miércoles, 13 de octubre de 2010

BOCETO DE UN GATO BLANCO ENTRE LOS ACORDES DEL TRIPLE CONCIERTO DE BEETHOVEN

Ahí está, acostado con su parsimonioso ronroneo, ensimismado en el Allegro. Estoy convencido que si los gatos tienen mejor oído que nosotros y si perciben el encanto de la buena música, acaban convirtiéndose en excelentes melómanos. Lástima que no hayamos podido aprender su complejo lenguaje, porque seguramente nos darían soberbias lecciones de cómo escuchar la música. A Gaspar le encanta Bach, especialmente las suites para violonchelo y se extasía con Erik Satie y también con las sonatas de Cesar Frank; creo que prefiere las cuerdas a los vientos y se vuelve más contemplativo con Chopin que con Bartok. Wagner no le convence mucho y prefiere salir al jardín cuando escucho a Stravinsky o a John Cage. Así son… plácidos, extremadamente refinados, exquisitos y discretos; tienen la prudencia de los sabios, la ternura de quien está recién enamorado, el sentido del libre albedrío desarrolladísimo y el placer de recorrer el mundo en las noches. Pero también disfrutan con el sol, de las caricias y de los lugares que son dignos de ellos. Prefieren el cómodo sillón de la biblioteca y el calor de la chimenea, aunque no existe ningún lugar de la casa vedado a sus correrías. No nos acompañan pero exigen compañía cuando así lo desean, su paladar es refinado y generalmente se creen dos estratos más arriba que sus anfitriones. Se acicalan para estar impecables y perciben cuando lleganlos días festivos porque nos levantamos tarde. Miran la luna a través de los cristales y el fulgor del cielo les esparce dulces sensaciones que les traen a la memoria sus tiempos de selva y monte; las tinieblas son un pretexto para sentirse poderosos y sus maullidos envían mensajes a los espíritus de los gatos que desde remotos tiempos acompañan los mitos de los hombres. Envidiamos su silencioso andar, la displicencia con que determinan a sus enemigos naturales, los perros, su precisión para sortear diluvios y secuencias de laberintos. Cómo quisiéramos los hombres caer siempre parados y tener siquiera algunas de las vidas que gracias a su destreza les atribuyen. A Gaspar le encantan las visitas, sobre todo si son mujeres que deciden acompañarnos y juegan a pasarle los dedos por el lomo. Como sus parientes turcos es sensible a los aromas que esparce la piel de una odalisca criolla cuando vibra de placer, y seguramente desearía hacerle coro a los suspiros; no contemplo siquiera la posibilidad de tener una compañera de retozos y de sueños a quien le incomode su presencia. Aprendí a observarlo y a tratar de entender su lucidez, a admirar sus gráciles movimientos y a aceptar sus caricias a sabiendas de que algo se trae entre bigotes. En casa cumple con agrado algunas funciones, por ejemplo descubre el lugar donde hace más calor, a veces funge de cojín y otras veces se vuelve estuche del control remoto del televisor, se adueña de sillas, de jarras para tomar el agua, de lugares para afilar sus uñas, de esquinas para delimitar su espacio, es ladrón también de mis desvelos y dispone, si quiere, de gran parte mi tiempo libre. Es un sibarita que disfruta y exige las delicias de la buena mesa, y al mismo tiempo se aventura en correrías por laberintos y lugares donde solo su cuerpo de goma puede alcanzar. A veces juego con él y disfruto su natural sentido del humor y el aire de superioridad que le hermosea. Cada vez que contra mi voluntad tengo que alejarme y asignarle una acudiente, me siento desolado y ni siquiera me atrevo a mirar a la constelación de Leo. Seguramente él no me necesita, pero,¿ qué tal que sí? A veces terminamos acostumbrándonos a compartir la libertad. Para cuando vuelva le alzaré, le miraré a sus ojos claros, a ella también la invitaré a cenar para que le haga cosquillas en la barriga, y nos sentaremos a escuchar el concierto “Elvira Madigán” de Mozart, uno de sus preferidos (de Gaspar, naturalmente). Ahora quiero compartir algunas frases que me ha enviado uno de mis buenos amigos gatófilos: “El hombre es civilizado en la medida que comprende a un gato” Bernard Shaw “Dios hizo al gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar a un tigre” Víctor Hugo “El paraíso jamás será paraíso a no ser que mis gatos estén ahí esperándome” “Para mantener una verdadera perspectiva de lo que valemos, todos deberíamos tener un perro que nos adore y un gato que nos ignore” Derek Bruce “Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como sus iguales, pero los gatos nos miran como sus súbditos” Winston Churchill “Cualquier gato que no consigue atrapar a un ratón finge que iba tras una hoja seca” Charlotte Gray “La elegancia quiso cuerpo y vida, por eso se transformó en gato” Guillermo de Aquitania “Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando” Miguel de Unamuno “Si yo prefiero los gatos a los perros, es porque no hay gatos policías” Jean Cocteau “Si quieres escribir sobre seres humanos, lo mejor que puedes tener en casa es un gato” Aldous Huxley “El gato no nos acaricia, se acaricia con nosotros” Antoine Rivarol “El ideal de la calma es un gato sentado” Jean Renard “El más pequeño gato es una obra maestra” Leonardo da Vinci “He estudiado muchos filósofos y muchos gatos. La sabiduría de los gatos es infinitamente superior” Hippolite Taine “El único misterio sobre el gato es saber por qué ha decidido ser un animal doméstico” C. MacKenzie “El gato es el único animal que ha logrado domesticar al hombre” Marcel Mauss “Quien se casa con una persona que tiene animales domésticos ingresa en un cierto nivel de locura” Nora Ephron “El gato posee belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad, todas las virtudes del hombre sin sus vicios” Lord Cuppy “Un maullido es un masaje al corazón” Stuart McMillan “En realidad la casa es del gato, nosotros solo pagamos la renta” “Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma permanecerá dormida” Anatole France Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com

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