a los partentescos de familiaridad, a la amistad, se suman los propósitos comunes de querer seguir viviendo en ese, su lugar. En Quibdó la gente no se cambia de barrio; si consigue plata su propósito principal es mejorar la casa, quedarse con los suyos, si viajan “afuera” quieren retornar a compartir a “chicaniar”, es su sello indeleble, su marca de agua.

Por eso las fiestas, tienen un carácter especial, si se celebra un cumpleaños o la primera comunión, es invadida la calle, colocan mesas, sillas, festones, bombas y serpentinas y todos están invitados, naturalmente nadie protesta por el estrambótico volumen de la música que sale de monumentales bafles colocados en balcones o en los andenes, y que de acuerdo al prestigio de los anfitriones puede durar varios días. -En Quibdó se pone de moda un tema, sea de salsa o regguetón, se escucha en todos los rincones, cuando se asiste a un bailadero, ya se sabe lo que vá a sonar.- El baile, la bulla y la parranda ocupan un lugar muy destacado en el sentir de los quibdoseños. Cómo se gozan una tarde de sol o pasada por agua conversando en voz altísima y bebiendo de lo que aparezca. En el Pacífico es una forma de hermandad, de identidad, de desparpajo y de integración. Una vía de escape a las angustias del día a día, un pretexto para hablar de los últimos sucesos de la política, una oportunidad para sacar las cartas y los dados.

San Pacho es una amalgama de todo, identidad de barrio, rivalidades, apego, ganas de reconocimiento, afloran sentimientos religiosos y de los otros, se trata de ordenar el desorden colectivo, ese delicioso caos que de alguna manera todos llevamos muy adentro. Precisamente esa rivalidad entre los diferentes barrios es la que enriquece las fiestas, el colorido, el lucimiento de abanderados y comparsas, los bundes y el recibimiento de los vecinos anfitriones a los frenéticos visitantes engalana la tradición y el espíritu alegre que oculta la nostalgia de una tierra que podría estar mejor. San Pacho para los sanpacheros, es una fiesta de chocoanos para chocoanos, es su fiesta doméstica y universal, descentralizada en barrios que son como clanes y que desde ya tienen herederos vigentes cuando quienes más gozan son precisamente los jóvenes y los niños que se contagian del arcoíris de sonidos de las chirimías!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario