Queda claro que basta un estornudo de nuestra madre tierra para desestabilizar el mundo que hemos tratado de acomodar. Yo no sé de dónde hemos sacado que nosotros somos los salvadores del planeta; nos endilgamos atributos como salvadores de almas, o de redentores de la naturaleza, cuando este milenario globo puede reinventarse, deshacerse de cuanto ser vivo se le antoje y acomodar a su capricho su geografía. Como estamos distantes, creemos que no nos tocará en algún momento; Son Chile, Haití, Indonesia, Nueva Orleans, espejos de las hecatombes posibles. Antes fueron la Atlántida, Pompeya y tantas otras…. Aquí estamos viviendo la ola invernal, que es algo así como un Tsunami lento que va asolando nuestro mapa.
Dicen que la tierra tiene algo así como cinco mil millones de años y que es un planeta joven, por lo tanto nuestra incómoda presencia no logrará controlar sus impulsos juveniles; aún no estamos en capacidad de predecir temblores o maremotos, y sociedades tan organizadas como la japonesa, a pesar de haber previsto las consecuencias de un eventual movimiento, se quedaron cortas en sus estrategias de contingencia. Así no se presenten saqueos, sobreviene la escasez de alimentos y de agua potable, y el dinero para adquirirlos y los seguros que toman estas sociedades “previsivas”, no tienen validez frente al peligro de perder la vida.
Atardecer en el Atrato |
Por internet y en las pantallas estamos viviendo la magnitud de la catástrofe, sumada al grave riesgo de que esas plantas nucleares como la de Fukushima se agrieten, exploten y generen esas ondas de radiación, nefastas para nuestra supervivencia (hay que hacer memoria y recordar lo que pasó en Chernobyl). La noticia nos ha llegado minutos después del suceso y la seguimos como si fuera una serie de televisión, -a lo mejor sacando de la nevera un emparedado y una gaseosa-. El riesgo es que adulteren las noticias, se minimicen los impactos de la tragedia y oculten la magnitud del siniestro. ¿Qué pasa con los tambores de residuos radiactivos contiguos a las plantas colapsadas? Y ahí en los países desarrollados existen miles de plantas de energía nuclear que son vulnerables no solamente a las fallas humanas, sino a eventos como el que vivió Japón hace unos pocos días. Esto nos muestra un aspecto desolador: los habitantes del mundo estamos a merced de los embates de la naturaleza, y absolutamente indefensos frente a los peligros de los reactores, ojivas, plantas termonucleares, bombas atómicas y desechos radiactivos que los magnates nucleares han sembrado para consolidar su hegemonía.
Que sirva esto para que se revisen las expectativas mineras en nuestro país que –entre otros- contemplan la explotación de minerales radiactivos; podemos estar propiciando un boomerang. Como casi siempre nosotros, los países en vías de desarrollo llevamos las de perder, estamos destinados a ser los receptores de los desechos que producen las superpotencias.
Por ahora les dejo la imagen de un atardecer sin contaminación.
Sus comentarios los pueden enviar a megaspar@hotmail.com
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Tardes de malecón |
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