martes, 9 de febrero de 2010

DE REGRESO AL CHOCÓ....

Siempre Bogotá nos sorprende por la cantidad de ciudades que contiene, la panorámica de la ciudad desde los barrios del centro oriente tiene otro azul, otros horizontes y sus luces siguen siendo eléctricas, atiborradas de cables y de postes que se levantan al capricho de sus geografías. Fue una oportunidad de reencontrarme con sus gentes y percibir de cerca sus comedores comunitarios, sus niños de vacaciones, las calles con festones, sus pesebres y para contemplar impotente el helicóptero que sobrevolaba los cerros apagando los incendios que por esta época atacan vorazmente sus cada vez más frágiles nichos de bosques y matorrales.

Debido al infarto en la movilidad de la capital, producido por la lentísima construcción de las vías para el transmilenio, preferí caminar el centro de la ciudad; fue un Enero para recrearse visitando librerías y almacenes de chucherías, para volver a ver películas como El lado Oscuro del Corazón (de Zubiela), La Strada (de Fellini), o Malena (de Tornatore), por supuesto sin dejar de asistir al Boom tridimensional de Avatar; también saqué algún tiempo, por ejemplo, para leer en voz alta o dirigir la orquesta escuchando el triple concierto de Beethoven. Ese Enero que espero cada año para prometerme que el año que llega será mejor, para repartir y recibir besos y abrazos, para decirle a ella que la sigo queriendo, para sentir el ronroneo de Gaspar en las mañanas y, naturalmente, para ver a los amigos y al calor de un buen vaso sentir de nuevo el tango acariciando las noches de La Candelaria a la luz de una luna llena como casi nunca la ví antes.

Ahí quedan los sobrinos, los hermanos y parientes, otras tajadas de corazón vuelan hacia el sur y de nuevo pienso en el Atrato. Es el tiempo de volver. Después de esta breve temporada regreso a Quibdó; como siempre que me subo a un avión pido ventana (igual que la primera vez que siendo niño me encaramé en un avión DC 3 de carga), tuve la fortuna de ver desde el aire y con un hermoso cielo despejado los nevados del Ruiz, de Santa Isabel, creo que el del Cisne y el Tolima, y aunque la nieve no los cubre tanto como hace algunos años, el espectáculo sigue siendo deslumbrante.

Y pasan tantas cosas a principio de año, la más trágica es el terremoto de Haití, con sus doscientos mil muertos, casi todos negros, la aparición inmediata de diez mil mariner y el control del país por unas fuerzas de seguridad que seguramente crearán zozobra en la región. Bueno, por lo menos el G7 les condonó la deuda, y después de esta desgarradora forma de llamar la atención sobre la precariedad de la población de un país azotado por las tiranías, la miseria y el sida (a pesar de haber sido el primer territorio que declaró su independencia y la abolición de la esclavitud), se espera que los ojos del mundo volteen a mirar a sus víctimas y haciendo de lado su abominable racismo, procuren reconstruir los sueños y esperanzas de los miles de niños y sobrevivientes que se asoman en las cámaras de los fotógrafos y periodistas de las cadenas noticiosas.

Creo que hay regiones del Chocó que han vivido tragedias, guardando las proporciones, similares, como el caso de Bahía Solano, y aunque no recibieron la solidaridad esperada se repusieron a estas embestidas de la naturaleza; lo que es más difícil, y lo que cuesta recuperarse, son las cicatrices que dejan las guerras y la violencia en la tierra y en los humanos , más aún cuando desaparecen las voluntades y la solidaridad con las víctimas, y cuando se producen nuevos atropellos a campesinos y comunidades indígenas y la opinión nacional casi ni se da cuenta por estar ocupada en las alianzas y jugarretas electorales. Otra tragedia son los decretos de la emergencia social, especialmente en salud, uno de los sectores más golpeados, con presupuesto insuficiente, calidad y cobertura deficiente en el departamento, ah, y el aumento del impuesto a la cerveza Uff, con este calor……

Aquí estoy de nuevo, solo que esta vez no llueve, imagínense, Quibdó sin agua…. Quince días sin llover, el acueducto envía un chorrito algunos minutos al día y la gran mayoría de los quibdoseños desde donde puede carga el agua en baldes, canecas, ollas y platones. La ciudad está invadida por sedes de campañas a la Cámara y el Senado, hay como cincuenta listas de aspirantes por la circunscripción especial para comunidades negras, (y todos dicen que son honestos), habrá que ver…. Ahí están los votos, de ahí la visita de candidatos de otras partes del país, de los jefes de directorios, y los que enarbolan las banderas de Belén de Bajirá. Hay mucho cacique y poco indio, esperemos que los pactos de transparencia y de juego limpio para no comprar votos produzcan algunos resultados, o será que el departamento continuará en poder de las dinastías electorales.

Pero no seamos tan pesimistas. Mañana lloverá, el Atrato recobrará su caudal y los árboles recuperarán su verdor; seguramente quienes creemos que este país puede ser mejor y que podemos hacer algo para que esto sea posible, podemos decir como Fito Paez: “Quien dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón…”

Nota: Las fotografías fueron tomadas desde los cerros del centroriente de una Bogotá distinta, compleja y desconocida.... sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com

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