martes, 26 de julio de 2011

¿SER SIBARITA: Vale la pena?

Un sibarita es quien le brinda lo que le produce placer a sus cinco sentidos, es una cuestión de actitud, no se puede ser sibarita un día sí y otro no; según las definiciones tradicionales a un sibarita se le distingue por su buen gusto y refinamiento, o mejor aún, es una persona que disfruta la vida a plenitud.

Naturalmente debe existir la propensión, esto también implica un aprendizaje, no se es sibarita de la noche a la mañana, hay que asomarse a la lectura de maestros de la buena literatura: Borges, Proust, Puig, Durrell, García Marquez…., acompañarse de los acordes del jazz o de la música brasilera propician ambientes de sensualidad y placidez, los buenos licores y las delicias del paladar, el culto a las fragancias, el plácido ronroneo de un gato, son aperitivos que estimulan y potencian la nuestra afición por degustar lo mejor que nos brinda la vida. Hay sibaritas anacoberos como Joaquín Sabina, que juegan, que fuman, que beben champaña y vacían copas de Martinis, son como faros que iluminan. Hay otros con quienes he tropezado en mi existencia y en esos encuentros han sido pródigos en atenciones y festejos, son como un ying yang entre la razón y la pasión.

Lo que para unos puede ser bueno y hermoso, para otros nó, por eso no es la intención discutir por gustos. Creo que sencillamente es aprovechar las oportunidades para pasarla espléndidamente; por eso para ser sibarita no se necesita vivir en la opulencia o en la ostentación, tampoco ayudará mucho ser estrafalario o pantallero, es sentirse a gusto, es consentirse y procurar darse lo mejor, es no escatimar esfuerzos con uno mismo. Pero si hay algo que riñe con la condición mínima es la vulgaridad, la suciedad de las palabras y lo ordinario.
Carroza en Santafe de Antioquia

¿Se puede ser sibarita en medio de todo este revoltijo de situaciones y de conflictos que vivimos a diario? Es posible; hay que tratar a la vida con nobleza, eso ya incluye el propósito de pasarla bien, de evitar perpetrar abusos o generar intrincadas situaciones perversas y ofensivas. La cortesía y el respeto son de buen gusto, en el sibarita no caben, o no deberían caber, la soberbia ni la humildad.

El sibarita es proclive a la tranquilidad, y busca disfrutar donde se encuentre, ya sea en una playa solitaria en el Pacífico o en un lupanar en Samarkanda, le sabe delicioso un jugo de carambolo, y también una ensalada mediterránea con frutos de mar. Igual le apetece retozar con una dama gordita o quedarse leyendo una buena novela en el jardín de su casa.

Ante todo es independiente, difícilmente es influenciable y ha establecido ya sus tendencias éticas y estéticas; su moralidad llega incluso a trascender los convencionalismos y prejuicios, eso sí, estableciendo parámetros propios. Cada acción requiere el tiempo necesario para poder sacarle el máximo provecho.

 Un sibarita no puede ser aburrido, debe ser buen conversador y tener sentido del humor; como es natural no puede descuidar su apariencia personal y en lo posible, de acuerdo a sus posibilidades económicas –porque no necesariamente tiene que nadar en oro- vestir con criterio e identidad. Aquí se puede revaluar el concepto de que para estar bien vestido hay que ser “marquero”, lo que sucede es que la confección de la ropa de marca, usualmente es de muy buena calidad.

Una de Botero
La observación y el detalle también son cualidades, la sutileza de un sonido, la admiración por un pequeño objeto, le permiten tener conciencia de la riqueza de los sabores de un buen plato, apreciar a cabalidad las notas de un excelente concierto, deleitarse con la caprichosa arquitectura de una ciudad, con el encanto de un paisaje selvático donde las orquídeas coquetean con los musgos, o con la filigrana de un abalorio de bisutería que ella luce con coquetería. Igual, el sibarita aprecia tanto el lecho de un buen hotel como una carpa a orillas de un lago; lo importante es la experiencia del viaje, ampliar su conocimientos, sus referentes, disfrutar de una noche estrellada o un sorbo de Jack Daniels en la barra de un bar de marineros. 
Aunque para un sibarita predomina su propio placer, este no será completo sin una buena compañía, sin la magia y la complicidad de sus amigos, sin la cercanía de la piel que le estimule, sin el abrazo y las palabras dulces.
Tarde de parque y de museos
Hablamos de hombres sibaritas, sin embaro creo que las mujeres pueden arañar algunas veces el Nirvana; si existe algo que pueda concebir un arcoiris encima de un edredón de plumas es el encuentro de dos almas sibaritas, (se puede reemplazar el edredón por un lecho de hojas secas). Y aunque aún no hayamos tocado algunas condiciones para alcanzar la maestría en el arte, lo importante sería que no escatimáramos esfuerzos porque así sea. Si no lo logramos, por lo menos la vamos a pasar muy divertido. Vale la pena intentarlo.
PD: La música del Joe Arroyo nos ha acompañado en muchos momentos felices, hoy ha partido para su cielo de arreboles, desde esta página van mis agradecimientos por todo lo que nos prodigó, la admiración por su talento, por su esencia costeña y caribeña, por una vida que fue de novela, por sus excesos, por su amor a Barranquilla, Gracias Maestro!!!!
Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com

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