lunes, 13 de junio de 2011

MI PRIMER DÍA DE GIMNASIO

Ayer en la mañana desperté y al buscar las chanclas debajo de la cama tuve que hacer un gran esfuerzo y sobreactuarme para poder agacharme, era como si estuviera desajustándome!!! Me levanté, me observé en el espejo y noté con cierta preocupación que los gorditos del abdomen cada día atacan sin piedad, pensé que había llegado el momento de tratar de controlar sus ímpetus.

Algunos colegas han optado por salir al Parque Nacional a trotar muy de mañana, arriesgándose a que los atraquen o a que la crema de leche de la ensalada de frutas les caiga mal; otros se han comprado una serie de aparaticos de los que promocionan en televisión para hacerse masajes a lo largo de su humanidad. Los más osados se han comprado unas máquinas de resortes, que al cabo de un tiempo terminan arrumadas en el garaje o en el cuarto de San Alejo al lado de las bicicletas que nunca volvieron a montar.

Salí a desayunar y cuando quise pedir “calentao” con huevos y arepa, se me atragantó la voz y solo atiné a decir que me trajeran un vaso de jugo de papaya, lo bebí despacio y decidí caminar un poco.

Refrescando a mamá
No sé porqué, pero la ruta escogida pasaba por varios gimnasios. De esos que se llaman “Atletic” “Body Gim”, “Hercules”. Seguramente a nadie se le ocurriría colocarle a un lugar de esos “Da Vinci Gim”, o “Borges Stars”, no!!! Allí el ejercicio es solo para el cuerpo, la frente es solo para que corra el sudor.

Me decidí a entrar a uno de ellos –como para averiguar- y me recibió una amable mujer de muslos pluscuamperfectos que me miró con curiosidad y entendió mi total estado de indefensión; bueno, yo iba de bluyines, sandalias y mochila arhuaca, ¿qué diablos estaba haciendo allí? Ella se ofreció a ayudarme, me habló de las excelsitudes de la vida sana, -a ella se le notaban-, de las ventajas del gimnasio, y de lo cómodo que me saldría si me inscribía en un plan de un año, imagínense, un año asistiendo todos los días dos horas, con acceso ilimitado a todas las catapultas, los resortes, las colchonetas, esas máquinas de guerra que uno vé por las ventanas y que desafían mi musculatura de relojero.

Yo a veces no le escuchaba porque sonaba a todo volumen una estrambótica música de chispum-chispum, que salía de unos bafles enormes que por acá llaman “Kingkones”, y que además no me explico para qué están si todas y todos los que asisten se colocan los audífonos de sus Ipods. Yo miraba para todos los lados, ví una hilera de bicicletas estáticas donde pedaleaban unas dulcísimas apariciones, todas con leguis, licras (y encima de las licras tangas), balacas en el cabello, topcitos, gafas oscuras, y de otro lado unos tipos que parecían moldeados en plastilina y que jugaban con pesas y hacían abdominales y sentadillas como por encargo!!!!
Nuevo atardecer
Después que la despampanante sílfide me enseñó todas las instalaciones me invitó a la Boutique: este es un lugar donde venden toda esa ropa, pues no es estético asistir con la pantaloneta y camiseta, y ni con sudadera (menos mal, porque si hay algo que he detestado es esa horrible prenda, sobre todo cuando la usan para beber en la esquina, o jugar tejo). Allí ofrecen de todo, las vitaminas, las bebidas hidratantes, los termos, las camisetas sin mangas, las fajas, los suspensorios.

A este punto yo no sabía qué hacer, me invitó amablemente la oficina y allí sacó un extenso formulario donde me preguntaba de qué no me había muerto, qué preexistencias tengo, si bebo, si fumo, si toso, a qué soy adicto, a qué me gustaría ser adicto. Después de todo esto llamó a un asistente que me llevó a un pequeño vestíbulo, me pesó, me midió, observó mi escuálida humanidad de arriba abajo y después de lanzarme preguntas como si me fuera a hacer la vasectomía, miró una tabla y me dijo que tenía que empezar por tener una dieta balanceada y unos ejercicios iniciales mientras el cuerpo se va desajustando, y a ver si de pronto puedo mejorar la silueta y acercarme a lo que según los que saben, debe ser el peso ideal.

Ya cómo decía que nó, ¿como putas iba a sacar el cuerpo?

Firmé unos papeles, que era algo así como a renunciar a cualquier indemnización en caso de que por hacer una mala fuerza me descosiera, o que tenía toda la responsabilidad si me embestía algún ariete o resorte de esos, o si me devoraba la cinta esa para caminar. Tuve por lo menos el valor de decir que un año para mí era mucho, que el trabajo, que no se qué, y apenas tomar un plan inicial por algunas sesiones, con masajes, looker incluído, y un bono para no sé qué carajada!!!
Cae la noche en la Yesquita
Volvió a acercarse la chica de los muslos pluscuamperfectos, me dijo que aprovechara… y que hiciera algunos ejercicios. Así terminé comprando una pantaloneta, una camiseta con unas rayas fosforescentes y una toalla que viene entre un tarro. El primer ejercicio fue caminar por esa banda sin fín y ahí me tomaron las pulsaciones y vieron que no me daba taquicardia cuando miraba a las ciclistas caminar con tumbao cuando iban hacia los vestieres; después me tocó tirarme en una colchoneta y coger unas pesitas y amagar con unos abdominales. Cuando estaba allí se me hizo de pié sobre mi cabeza un cíclope de esos y amablemente me dijo cómo tenía que tomar esos aparatos porque como lo estaba haciendo podía estrangularme una hernia.

Después de estar, creo, unos cuarenticinco minutos, que me parecieron una eternidad, era como estar en el purgatorio, decidir huir de allí, en esas sonó el celular, lo tomé para responder, mi voz sonaba agitada, me preguntaron qué estaba haciendo, le dije de mi odisea en un gimnasio… y no me creyó!!!!
Me despedí con la promesa de volver al otro día, dizque a la sesión de aeróbicos!!! Qué oso!!! , pero creo que ese es el territorio del nunca jamás. Mejor creo que haré dieta de arándanos, lentejas, aceite de olivas, camarones y lentejas; caminé como si acabara de llegar a la tierra, entré a un kiosko pedí una cerveza bien helada y abrí el libro “Zona sagrada” de Carlos Fuentes, ahí donde dice: … “¿No entiendes que quiero durar? ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?”.

Pueden enviar sus comentarios a megaspar@hotmail.com

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