martes, 2 de agosto de 2011

LOS LÁPICES: Entre la alquimia y el sortilegio

Tener un lápiz en la mano, ir escribiendo lo que nos inspira, lo que evoca, lo que nos obligaron a plasmar en el cuaderno. Tratar de copiar el paisaje en la hoja en blanco, rellenar de color azul el cielo y dibujar los bigotes de los gatos. Afilar la mina y a mano alzada hacer el boceto de un inspirado grabado, o simplemente trazar líneas y líneas en perspectiva y encaramarse a un rascacielos acostado en una cama de papel durex. 

Dibujar futbolistas, carros de carreras, luchadores y muñecos de los comics, anotar con ansiedad un teléfono, hacer las cuentas de lo que se debe cancelar a fin de mes, con el borrador roído, con la punta roma.
Ver cómo su principal enemigo es el tajalápiz y cómo el borrador se acaba pronto. Saber que se puede aparecer en todos los cajones de la casa, que sirve para delinear cejas y también para señalar en la madera los cortes de la nueva cuna.
Y entre el humo del café y el cigarrillo ir copiando versos o  ensartando frases en las volutas, o jugar a ser un director de orquesta.
Un trozo de madera con grafito, en una escala de blando a duro, desde el 8B hasta el 8H, cada uno con su peculiar sonido al golpetear la mesa.
Lápices que obsequian, otros que entregan con afecto, que se compran con monedas y que se van tomando por ahí. Lápices que se conservan porque significan algo o aún no han dicho todo lo que su corazón encierra, lápices que se guardan para una ocasión especial.
El lápiz que trae un viajero, el que vende el buhonero, el que entrega con dulzura un alma niña, el que nos sorprende en el escaparate de una miscelánea.
Lápices chinos, hechos como ellos, por miles de millones, lápices de cabecitas artesanales, finos lápices para manos y cerebros inspirados, lápices para llenar libretas de dibujos, para engalanar el escritorio. ¿Porqué no coleccionarlos?, eso pensó mi padre hace unos lustros, y aún hoy cuando aparecen portaminas, lápices virtuales, y el ordenador como pizarra, mantengo el ojo avizor para darles el lugar que se merecen. Todos, todos ellos ameritan un espacio muy especial, han sido instrumento de fantasía y compañía en el proceso de aprender. Gracias también a los seres queridos que han apoyado esta otra adicción… sean bienvenidos al universo de los lápices.

Y son también símbolo de memoria, de no olvido al terror en las aulas  de"La noche de los lápices" de 1976 en tiempos nefastos tiempos de dictaduras argentinas, contados el la pantalla por la homónima película de Héctor Olivera...., de no olvido de la infancia, de la escuela, del barrio y del recorrido que hemos ido dibujando en los meandros que vamos navegando..

Una pequeña muestra de la colección, quedan invitados a incrementarla!!! Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com

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