Este año el recorrido se ha trazado esquivando los mil y un cráteres de las calles, pues aunque le apuraron un poco a ver si alcanzaban a arreglar por lo menos los del recorrido, no fue posible.Cada día el desfile le corresponde a uno de los doce barrios franciscanos, y hace un recorrido por los otros once barrios; el recorrido se inicia en la tarde y termina entrada la noche.
En la noche los habitantes de la ciudad visitan el barrio, que se ha preparado para ofrecer comidas típicas, licor y baile a los asistentes. El San Pacho es para chicos y grandes, en el desfile y en el bunde no se discrimina a nadie por edad, por sexo, o por condición social, aunque quienes más lo disfrutan son los jóvenes que sacan a relucir su energía y alegría. Esta fiesta es ante todo de hermandad entre los quibdoseños, para compartir con los vecinos, para integrar el barrio. En el desfile de banderas salen las comparsas, los grupos folclóricos, y algunas entidades. Si bien Quibdó es una población fiestera, en estos días no hay límites, se sigue un ritmo aparentemente normal, pero el aroma que se percibe invita a la parranda.
San Pacho me sumerge en la melancolía desbordante, creo que he entendido que apenas la puedo disfrutar como espectador, siento que sin raigambre y sin tradición uno es un peatón más; desde luego será un motivo para compartir con algunos amigos, especialmente lugareños, y me detendré a observar e intentar describir la magia y el encanto que este acontecimiento significa para la piel morena. Últimamente percibo que algo me está haciendo falta…
Para que se hagan a una idea, los dejo con estas imágenes:
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