jueves, 25 de marzo de 2010

SI PASAS POR QUIBDÓ....

Quibdó nos parece un destino extraño, exótico e inusual, es muy improbable que en una agencia de viajes ofrezcan en sus rutas turísticas un tour por Quibdó, tal vez nos inviten a Nuquí, a Bahía Solano, Bahía Málaga y a Tribugá. Los visitantes lo hacen más por razones de trabajo, de negocios, por recomendación de amigos, o visitas familiares; y sin embargo, cuando se le recorre se van descubriendo esos atractivos que permiten que lo disfrutemos con la desprevención y placidez que implican otros ritmos de cotidianidad. Los atardeceres en el Malecón, un lugar de encuentro para retener en la mirada las aguas del Atrato, para asistir a eventos, para refrescar el corazón y contemplar las barcas que llevan y traen gentes y cosas de otras orillas de las selvas chocoanas, para sentarnos a deleitarnos con los colores, las formas y el donaire de sus mujeres morenas, sensuales y cadenciosas….

Desde los amplios ventanales de la biblioteca del Banco de la República se amplía el horizonte y podemos ver, hacia un lado, el barullo de la plaza de mercado, y hacia el otro, la catedral y el río que viaja hacia Urabá; la plaza de mercado, aún en su precariedad y decadencia, vale la pena recorrerse, ante todo por la diversidad de productos que ofrece y por la dinámica de las gentes que buscan en ella su diario vivir. En la medida que va pasando el tiempo descubrimos otros lugares que atraen: qué bueno disfrutar de los helados de la quinta, o de la limonada cerezada de Ricos, del exquisito mondongo que preparan en el restaurante de Doña Jacinta, el bacalao de la Paila de la Abuela, o el atollao de Borojó y café. En la noche, qué mejor que disfrutar una cerveza en la barra de El Sitio, para mi gusto el sitio con más identidad y mejor criterio musical, sin embargo si sabe de algún lugar donde haya chirimía en vivo, no se lo pierda.

Recorra la Alameda, con sus puestos de frutas y comida, hágale un homenaje a los miles de víctimas del conflicto armado en el departamento visitando la capilla de la Diócesis, donde están expuestas las fotografías de algunas víctimas de estos magnicidios; tome un taxi o dígale a un rapimotero que le haga un recorrido por Ciudad Jardín, Niño Jesús, San Vicente o Villa España, para que pueda observar los contrastes entre la opulencia, el bienestar y la miseria. En el muelle contrate una canoa que lo lleve, por ejemplo, a Rio Quito; súbase a una buseta… Quibdó es relativamente segura, a pesar de la pobreza y el desempleo no tiene los índices de delincuencia común o de indigencia que presentan conglomerados similares.

Si quiere pasear y refrescarse en un charco visite, por ejemplo, Tandó, La Torva o Tutunendo, el paseo de fin de semana es casi un compromiso, en las afueras se encuentran algunos buenos balnearios y sitios de descanso.
Aprender a vivir lo que hay, disfrutar lo que hay, acercarse a desentrañar el entorno, encontrar buenos guías, seguramente le llevará a encontrar lugares “invisibles”, asistir a eventos a los que no se les hace mucha difusión, ya sea en las universidades o en algunos ámbitos que estimulan la cultura y el diálogo. Un ejercicio importante es leer los diarios locales, escuchar las emisoras locales, sin no nos interesamos por lo que sucede en la región, la estadía será sosa, infructuosa y tal vez absurda. No se vaya con las manos vacías, compre algo en Damagua, telas para paruma, cestería Embera, bija, borojó, longaniza o pescado seco....

Quibdó no es un lugar para aburrirse, es un lugar con ritmo propio, hecha más para los quibdoseños que para los visitantes, de ahí que la mejor opción sea recorrerla de la mano con sus gentes, aquellas personas que generosamente nos brinden esa posibilidad. El calor humano de sus gentes será un motivo más para querer regresar!!!!
Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com

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